sábado, 30 de marzo de 2024

¡Bienvenidos a Sagrada Esparta!

 




Recuerdo cuando el niño nació.

 

Si hubiese nacido pequeño o raquítico, cosa que en efecto hizo, le habría dotado de la mejor de las armas en estos tiempos de alto consumo y aún mayor inmediatez: La paciencia.

Si hubiese nacido enfermizo o deforme, cosa que efectivamente hizo, lo último que habría hecho habría sido descartarlo.

Así es.

Los primeros mandamientos espartanos, discutidos.

 

Recuerdo cuando el proyecto comenzó a crecer en redes sociales.

 

Son un territorio que suele obligar a las iniciativas a luchar, a pasar hambre y, de ser necesario, a matar.

Castigados a golpes de vara y látigo, los fundadores de Sagrada Esparta fuimos adiestrados para no sentir dolor, ni piedad. Y no pasó mucho tiempo hasta que fuimos abandonados a nuestra suerte. Dejaron que midiéramos nuestra fuerza e ingenio con la furia de la naturaleza.

 

Recuerdo cuando el gigantesco lobo olfateó nuestra presencia desamparada.

 

Todos la conocemos. Se trata de una bestia temible. La siega de los sueños que estiran hacia la superficie las intenciones más nobles. El ancla del navío de la esperanza. Guadaña de ilusiones, tierra yerma, futuro vacuo.

Sin embargo, nuestro pulso fue firme.

Nuestra forma física, perfecta.

 

 

Han pasado cinco años desde entonces.

Un lustro en el que, a nuestra vez, hemos tenido hijos. Concretamente, seis fanzines que, bajo el nombre ‘Las Termópilas’, nos han llevado de forma indefectible a la guerra. Si bien unas veces el enemigo se muestra esquivo o invisible, no nos cabe duda de que es tan inmenso como apabullante.

Aunque, nuevamente, nuestro pulso no tiembla. Las alianzas se multiplican y, cada vez, más corazones se alzan desde pechos henchidos de orgullo y pasión.

Ya no sé si somos 300 o 10000. Solo sé que nuestro rival, al igual que el monstruo que nos quiso engullir, se ha percatado de nuestra presencia.

 

Ha mordido el anzuelo.

Antes de que el cansancio cause mella en nosotros, el muy loco nos envía lo mejor que tiene.

 

No vamos a deponer nuestras armas.

Evidentemente, van a tener que venir a por ellas.

Todos nos hemos acostumbrado a dormir de forma pésima, a comer cuando y como se pueda, a movernos tanto agazapados como erguidos.

Sí, nos hemos hecho a la guerra de guerrillas. Al barro y la mugrienta naturaleza de la escoria más bárbara.

Y, tal y como ante el gigantesco lobo en aquella noche de luna rojiza, no nos invade el temor.

Simplemente, somos más conscientes de todo cuanto nos rodea.

 

Van seis fanzines y subiendo.

Sagrada Esparta crece y respira.

 

Por si fuera poco, nuestro flamante programa cultural arremolina alrededor de su eje cuanto una vez soñamos para este proyecto. Un espacio de buen rollo y afiladas opiniones, altavoz cultural y trampolín artístico.

El epicentro de un huracán de fuerza abrumadora.

 

¡Bienvenidos a Sagrada Esparta! 










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viernes, 15 de marzo de 2024

Victoria | Sagrada Esparta

 




Si solo tienes una pistola


No vas a dejarla ir.

No, no vas a soltarla.

El agarre va a ser firme,

Quizá en tu bolsillo,

Quizá a plena vista.

Quizá ante todos…



Si solo tienes una bala


No vas a desperdiciarla.

No, no vas a malgastarla.

El objetivo va a ser concreto,

Quizá en las altas esferas,

Quizá en el alcantarillado.

Quizá tu propia cabeza.



Si solo tienes un disparo


No vas a ahorrártelo.

No, no vas a comértelo.

La mierda ha venido en bloque,

El sufrimiento como puños.

Boxeador de las miserias, grita.

Púgil de la injusticia, ¡Grita!


Soldado. Álzate.

Combatiente. Pelea.

Espartano. Gana tu escudo.


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