MIS RESEÑAS
LA LUZ EN EL ESPEJO
por Tes Nehuén
Lectora demente. Redactora en Poemas del alma y Pizza vegetal. Autora de "Cuentos para aprender a volar"
Dado que esta es mi primera incursión en el territorio de
las reseñas literarias, pido disculpas de antemano a Tes Nehuén, a la que
agradezco enormemente el ejemplar que me ha brindado de ‘La luz en el espejo’,
por si mi torpeza resulta demasiado evidente.
Me gusta leer poesía… Aunque mis conocimientos al respecto
carezcan de base alguna. Así pues, me limitaré, o más bien me centraré, en
narrar lo mejor que pueda lo que me ha transmitido la primera obra de este
poemario, titulada ‘Puro’.
PURO
“En el espejo mi doble es tal vez mi contrario”
ANNA
AJMÁTOVA
La elección inicial que sirve de bienvenida ya nos prepara
para una carga rotunda de profundidad, a la vez que augura la visión de ciertas
sombras… Que no harán sino que crecer gigantescamente de ahora en adelante.
‘Puro’ en muchos puntos me resulta como pegarle una calada a
un pitillo de tabaco seco, del que raspa la garganta y te obliga a beber algo.
La buena noticia es que ese algo se acaba revelando en el paladar de la memoria
como un vino excelente.
Una mujer vivirá en su fuero interno un viaje, qué digo, una
impresionante odisea, que perfilará las vidas y rostros tanto de sus familiares
como de sí misma. Mientras ese perfil toma forma, como si de una daga con
bordes dentados se tratase, a golpe de versos muy trabajados o de genial
espontaneidad, nos veremos introducidos tan en el interior de esas personas que
prácticamente podríamos abrazar sus almas.
Sentiremos el frío de una niña desencantada, las sombras
perennes de su interior incluso cuando el sol castiga más duro… Escucharemos “esa
voz” que la maniata y a la que ella se dirige en un constante diálogo.
Navegaremos por las oscuras profundidades donde habitan esas sombras, hasta
comprenderlas, quizá odiándolas, quizá amándolas.
Como a esa desagradable calada al pitillo, desde el abuelo frente
al océano a la madre inmóvil, desde el padre muerto vivo a los pisotones de
Narciso, todo es cuestión de ir leyendo, disfrutando de una lectura para mi
opinión de elevado nivel.
Más aún si al final, cuando el eco del recuerdo acude, el sabor el trago inunda el paladar del mejor de los sabores.
Más aún si al final, cuando el eco del recuerdo acude, el sabor el trago inunda el paladar del mejor de los sabores.
DIFUSO
En ‘Difuso’, la segunda parte del poemario ‘La luz en el
espejo’, nos adentramos, aún más si cabe, en el pozo de sombras, que no el
abismo, de una joven que ya en ‘Puro’ nos estremeció con una realidad dura como
el mármol, pero tan bella como puede ser su dibujo.
El abismo lo miramos a través de una mirada en cuyo párpado
un lunar parece adivinar destellos de luz en un mundo decadente, ni que sea a
base de frotarse compulsivamente tanto a él como al dolor de una infancia que
acosa a la vuelta de cada esquina de la memoria.
El tiempo que se va, que deja atrás lo pasado, irrecuperable
y desperdiciado, contrasta con la valía de tesoros en forma de recuerdos
tristes. De conchas arrancadas de una arena que las aguas con las cenizas de tantos
seres queridos lamerán hasta que no quede rastro alguno del hurto. Un hurto en
forma de regalo, pero contenedor al fin y al cabo de un dolor que parece asir
cada verso, cada palabra, de la poesía de Tes Nehuén.
Tras disfrutar de nuevo de esta lectura, me abruma la visión
de ese cenicero que aparece en el poemario, donde puede caber el alma, pero la
vida y la erosión del tiempo lo convierten a media distancia en lo que parece:
Un contenedor de la podredumbre de un pasado marchito. No obstante, también
visualizo esos diez dedos que se nombran, con una historia que se actualiza, y
miro los míos mientras tecleo estas líneas. A buen seguro no hacen justicia a
los versos que emergieron de los dedos de esta autora, pero espero animen a querer
acceder a un retrato solitario de una joven herida pero valiente, atormentada
pero profunda y, sin embargo, permanente buscadora de la luz en la superficie.
Al menos eso es lo que puedo decir tras la lectura de ‘Puro’ y este ‘Difuso’
que reseño, a la espera de que su conclusión, ‘Infinito’, me lance a abordar
una última reflexión.

¿Qué se puede decir ante tan elogiadora lectura? Un gracias grande como una casa no me alcanza pero ¡¡GRACIAS!! Me encanta que te hayas fijado en la imagen esa del cenicero. ¡Qué detallista! Un abrazl gigante.
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