EL REFLEJO DEL SUSURRO MUSICAL
QUE TINGUEM SORT
“Si me dices adiós, quiero que el día sea limpio y claro”
Tiempos de guerra.
Acostumbrados a enemigos habituales y riñas que rozan el tedio de la cotidianidad,
resulta extraño que la guadaña más temida se disfrace con aparente
invisibilidad. Pues si bien la forma del verdadero rival se revela mediante
equipos microscópicos, sus consecuencias establecen la urgencia y ansiedad que
nos ocupan.
Ahí donde más oxígeno hace falta, el virus ahoga.
Ahí donde más luz en forma de experiencia se arroja, el virus apaga.
“Si me dices te quiero, que el sol haga el día mucho más
largo”
A veces parece que tener un nudo en la garganta sea síntoma de tontería
personal.
El gran sistema que nos mueve no tiene piedad ante atisbos de llanto que puedan
conducir a ríos de lágrimas.
La falsa seguridad de la rutina que se agarra al mañana.
La encerrona a la que nos conducen nuestros sentimientos es clara: Impotencia
ante la incertidumbre.
Se trata de un escenario que juega a la ruleta rusa con la frialdad, casi, de
lo aleatorio.
¿Estarán ahí mañana las personas a las que quiero?
“Que tengamos suerte, que encontremos todo lo que nos faltó
ayer”
Todo ser vivo ha experimentado la noche.
No me refiero al precioso manto de estrellas en el que la luna avive el calor
de nuestros mejores sueños.
La noche terrible y fría es aquella que se esconde tras una cruel metáfora.
Son los días y semanas, los meses y años e incluso las vidas enteras que se
viven en vana esperanza, condenadas a un sinsentido que hace mella en alma y
corazón.
“Que mañana faltará el fruto de cada paso”
Asaltados, vemos como el tiempo que nos robamos y se nos roba, nos apremia a
contemplar el abismo antes de lo debido.
Es la antítesis de la juventud, esa época donde una cerilla es capaz de alumbrar
inconmensurables espacios de oscuridad.
El dulce al que, con el tiempo, se le saborea lo amargo.
La derrota de familias unidas que, más que nunca, añaden a los añejos
conflictos la gasolina del distanciamiento.
“Por eso, pese a la niebla, se debe caminar”
Aunque escuezan los ojos de tanto tratar vislumbrar el horizonte…
Aunque los pies sangren por heridas que tumben el ímpetu a cada paso...
Mirada limpia y paso sincero.
Por el pasado, por esos buenos momentos que debemos atesorar para inmortalizarlos
ante cualquier tormenta que ansíe borrar su huella.
En el presente, en el cual pese al silencio de una sala de máquinas mundial
moribunda, aún persiste la música nacida de los sentimientos.
Hacia el futuro, porque amanecerá un nuevo día, quizá no con todos los que debiéramos
estar… Pero sí con los lazos inmortales de aquello que más nos honra: Las
emociones que nos despiertan aquellos a los que más amamos.
Una vez soñé con un País de Nunca Jamás frondoso y eterno.
Pese a que se me escurre entre los dedos, quizá todo radique en sentir su
flujo.
Equilibrado y puro, venido del mismo manantial de vida del que todo emerge.
Que nos toque a todos.
Que tinguem sort.