Tengo cuatro meses y vivo en una jaula.
Cuando vienen a verme no me llaman por ningún nombre, hacen
unos sonidos extraños y yo siempre me lanzo a la verja para intentar
abrazarles.
Tengo unas buenas uñas, pero con ellos no suelo sacarlas.
Me gusta mucho jugar.
Solo vienen por la mañana, luego los otros gatos me empujan,
me arañan y me muerden cada vez que intento beber un poco de agua o saciar mi
hambre.
De vez en cuando un hombre viene con un tubo de plástico y
llena la jaula de agua. Escalamos por donde podemos para evitar mojarnos, pero
casi nunca lo conseguimos.
Hoy un chico y una chica me han dado de comer algo
delicioso.
Han estado jugando conmigo pero no se... se han ido y creo
que no volverán.
Nunca nadie vuelve a por mí.
Es noche y hace mucho frío. Todo huele muy mal y tengo mucha
hambre.
A veces pienso que no vale la pena seguir... Pero siempre
por la mañana alguien me llama con ese sonido y mueve su mano para que yo trate
de cogerla.
Se escuchan unos ladridos horribles todo el tiempo, sobre
todo cuando las personas vienen a verme.
La verdad es que estoy asustada todo el tiempo.
Pasan los días y las noches y no encuentro ningún sitio que
proporcione algo de calor.
Sin embargo, tengo un presentimiento. Como si algo fuese a
cambiar...
Cuando despertó, la gatita escuchó gritar un nombre a unas
voces que conocía bien. Chihiro decían. Y sí, se dirigían a ella. Se desperezó
y se abalanzó sobre la verja para saludar a esa chica y ese chico que le daban
de comer aquellas cosas deliciosas cuando venían.
Él llevaba algo en la mano, y Chihiro quiso desde buen
principio meterse allí. Lo hizo y empezó a ronronear sin parar. Ya nunca más
dejaría de hacerlo.
Estuvo un buen tiempo en un coche preguntándose qué estaría
pasando, y tuvo que hacer en ese pequeño lugar sus necesidades porqué ya no
aguantaba más.
Luego todo aconteció muy rápido.
Llegaron a un lugar muy grande y entraron en una pequeña
estancia.
El chico cerró la puerta y por fin abrió el transporte.
Mientras lo limpiaba, el mismo sonido que salía del tubo de
la jaula asustó a Chihiro, que nada pudo hacer para evitar caer en un charco de
agua tibia y verse frotada con algo que picaba un poco.
Llegó la chica y la frotaron más y más.
Finalmente una cascada de agua le quitó esa cosa que tan
bien olía.
La envolvieron en toallas mullidas y la dejaron lista para
que inspeccionase su nuevo hogar.
Mientras se acostumbraba, Chihiro veía como sacaban cosas
para que las atrapase y montaban algo muy grande donde parecía que sus uñas
iban a disfrutar mucho.
Me llamo Chihiro y he pasado ya dos días en este fantástico
lugar.
Nunca hace frío y tengo una comida deshecha que me encanta.
Juegan mucho conmigo y no para de venir gente a verme.
Nunca pensé que sería tan feliz.
Últimamente siempre escuchaba a las personas decirse feliz
Navidad. Yo no sabía a qué se referían si siempre la cruel noche llegaba a mí.
Ahora lo entiendo.
La Navidad me gusta. Me llamo Chihiro, tengo cuatro meses y
por fin quiero vivir feliz.