domingo, 31 de diciembre de 2023

Reseña de 'PAX vol. 1' Serie Mago | Saga El Nexo (por Àngels Aguilera López)

 




INTRODUCCIÓN

 

 

 

Àngels estaba segura. Lo estaba del todo. Verdis había existido justo donde pisaban sus pies.

 

Sabía que se trataba de una ciudad extinta, pero también era consciente de que todo lo que vive deja un rastro. Y si incluso una luciérnaga encontraba un eco en el irradiar de su luz, algo tan espectacular como debió ser Verdis, a buen seguro, debía haber dejado cuanto menos unas buenas ruinas.

Sin embargo, no quedaba nada de nada.

El bosque lo había reconquistado todo. Se lo había comido entre sus mandíbulas de rama y masticado a conciencia con su pétrea dentadura.

 

Por un momento, se sintió tan cansada que tomó asiento sobre un gran tronco.

Meditando en torno a la luciérnaga a la que su psique acababa de hacer referencia, Àngels no tardó demasiado en ver llegar las primeras comparaciones y asociaciones.

Las apartó enérgicamente. Tanto las odiaba. Aunque una pregunta quedó morando frente a las puertas de su consciencia, revoloteando incómodamente hasta que la mujer, abatida, decidió dejarse sorprender.

 

¿Dejaría ella en su vida algún tipo de huella destacable?

 

El sol se puso del todo en ese mismo instante.

El ocaso había resultado tan longevo y generoso en el crepúsculo que Àngels no había ni siquiera caído en la cuenta de que aún quedaba un hilo de luz... Del que ya era inútil estirar.

Sintió de forma súbita como un puño estrangulaba su garganta. Tal fue el rápido humedecimiento de su mirada que, por un momento, no supo si los tonos lilas que bailaban a unos metros, efectuando gráciles trayectorias en el aire, eran cosa de su propia alucinación.

 

Se secó la vista y enfocó nuevamente sus ojos en el cercano horizonte.

Rio. Lo hizo modo ruidoso, abierto, y sin guardarse una sola carcajada.

«Esas hadas desaparecen a la velocidad de la luz... pero se olvidan de recoger bien el eco de su presencia.» Meditó Àngels, ya para sus adentros.

Muchos misterios moraban ocultos en la profundidad de aquellos bosques. Y, al igual que ella, habían ido generando y recibiendo huellas inmortales.

—Como la pasión por la lectura... Argumentó en voz alta antes de partir de aquel sector.

 

Quizá en su mente no se proyectó la imagen de cierto autor, pero desde luego, tanto Víctor Fernández García como Àngels Aguilera López pudieron sentir el calor de una gran amistad crepitando en su interior.







RESEÑA

 

 


 

Han pasado 500 años desde que un acontecimiento catastrófico arrasó la ciudad más emblemática y sus bosques milenarios, eliminando a todos los magos de las tierras de Pax. 

En la actualidad la Voz del Bosque contacta con Vulcany, un anciano solitario en el final de sus días, y le entrega un bastón. Su misión será encontrar los amuletos perdidos y aprender a usar su poder para erigirse como el Mago Guardián y enfrentarse a la oscuridad que está despertando y que eliminará toda vida en estas tierras.


Pax vol. 1 es el primer libro de la serie Mago.

Una novela corta de fantasía con todos los ingredientes que la caracterizan, magia, personajes fantásticos, héroes y villanos. Una aventura en la que el protagonista debe avanzar aprendiendo de sus errores.

Con un lenguaje sencillo pero trabajado, Víctor Fernández nos describe, con todo lujo de detalles, paisajes verdes, bosques tenebrosos, tierras yermas asoladas por la lava y una ciudad en el cenit de su esplendor y sabiduría. 

El autor profundiza en la personalidad de sus personajes haciéndonos llegar hasta sus sentimientos más profundos. Y es ahí donde reside el verdadero motor de la historia, donde el escritor consigue la magia que hace avanzar la leyenda. Donde el amor, la pérdida, el dolor, la ira y la venganza dirigen los pasos de los protagonistas.


Una lectura amena, rápida y que empuja a querer seguir leyendo los próximos volúmenes.

 




 

“Si te lanzas al Separatio, que tu fe y tu alma permanezcan juntas.” 


