viernes, 19 de febrero de 2021

Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte VII)

 



Oda por la Estabilidad Bipolar


Parte VII

 

 

 


Una pieza orquestada en torno al sufrimiento de Anakin Skywalker me sitúa, me condiciona y me propone la temática de esta parte.

E igual que se torna en decadente una pieza tan esperanzadora como Across the Stars, de la misma forma que el universo de Star Wars pasó de la luz a la oscuridad, mis reflexiones van a peinar un territorio de lo más pesaroso.

 

Dar sin esperar recibir nada a cambio.

Este va a ser el eje central de cuanto voy a meditar en voz alta.

 

Se trata, más que de una orden sencilla, de un consejo en segundo plano. De esas partes de la vida que uno rara vez comprende en la casilla de salida, pues éstas van adquiriendo sentido y color a cada caída sufrida.

¿Y cuál es el color de darnos cuenta de haber perdido más que tiempo?

El negro.

Cuando percibimos que una o varias personas nos han utilizado de la peor manera, es inevitable repasar cuánto les fue entregado.

Una vez efectuada dicha labor, tan solo restará seguir caminando, pero con un manto de oscuro luto colgando, pesado, de nuestros hombros.

Porque lo que oculta el refrán es que, en la mayoría de ocasiones, no solo no se nos devolverá nada a cambio, sino que se nos penalizará, atacará y tratará de marginar.

 

Cuando la vida te acorrala, las ovejas se convierten en lobos.

Se quitan su eterno disfraz revelando su naturaleza más carroñera.

El falso paraíso, lleno de exagerados vínculos en vidas mentirosas, no suele incidir en estos aspectos. El falso mundo en el que vivimos nunca va a reconocer cuál es su verdadero rostro. Su más triste realidad.

Se trata de su falta de memoria en entornos cambiantes.

Si un miembro del rebaño queda apartado, pronto comenzará el concierto de reordenación y reinterpretación de información para defender al grupo superviviente.

La generosidad pasada pasará a ser mero interés.

Lo espontáneo del aprecio, calculada estrategia.

Finalmente, cuando la oveja negra llore, grite o reclame, la tela de araña estará tan bien preparada que esos mismos actos la dotarán de una razón de mentira. De falsa sabiduría.

 

Es por eso que muchos estamos cansados.

Se nos dice que si el mundo laboral por aquí y el paso de los años por allá… Pero no se trata de ese paso, sino del peso.

Del peso de cadenas arrastradas por demasiado tiempo.

Es ahí cuando cobra sentido la frase ante la cual me posiciono en contra.

Dar sin esperar recibir nada a cambio.

Si uno se ha movido de forma especialmente dinámica por la vida, sin mostrar ese miedo tan característico de los que se atrincheran, el número y la forma de las cadenas puede resultar apabullante.






 

Entonces, ¿A quién podemos entregar nuestra luz sin miedo alguno?

 

Mi primera respuesta como acorralado sería que a nosotros mismos.

Que el agradecimiento y la respuesta llegue de nuestra propia persona. De una enriquecida identidad.

Es algo que puedo conducir a mi importante y reciente decisión de dejar el alcohol.

No lo hago por ni para nadie más que para mí mismo.

Y por supuesto que espero recibir algo a cambio.

Lejos de una forma fácil de felicidad, me estoy refiriendo al buque insignia de estos ensayos: La estabilidad emocional.

 

Pero mi respuesta, tras responder de forma impulsiva, esconde bastante más.

En verdad apostaría por afirmar que repartamos nuestra luz a diestro y siniestro.

Que bastantes personas oscuras hay ya tratando de enriquecer sus cobardes rebaños o sus vidas de papel mojado.

Si tú, querido lector, tienes la suerte de generar automáticamente ese brillo tan buscado y envidiado, no temas por el hecho de que en ciertas ocasiones te lo vayan a sorber hasta sumirte en el dolor.

Regresará.

Volverás, aún si cabe con más fuerza e intensidad.

Y de regalo tendrás una lista de seres indeseables a los que tratar con la más absoluta indiferencia.

 

Basta ya de poner la otra mejilla.

Basta ya de convertir a los héroes en villanos.

Basta ya de condenar actitudes justas mediante la manipulación de información.

 

No se trata de que nos quede el consuelo de un juicio divino post mortem.

Hay que lograr estabilizarse en vida. Ajustar bien la balanza.

Creo que algo de eso debe contener el secreto de nuestras fugaces existencias en este lugar.

Pues se trata de una labor tan milimétrica y personal que poco importa en ella el dinero, la suerte, lo material o lo heredado.

Es algo de lo que cada uno puede ocuparse, de la forma más vengativa con la mezquindad que haya podido concebirse. Pues si la balanza se nos decanta noche a noche hacia el sufrimiento, será que algo, o mucho, de mentira alberga el resultado que amañamos durante el día.

Sí, sería bonito.

Que cada uno pudiese llegar con su propia lucha y sus propios actos a cruzar el umbral de la muerte y ahí, en su misma balanza, quedase bien nítido el resultado de lo que hubiese vivido.

 

No obstante, estamos hablando de lograrlo en vida.

De pasar de ese sufrimiento de Anakin, de esa dramática melodía, a algo nuevamente esperanzador. De revitalizar y reforzar nuestros argumentos, aún cuando la inmensa mayoría ha caído en la tela de araña de nuestros enemigos, que vuelven a vestir de oveja.

 

Dar sin esperar recibir nada a cambio.

 

La columna vertebral de este texto regresa en su conclusión.

La hemos contorneado y estudiado. Y vuelto a analizar.

Tiene mucho de modus operandi de cara a la incertidumbre.

Habla mucho acerca del dar, más que de otra cosa.

De dar sin miedo, sin condiciones ni expectativas. 

 

Que ya la vida se encarga de equilibrar su propia balanza.


 

 




Oda


Balanceo quebrado

 

 

Falsas promesas esparcidas

En tiempos ya invisibles

Traiciones y heridas

Amparadas por necios.

 

¿Dónde están los leones?

Una selva de ovejas y lobos

De arañas y serpientes

La guerra de la mentira

La manipulación y el veneno.

 

Esperanzas reales que languidecen

Se secan ante el sol de la justicia

Tan ausente en estos tiempos

Tan esquivo como holgazán

Tan dado a iluminar falsedades.

 

Ten cuidado, viajero

Que las picaduras no te maten

Que lo venenoso no actúe por dentro.

 

Ten cuidado con las personas,

Pero no olvides entregar tu luz

Esa luz que nutre tu balanza

Que tanto hace que no se mueve

Que quebró de tanto llanto.






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