jueves, 19 de mayo de 2022

Mis reseñas: 'Blacksad | Un lugar entre las sombras' (Juan Díaz Canales & Juanjo Guarnido)


 

BLACKSAD

Un lugar entre las sombras

por Juan Díaz Canales & Juanjo Guarnido


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RESEÑA


Ni voy a ser quién descubra el género de la novela policíaca, ni mucho menos el descubridor de la obra Blacksad. Ese papel es para algo así como héroes anónimos de hace ya un generoso, quizá demasiado, puñado de años. Un grupo de personas de amplio recorrido cultural y excelente gusto me abrió las puertas a muchos mundos, entre los que se encuentra el que nos ocupa.

 

Sí que es cierto que, pese a uno no ser descubridor, sí que me veo asaltado tras releer ‘Un lugar entre las sombras’ por una sensación parecida a una fructífera búsqueda de oro en riachuelo revuelto.

Tan asaltado como el felino detective que ve, nada más arrancar las páginas de su primera y genial historia, como algo más le es arrancado. 

 

Sí, esto va de animales.

Desde el orangután músico al perro policía, de la rata de inmundos principios hasta el gélido interior del secuaz reptil. Y no debería detenerme ahí, pero esta joya de apenas 50 páginas lo requiere.

 

En cambio, puedo ser más generoso en demás halagos. Concretamente, en los dirigidos a guion e ilustración. 

Siendo un habitual en visitar la cola que conecta con las musas literarias, no puedo sino sentirme un investigador ante un misterio de tamaño descomunal.

¿Es posible que un par de sujetos, no solo se salten esa cola, sino que posean algo así como pases vip?

 

Así me gusta pensar en los inspirados, espléndidos y, por qué no, suertudos, autores de esta obra. Porque tanto Juan Díaz Canales como Juanjo Guarnido deben haber disfrutado en la sala de máquinas de Blacksad de las mieles de saberse creadores de algo inmortal e irrepetible, a menos que sus manos tengan a bien seguir tecleando y dibujando.

 

En este volumen inicial, que da el pistoletazo de salida a una serie de casos cargados de misterio, el buen gusto capitanea un navío a rebosar de mimo, recursos e inspiración a raudales.

Uno quedaría prendado de tal modo en cualquiera de las trabajadas ilustraciones que, de no ser por el trepidante avance de la trama, podría vararse ahí, construyendo un fuerte tan sólido como la sutil contundencia con la que esta historia cala en el lector.

 

La conclusión está clara.

Quien dé con Blacksad, habrá dado con el oro. Con una mina repleta de él.

Una enorme fortuna que habrá de colorear la mente, la vista y el interior del afortunado lector, pese a que tanto el título como la esencia de ‘Un lugar entre las sombras’ quiera hacernos remar en dirección a la niebla.

Yo, sin duda, escojo linterna, gabardina y revolver.

Y Blacksad.




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Mis reseñas: 'Batman | La broma asesina' (Alan Moore & Brian Bolland)


 

BATMAN

La broma asesina

por Alan Moore & Brian Bolland


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RESEÑA


Hay algo en la locura que parece actuar con gran fuerza ante la naturaleza humana. Bien sea para acercarla, bien para repelerla.

En ‘Batman: La broma asesina’ asistimos a una representación que parece jugar con los polos opuestos que suponen tales reacciones.

No me refiero a Batman y Joker. No hablo de su antagonismo. 

Más bien, la lectura me ha hecho vislumbrar esa línea que marca la diferencia a la hora de romper la cordura. Una línea finísima en unas ocasiones y gruesa como el plomo de una bala en otras.

 

Quienes, por desgracia, hemos degustado las inclemencias de perder el contacto con la realidad, parcial o totalmente, vemos en la figura del Joker algo así como la visita de un mal fantasma del pasado. Su mirada ida y su dramatismo forzado, en combinación con fechorías ejecutadas con frialdad meticulosa, son sin duda el resultado de impulsarse con demasiado ahínco en los trampolines de la psicosis.

 

Una suerte de desgraciados acontecimientos suelen suponer la marcha hacia el camino de perdición que puede desfigurarnos hasta el punto de recordar a tal villano.

Pero Alan Moore no se limita a presentarnos el choque de trenes entre la rectitud y la demencia. Por momentos, parece invitarnos a sopesar la terrible posibilidad de estar más cerca de lo deseable de la temida inestabilidad mental.

 

Son páginas que logran atinar a mostrar como, con la debida orquestación, el cruzar las líneas de la cordura levanta un oleaje de maldad y sufrimiento absolutamente tortuosos para todos los implicados.