PAX vol.1










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martes, 26 de diciembre de 2023

Mis doce campanadas



Las doce campanadas de este año se han vestido de punto de inflexión.

Uno más.

 

Desde los cielos de la esperanza hasta la ciénaga de la problemática salud mental, pasando por la irrupción de la ilusión y la colorida fantasía, hasta la contemplación de la épica más pura, a golpe de campanada me he marcado una década escribiendo.

 

Son doce.

Doce libros que asoman cual punta de iceberg pero que ostentan raíces que causan algo de vértigo. Ha sido una década que ha visto pasar también blogs de relatos, plataformas de escritura, proyectos por y para el arte y hasta ha tonteado con musicalizar. Han nacido audiolibros de letras que jamás hubiesen soñado con poderse escuchar a sí mismas.

Se trata de un bosque en el que he querido perderme, y vaya si he pujado por ello.

 

No tengo ni idea de hacia dónde se dirige todo esto.

Ni falta que hace.

Aquí, bajo las copas de magnos proyectos y jugando a ser un espadachín de la tinta con ramas infinitas, no puedo sino sonreír ante lo vivido, y desear con todo mi corazón otros diez años más.

 

Gracias, País de Nunca Jamás.

Nunca fuiste tan real.






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viernes, 1 de diciembre de 2023

Dirimir la elección

 




DIRIMIR LA ELECCIÓN

Un texto para Sagrada Esparta




¿Quién dirime lo pertinente de agarrar o no un tren? 

Nos dicen los más sabios que vivamos el momento. Los más inteligentes, que hay trenes que solo pasan muy de vez en cuando.
Los más experimentados, por su parte, esgrimen lo crucial del equilibrio.
Perfiles de personas, por lo regular, muy duchas en el noble arte del viaje. Que, seguramente, beben de periplos anteriores de almas que han pasado a mejor vida.
Sin embargo, en un mundo cambiante y vertiginoso, ¿Son la sabiduría, la inteligencia y la experiencia valores constantes? 

Nadie suele adivinar al filósofo debajo del payaso. 
Nadie intuye al roto dentro de la esfinge.
Mundo de apariencias y superficies, de icebergs que asoman tímidamente para nunca ser contemplados en su justa medida.
Barcos que se hunden mientras se nos apremia a agarrar cada viaje posible, como un correcaminos al que el coyote ya casi le da caza. 

En ocasiones, un lujoso AVE bajo un sol primaveral puede llevarnos al infierno.
Otras, un montacargas destartalado en una noche lluviosa mecida por vientos tan desalentadores como la inclemente mirada de una fría luna... Quién sabe a dónde conducirá. 

Es la gracia del libre albedrío.
La esencia que nos da vida.
Nadie dirime. 
Solo tú.


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domingo, 5 de noviembre de 2023

Mis reseñas: Torpedo 1936 vol. 14 ¡Adiós muñeco! (Enrique Sánchez Abulí & Jordi Bernet)


 


RESEÑA



¿Quién diablos prevé que una amalgama de prostitutas, alcoholes, armas, sangre y venganza va a resultarle del todo educativa?

 

Sexo, vicio, violencia.

Blanco y negro.

Una bonita fachada.

 

Es quizá lo que este volumen de la obra ‘Torpedo 1936’ proyecta como si estuviera armada de fuegos artificiales hasta los dientes.

Sin embargo, como en todo festival pirotécnico, si uno se mueve un poquito, en seguida se puede dar con el doble fondo del cajón de la feria. Pues, como en todo, si se sabe observar debidamente, siempre suele haber una generosa cantidad de aspectos extra a analizar.

 

Me gusta lo underground. Lo que, a posta o de potra, queda entretejido entre los componentes de cualquier obra de arte. El tipo, buen amigo ya, que me prestó este volumen, bien debía saberlo de antemano.

Como regente de una fusión de taquería, restaurante, club de jazz y pub, debí esperar de él que sus gustos fuesen, cuanto menos, refinados y muy brutos. La dupla puede parecer una contradicción en sí misma, pero entrando en materia con el cómic del que hablamos, pronto veremos que, de la colisión de conceptos, puede manar algo excelso.

 

No soy un dibujante que vaya más allá de obsesionarse con el detalle de la copia.

Tampoco un escritor que pueda jactarse de dominar el noble arte del guion.

Pero mis ojos saben ver y mi mente, aparte de impresionable, suele hacerse rápido la maleta ante la perspectiva de un buen viaje.

Y vaya si este ‘¡Adiós Muñeco!’ de Torpedo 1936 me ha hecho viajar.

 

En el cuaderno de bitácora siento que hay información para extenderme hasta la saciedad. De modo que tiraré del índice que he garabateado en mi cabeza.

Lo primero es lo primero. Uno observa portada y contraportada y lee sinopsis. 

¿Qué puedo decir de la presentación de Jordi Bernet?

Pues que el que se hiciese cargo de la herencia paterna de las viñetas tituladas ‘Doña Urraca’ ha llamado poderosamente mi atención. Que esté detrás de ‘Clara de noche’ ha terminado de abrir mis ojos, apetito y expectativa.

¿Qué decir del guion de Enrique Sánchez Abulí?

Esta respuesta ya pasa a introducirse en la obra misma pues, como reza la sinopsis de ‘¡Adiós Muñeca!’, esta pareja de artistas ha estado más que bien compenetrada.

 

Segundo punto del cuaderno de bitácora del viaje que me he pegado.

La historia es brutal.

Recoge el aura de cuanto pretende trasladar al lector.

Luca Torelli, el propio Torpedo que pone nombre a la serie, va a ponerse bajo el foco del protagonismo en un conjunto de historietas que nos van a sacudir mediante continuos flashbacks y saltos de trama, paseándonos por escenarios variopintos con el claro eje motriz tan característico del género negro.

Así pues, diría que deberían abstenerse de entrar aquí aquellos lectores que no quieran cohabitar durante 50 páginas exquisitas con los típicos tópicos más crudos que suelen venir a este mundo con la mochila natal. 

Se nazca cuando se nazca.

Ahí van a estar las triquiñuelas entre socios, amantes y familias.

Las sombras de un mundo despiadado y violento, proyectadas en el par de cojones que Torpedo le echa al asunto.

Como peces en el agua, nuestro gángster y su sicario Rascal van a pasearse en ‘¡Adiós Muñeco!’ por multitud de escenas y escenarios. Y tanto va a dar si son diurnos o nocturnos. Si muestran infancia o madurez. Atracos o fiestas.

Todo va a acabar como un delicioso rosario de la maldita aurora gracias a la impulsiva, sarcástica y extremadamente carismática personalidad de Torpedo.

 

Todo ello, por si fuera poco, ilustrado con tal maestría por parte de Bernet, que uno, por momentos, siente que debe revisar a media lectura si dispone del arma cargada bien cerca. Por si acaso. El retrato de la época, el marco de los acontecimientos y el reflejo de cada pequeño detalle provoca que, indefectiblemente, uno no asista, sino que esté en pleno meollo en todo momento.

 

El tercer y último punto del cuaderno de bitácora deben ser mis impresiones finales. Y hay una frase, ya en la última viñeta de este volumen de ‘Torpedo 1936’ que analizamos, que me sirve de lección y atajo: “Yo solo fui a ver si podía joder y acabé bien jodido.”

Puesto que algo me impulsaba a entrar con recelo en esta obra y, en verdad, no era más que la antesala de un nuevo hito que, sin duda, añadiría con los ojos cerrados a la sección más mítica de mi propia biblioteca.




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lunes, 16 de octubre de 2023

Reseña: 'Leyendas de Animalia: Ramírez y el volcán' (por Leo Shaddix)

 



RESEÑA

Leyendas de Animalia: Ramírez y el volcán

por Leo Shaddix



INTRODUCCIÓN

 

 

 

La Charca de las Respuestas no era lo único gris esa noche. La mente de Leo Shaddix también pintaba de ese color un lienzo que comenzaba a dejar atrás el verano, con tal de dar con las primeras lluvias que habrían de conectar con un esperadísimo otoño.

 

—Estás muy rumiador esta noche, Lego. — La voz de Áltamir, el renacuajo al mando allí, se dejó escuchar alta y clara.

Por lo normal, a Leo no se le hubiesen caído los anillos a la hora de rebatir el mote que trataban de encasquetarle, pero lo cierto es que ni la energía abundaba, ni el ánimo daba para ponerse a discutir.

 

Tal como Leo agachó la cabeza, presa de un súbito abatimiento, Áltamir vio la oportunidad de hacer leña del árbol caído.