Todo ello ilustrado por un dibujante en claro estado de gracia como Brian Bolland. Ha habido momentos en los que las expresiones del Joker abrían demasiadas puertas en mi mente...

... Una psique que llegué a sufrir tan desquiciada, iracunda y vengativa, que no me deja otra opción que la de luchar como un justiciero encapuchado para no dar ni un palmo de terreno a ese monstruo interior que, a algunos, nos susurra de vez en cuando.

 

En esta obra impresionante, al villano no solo se le da un palmo, sino toda una autopista, y no precisamente unidireccional. Esa forma de retratar a uno de los exponentes de la locura, la manera de maquillarle la mente y darle forma a sus recuerdos y motivaciones se merecía, sin duda alguna, un final a la altura. Y no querría desvelar en qué momento exacto, pero, desde luego, me he quitado el sombrero ante este genial ejercicio en el mundo del comic.

 

Comenzaba esta reseña hablando acerca de los polos opuestos que suponen las reacciones ante la ruptura de lo cuerdo, ese territorio en el que solemos depositar el alma de lo correcto.

Imaginad que alguien, sumido en la total oscuridad de la desesperación y la miseria, sea capaz de estallar en carcajadas, dando forma y sentido a aquello que borra del mapa y siega tantas vidas.

¿Qué clase de genial broma de mal gusto sería trabajar en un personaje así?

 

Bravo por ello.




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Mis reseñas: 'Stalingrado | La historia gráfica' (Antonio Gil & Daniel Ortega)



STALINGRADO

La historia gráfica

por Antonio Gil & Daniel Ortega


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RESEÑA


Desde la Blitzkrieg alemana a la Operación Urano rusa, en Stalingrado se vivió un infierno en vida. De sobra conocido, aquel emplazamiento bélico ha sido objeto de estudio, visita y recreación por parte de muchísimos artistas y medios.

Mi interés por la Segunda Guerra Mundial data de hace bastantes años. Leer a historiadores como Anthony Beevor, distopías varias como ‘El cuerno de caza’ o ‘El hombre en el castillo’, aventuras tales como ‘El Reich de hielo’, o incursiones en el mundo del comic como ‘MAUS’ o ‘Auswitch’, son algunos de los ejemplos que me hacían llegar a esta novela gráfica con muchas preguntas.

 

¿Qué estructura decidirían seguir Daniel Ortega y Antonio Gil a la hora de enfocar un proyecto tan ambicioso y titánico?

La respuesta la encontramos tan pronto que es el mismo subtítulo de la obra la que nos la facilita: ‘Cartas desde el Volga’.

 

Así es como, mediante cartas que marcarán el inicio de los diferentes capítulos y enriquecerán su contenido, los autores lograrán dar con una narración visual que logra lo que principalmente busca: Concienciar desde el recuerdo más real.

Apoyándose también en arranques puramente literarios de valiosa información histórica, muy pronto el lector se verá introducido en la materia que ocupa a este volumen, más que bien cuidado en todos sus aspectos.

 

¿Es necesario recrearse en el horror de la guerra para recordar, por enésima vez, lo despiadado e inútil de su naturaleza? 

Supongo que la respuesta es, sencillamente, que no hay que tratar de plasmar más de lo que nuestra historia ya ha hecho.

Si ya los atentados contra la misma vida humana resultan tan gélidos y calculados que te hielan por dentro, solo hay que desviar la atención a las demás miserias que cabalgan a lomos del belicismo para sentir un frío aún más atroz e inclemente.

 

Es ese frío el que encuentra en esta historia, así como en la historia misma, un papel fundamental en la forma que se resolvió la Segunda Guerra Mundial.

Así pues, será el invierno de 1942 el que habrá de servir de techo a un poderoso ejercicio en el campo de la ilustración como el que aquí se nos presenta. Y no se limitará a eso.

Nos paseará por todo el horror de la guerra. Seremos guiados por algunos de los fortines más temibles tanto de atacar como de defender. Viajará por los cielos dibujando representaciones de ambas aviaciones, y hasta se sumergirá en el alcantarillado urbano, allí donde todo se torna, si cabe, aún más desesperado y primario.

 

Por ello, por la sensación de desamparo tras ver tantos cuerpos mutilados y tantas personas expuestas a las peores enfermedades y circunstancias, considero que este ejercicio no solo disponía de dificultades de ejecución en el dibujo y el guion, sino que también trataba de hacer aterrizar la difícil empresa de concienciar acerca del sinsentido que supone el sufrimiento mayoritario sin medida por culpa de la mala cabeza de unos pocos.