—¡Menudo pieza estás hecho, Lego!

Aquello sí hizo reaccionar a Leo.

Una mueca de sonrisa asomó en su rostro, mientras miraba de reojo como el renacuajo se echaba al suelo embarrado a patalear de risa ante su última ocurrencia.

 

Hizo bien en echar ese raudo vistazo, pues Áltamir detuvo en seco sus risotadas para lanzar una enérgica ofensiva con una gran sartén.

Mediante una maniobra ágil, Leo Shaddix no solo logró esquivar el golpe, sino que también arrebató el arma improvisada al renacuajo.

—Si algo de bueno tienen los bajones, es que condensan gran concentración y afilan los reflejos.

Fue el turno de Leo de reír, cosa que hizo con ganas, lanzando una sonora carcajada en dirección a la luna que, tímida, comenzaba a asomar entre nubarrones.

—Vaya, ¡Mira el Lego! Como si hubiese escudriñado lo insondable del futuro...

Leo alzó una ceja en ese mismo instante.

—Ahora que lo dices, llevo tiempo queriendo saber hacia dónde va todo este asunto de Animalia...

—¿A sunto de qué quieres saberlo?

En cuanto Áltamir se giró, con sonrisa bobalicona, para cerciorarse de que su broma había calado, la base de su sartén se estampó de pleno contra su rostro.

 

Mientras convulsionaba, lanzando revelaciones sin parar en torno al futuro de su mundo, Leo Shaddix no podía sentirse más satisfecho.

Sí, la lluvia del otoño estaba a la vuelta de una esquina donde ya caía generosamente la hojarasca.

Pronto, buenas nuevas habrían de llegar.

Como si la piñata de la que a veces se disfraza la vida fuera a recibir un soberano, sonoro y contundente sartenazo.







 

RESEÑA


 

 

¡Pero qué libro más divertido! Ahora sí que he escogido leer el primer libro de esta saga, ya que aunque no hace falta leerlos de manera correlativa, es lo suyo, para ir conociendo mejor a los personajes y ver como surgieron esas uniones y amistades que tanto me han gustado. 

 

Un humor muy sencillo, puro y sin pretensiones. Ideal para esos lectores más jóvenes y los adultos, sobre todo si buscamos algo de diversión como medicamento para la gris vida a la que estamos sometidos. Una novela muy corta llena de acción, aventuras y momentos que te harán sonreír. 

 

Ramírez vuelve a ser mi favorito, con diferencia. Aunque he conocido a muchos otros personajes que también se han llevado mi corazón. Animales muy simpáticos y llenos de carisma que saben captar la atención allá por donde van. Me da mucha curiosidad ver en que nuevos problemas se meterán en el futuro. 

 

Las páginas desbordan imaginación y calidad y parece que no se acaban. Sé que es una obra que muchos más podrán disfrutar. ¿Quién se resiste a un intrépido ratoncito que tiene que apagar un volcán para poder hacerse con la mano de su amada? No le faltan agallas para tener su tamaño. 

 

¡Qué buena decisión tomé al querer formar parte de esta saga y de todas las cosas buenas que me están dando! Ojalá nos den la noticia de que habrá varios tomos más, porque no pondríamos ninguna pega. 

 

¿Soléis leer historias así? ¿Os gustan los libros en la que los animales son los protagonistas?










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miércoles, 4 de octubre de 2023

El negocio

 





Es difícil imaginar, en sistema político alguno, una vida que no deba cierto patrimonio energético para con la causa general del planeta en el que nos hallamos varados.

 

Ya seamos currantes rasos, empresarios de bajo, medio o gran alcance, o simples “chupópteros” del sudor ajeno en pos de enfermedades relativas a nuestro tiempo, la conclusión pasa por una serie de horas que hay que justificar, validar y, en definitiva, volcar en el pozo de las arcas generales.

 

El negocio es quien manda. De eso no hay duda alguna.

En un póker elíptico, abandera cartas de gran potencial. Juega cual trilero con el tiempo y el espacio.

Nosotros, humildes usuarios y poseedores de la energía, los sueños y el ímpetu que son base de su motor, lanzamos piedras al aire con tal de atizar a la gigantesca gallina de los huevos de oro. Pero es solo una ilusión. Atinar en el blanco de cualquier sistema acutal significa ser defenestrado o sobornado al instante.

 

El negocio es quien nos levanta cuando solo queremos llorar.

Quien, una a una, nos coloca cada capa de cebolla, equipándonos con etiquetas que habrán de valernos para no destacar demasiado ni dar excesiva pena. Es también quien nos susurra el material del que está hecho cada gris, convirtiendo realidades opuestas a nuestro destino legítimo en una desgraciada suerte de caramelos que engullimos, desesperados con tal de no estar muertos en vida.

 

El negocio nos conoce mejor que nosotros mismos.

Sin embargo, ¿Conocemos los de a pie la naturaleza que nos envuelve?

Burros que se creen unicornios.

Eso es lo que somos.

Hacemos gala de nuestras bellas alas, venidas de tiempos remotos en los que nacimos.

Nos jactamos de nuestras trayectorias, como si nuestro sudor fuera más valioso que el sufrimiento de la mayoría de bestias usadas en la causa ganadera - cultural.

Nos vanagloriamos de haber salido adelante, sosteniendo en la palma de nuestras manos un mérito, a todas luces, ridículo y efímero.

Todo ello lo metemos en el horno de nuestro ego, hinchando resultados mientras, a la defensiva, aceptamos la herida, cual tigre desamparado y aplastado en su orgullo.

 

El negocio nos trata como meras fichas de un ajedrez mayor. Tan inconmensurable como cercano nos resulta el cosmos vecino.

 

Nos quejamos de todo.

Abogamos por la frialdad del siglo XXI.

¿Pero qué diablos hacen las personas que están viviendo ese siglo?

Seguramente te lo preguntes ante la previsión de unas holgadas horas de trabajo impuesto.

Quizá ante una maratón de series digitales.

Quizá te distraigas metiéndote tanta mierda como los burros que se consideran unicornios.

El resultado va a ser el mismo.

 

La zona de confort es la culpable, pero la solución no está en distraerse.

La respuesta, como todo problema colectivo, no radica en una solución megalómana y absolutista.

¿Te crees inocente?

¿Crees que este negocio regala y dispone con la justicia equivalente a tu trabajo?

A nivel personal, puedes irte a la mierda.

A nivel corporativo, ya estás en ella.



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sábado, 26 de agosto de 2023

Brothers in arms

 





Siempre fuimos más felices.

 

Cuando el rock’n’roll de la juventud recorría nuestras venas y una nostalgia sin nombre buceaba en la eterna melancolía.

Cuando los primeros frutos maduros se pudrieron en nuestra boca, dejando el amargo sabor de, quizá, una mala promesa.

Cuando los atardeceres refulgieron luz de amanecer, mientras que, en un futuro próximo, el inicio del día sabrá a miel.

 

Siempre fuimos más felices.

 

Cuando familia era una palabra incorruptible.

Cuando presente implicaba energía y conllevaba esfuerzo con recompensa.

Cuando el futuro es irse de la pirámide. Cuando no interesa codearse ni con el borrego ni con las sectas.

 

Siempre fuimos más felices.

 

Guitarra en mano, con forma de libro o teclado, con aspecto de instrumento o pincel, con alma de artista sumiso o rebelde.

 

Siempre fuimos más felices.

 

Incluso cuando el sol se puso, la guadaña de la muerte no era más que el tajo de una dulce sandía.

Recordaba a esa miel... La miel de una nueva aventura.

 

Siempre fuimos más felices.

Buscamos la luz de un nuevo día.












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jueves, 20 de julio de 2023

70000 estrellas fugaces

 




—¡Fíjate cuántas visitas! — Don Gadget se agarró las solapas de su diminuto traje frac con una gran sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro. Tras unos instantes, en los que trató de generar la máxima expectación posible, alzó su bastón hacia la pantalla del ordenador. 

—¡Desde que las llamamos estrellas fugaces que no había acontecido semejante lluvia de cometas! — Dicho eso a voz en grito, el grillo tecleó mientras bailaba claqué una serie de comandos para rastrear estadísticas en el blog.

Una vez hubo terminado, se giró hacia la figura del huraño escritor que lo escrutaba tras una nube de humo.

—¡Cachis con tu efusividad! Eres un hueso duro de roer...

Harto de la desgana del autor de Un universo en palabras, Don Gadget se acercó a sus dedos. Estos yacían ya en el teclado, tratando de escribir algo sin demasiado empeño. El fuerte pisotón del grillo con uno de sus impolutos zapatos, recién embadurnados de betún, llamó al fin de manera satisfactoria la atención del escritor.

—¡Escucha, a ver si así lo entiendes, cabeza de chorlito! Cada visita representa el tiempo con el que un lector deposita su alma en nuestras manos. ¡Navegan! ¡Navegan por el universo que tras tantos años hemos conformado!

 

Unos momentos de tensión siguieron a aquel último discurso. Tras ellos, el autor sonrió.

Largo tiempo había pasado, era cierto.

Muchas aventuras junto a su socio Don Gadget.

Quizá el grillo tenía razón. Tal vez era momento de celebrar.

Así pues, extendiendo la punta de su índice, la chocó con el puño extendido de Don Gadget, para ponerse ipso facto a escribir unas breves líneas.

 

Sería un texto de profundo agradecimiento.


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miércoles, 12 de julio de 2023

300 publicaciones | Aniversario del blog

 



Querido lector,

 

Cuando abrí este blog por allá en 2015, lo hice con la voluntad de crear un espacio, no solo en el que poder presentarme debidamente, sino también en el que poder abrir diferentes canales de comunicación.

 

Con el paso de los años, todos ellos variopintos como la vida misma, he publicado a mansalva o casi no se me ha visto el pelo. 

 

Sin embargo, nuestro patrón, el siempre carismático y dedicado Don Gadget, se ha ido ocupando de la organización y clasificación del contenido. El resultado es justamente lo que soñé para este pequeño universo en su momento: Una propuesta de paseo, una suerte de viaje y una aventura de lo más especial por cuanto rodea a mis palabras.

 

En los 300 posts que figuran publicados en Un universo en palabras puedes encontrar multitud de propuestas imaginadas con pasión, diseñadas con disciplina y ejecutadas con mimo. 

 

Aquí, en esta madrugada que no es más que la bandera de otras tantas y tantas, mi gata Chihiro duerme escuchando un teclear amparado por música suave y humeante café. Chi ya estaba cuando este proyecto vio la luz. Y junto a ti, querido lector, ha supuesto la mejor de las compañías en este ejercicio que, espero, se prolongue por mucho más tiempo.



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Querida Barcelona

 



Querida Barcelona,

 

 

Cuanto tiempo, ¿Verdad?

Como de costumbre, tú te debes haber hartado de sucesos variopintos y actividad desenfrenada.

 

No hace tanto que nos vimos por última vez.

¿Te acuerdas de la chica que conocí paseando por tus bohemias callejuelas?

Nos va genial. Te alegrará saber que, incluso, hemos logrado emerger de las arenas movedizas.

Ahora vivimos no muy lejos de ti. Me atrevería a decir que miramos el mismo mar. Que, cuando un gran nubarrón se desplaza, nos oculta a ambos la misma puesta de sol. 

Es una triste visión, lo sé.

Es que te echo de menos.

 

Ya no sé si podremos cumplir aquellos sueños que tantos años compartimos. El repatriado de mis objetivos no se ha reestructurado y no va a haber reconquista, eso puedo asegurártelo. Me encuentro aún más deforme que la última vez, una suerte de mezcla entre mis infiernos y mis cielos.

La edad me ha acechado, haciéndome acuciar una cuarentena que empieza a entender que la puesta de sol va a ser, aunque lejana, todo un hecho.

 

No por ello siento lejos las tentativas.

Esas llegadas furtivas a tu estación de Sants para vivir inolvidables jornadas. Esos más que lustros peleándote y saboreándote, viviéndote y soñándote. Esas arremetidas contra natura pegado a ti mientras el océano estira y estira... Hasta que arranca.

 

Se me acaba de poner un puño en la garganta.

Suena música un tanto desgarradora, aunque bonita. Garantía de que no voy a acabar entero esta carta. Aunque no espero lo mismo de esta vida.

 

¿Sabes?

Chi sigue viva y hasta me ha llegado un fugitivo exiliado de tus barrios.

Me atrevería a decir que ya soy feliz. 

Pero tú mejor que nadie conoces la ubicación del puñal que me atraviesa. De la estaca que apnea mi respiración. De los sueños por lograr que me dejan en vilo.

 

Maldita sea.

Menudo trastorno.

 

Te dejo por ahora.

Como siempre, con mis mejores deseos:

 

Víctor













Querida Barcelona,

 

¿Era un loco?

Justo cuando, en el fragor de la juventud, surcaba tus calles con el empuje de una docena de embarcaciones con el viento a favor.

Cuando la energía se teñía de visibles tonalidades en un mundo multicolor de núcleo gris.

 

¿Era un loco?

Justo cuando, en el cénit de lo crucial, entrenaba mi mente tan exhaustivamente como un capitán que llega al mando de un portaaviones. 

Cuando el corazón latía con la hipersensible emoción generada por un despegue inminente a la conquista de lo imposible y lo desconocido.

 

¿Era un loco?

Justo cuando, a la hora de salvaguardar los muebles del gran incendio, no hice más que avanzar a contracorriente como un mariscal de flota.

Cuando los recursos se sacrificaban junto a la esperanza y las neuronas ardían, derrapando a mil kilómetros por hora en los lienzos maníacos de la anarquía.

 

¿Soy un loco?

Ahora que las heridas ya no sangran a borbotones a vista de médico de pacotilla.

Ahora que el oxígeno regresa a los pulmones, ¿Puedo ya gritar?

 

Querida Barcelona, dime si ya puedo preguntar a voz en grito si algún día me curaré.

 

Dime si el sinsabor del sinsentido tiene arreglo. Si el masticar la ceniza de lo que fue alimento también nutre de algún modo. Si puede nacer algo de lo que se tornó yermo. Dime si sirve armar la metáfora de lo que cuentan sobre el ave fénix y si el poder de la victoria sobre la enfermedad realmente arde de las llamaradas de la voluntad.

Si, al menos un día, una hora de una jornada o un minuto fugaz, podré quitarme la máscara y volver a reír de verdad junto a ti.

 

Sé que la música que suena es triste.

Una banda sonora orquestada a partir de letras que beben de un océano de pesadillas, soñadas y vividas.

Hace tiempo que no hay despegues en los portaaviones.

Mucho hace de la última vez que se vio el uniforme del mariscal.

No hay ni rastro del tenaz mando del teniente.

 

...Pero el maldito oleaje sigue ahí, igual de frío e inclemente como siempre se mostró, dando lenta caza a un cerebro para el que los años no dejan de pasar.














Querida Barcelona,

 

Quiero irme a 571 como dicta el tema Exoplaneta de Arde Bogotá.

Quiero viajar voluntariamente, abandonar la tierra, e irme a 571-/9A.

 

No se va a tratar de una travesía ni científica ni de ciencia ficción, aunque algún elemento de ahí quiero agarrar.

Decía Isaac Asimov aquello de que era el fin de la Eternidad y el principio del Infinito. Qué aterradora belleza atesoran esas palabras. Que magno significado que nos deja arrastrándonos como hormigas con nuestros problemas y dilemas.

 

Quiero irme a 571.

¿Sabes? Tengo pensado no incluir el cinismo allí. Tampoco la bravuconería de cara a la galería. Jungla y carnaval, términos prohibidos. Garrote a la dictadura y al fascismo. Un exilio prácticamente equiparable al de una isla en la que naufragar.

 

¿Qué debo morir, dices?

Muramos, que mueran todos aquellos que quieran viajar conmigo a 571-/9A.

Sé que el pasado ya lo hizo, deja de engañarme de una vez.

Sé que las calles donde moran mis huellas han sido tan pisadas que de mi rastro no queda ni un vago perfume.

Sé que mis recuerdos subjetivos se han más que diluido en los mares de las opiniones de aquellos que, o nunca les importaron, o supieron sepultarlos.

 

Me quiero ir a 571.

¿Sabes? Quiero fundar allí Nueva Barcelona.

Muy probablemente tenga todas tus calles y muchas de tus gentes.

Muy probablemente pienses que esa burda copia te recuerda mucho a ti.

Pero habrá algo diametralmente diferente. Y solo tienes que mirar al espejo que representan mis cartas para comprender de quién se trata.

Solo tendrás que buscarme en tu memoria para darte cuenta de la desaparición.

 

Creo que ya me he ido.

Harto de tanta miseria y concierto de máscaras. 

He partido rumbo a 571-/9A.



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