 

Poco más puedo añadir.

Quizá que la operación ‘Tormenta de Invierno’, que planeaba rescatar de Stalingrado a lo que quedaba de un rodeado VI ejército alemán, debería aplicarse al interior de esas personas que defienden la guerra aún con todo cuanto reside en nuestra memoria colectiva.

Rescatarles de sí mismos para que este bucle de terror detenga su macabro engranaje.




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Mis reseñas: 'Zimbrah Halellu-yah! Hunters vs. The Dark' (Vlad Strange)

 



ZIMBRAH HALELLU-YAH!

Hunters vs. The Dark

Crónicas del Fin del Tiempo VI

por Vlad Strange


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RESEÑA


Hay una misteriosa conexión entre la lluvia y la literatura.

En la piel del escritor, es como si una extraña fuerza, profunda y antigua, llamase a tu puerta con golpes pesados que alumbran los laberintos de la mente.

Pero como lector... Ay, como lector.

Hoy el mediodía ha tenido el capricho no solo de traerme lluvia, sino de acompañarla de una señora tormenta eléctrica que aún interpreta su sinfonía mientras tecleo estas líneas. 

 

Son palabras, no mentiré, que fluyen con naturalidad, pasión y absoluto amor.

Pues leer el sexto volumen de las ‘Crónicas del fin del tiempo’ me trae, como cabezas de una larga lista, esos tres enriquecedores.

La naturalidad viene de mi relación con Vlad Strange, la autora de la obra, en la que vuelca parte de su enorme carisma como persona.

La pasión es cosa de verme a su lado en una tarde tan oscura que, de no ser porque querría extenderla por toda la eternidad, me atemorizaría con sus terribles truenos.

Lo último, lo más importante, es la sensación que me ha acompañado al engullir su novela. Casi como sentir el calor de una hoguera invisible. Qué digo casi, ha sido literal.

 

Para recién llegados a esta saga, baste decir que no van a necesitar de especial introducción, ni a esta reseña, ni a ‘Zimbrah Halellu - yah!’ en sí.

Elliette es una joven Cazadora, auto considerada gris en muchos aspectos salvo cuando se toca la tecla de la fe. Otra Hunter, Cobra, será seleccionada por Elli en una misión de espionaje que actuará de punta de iceberg en esta obra. Y menudo bloque oculta.

 

Leer a Vlad ha resultado siempre un verdadero placer.

Me fascina la forma en la que te mece hasta posarte en pleno centro de sus tramas. 

Si el lector es posicionado en ese punto, la expectativa, el ansia por avanzar y las emociones sentidas se ven todas sujetas a un crecimiento exponencial.

Y, repito, no se trata de que Vlad Strange te invite a entrar en la historia. No trata de captar tu atención con recursos pirotécnicos. Simplemente, a las pocas páginas, ya estás ahí.

 

En este sexto volumen de las ‘Crónicas del Fin del Tiempo’ uno se da un festín de escenarios cariñosamente recreados, encontrándose con conflictos emocionales que, sorpresivamente, anidan tanto en uno mismo que terminan por hacerse propios. Los diálogos, frescos y amenos, aunque también sólidos y con raíces, parecen hipnotizarte para que pases esa página y leas ese siguiente capítulo.

 

Escribir fantasía resulta, en mi opinión, un ejercicio en el que la imaginativa debe ser horno, base y guinda del pastel. Sobrada de ella, la autora hace, además, gala de una mente privilegiada a la hora de hilvanar las conexiones que dan forma a su saga.

El resultado es una historia que, digna de ser degustada, ajusta tan bien su ritmo, su transición entre inicio, nudo y desenlace, el enorme carisma de sus diferentes personajes y el mundo en el que se desarrolla... Que termina por ser devorada.

 

Al menos, es lo que me ha pasado a mí.

Me atrevo a afirmar que el leer ‘Zimbrah’ una tarde como esta va a quedar grabado en mi memoria por siempre jamás.

 

Halellu - yah!




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domingo, 15 de mayo de 2022

Motivos para escribir


 


Supongo que a todos los escritores nos seduce la idea de sentarnos a escribir acariciados por la brisa de un agradable atardecer. Supongo que, si el sonido de un tímido oleaje acompaña la estampa, mejor que mejor. 

Ya en la memoria queda lo oscuro de la vida. Ese tránsito cíclico e inevitable por terrenos áridos y tormentosos. Una base de datos implementada en la fría negrura, de la que picotear o abrir el grifo al máximo.








 

Los momentos para escribir suelen ser audaces robos al tiempo, el ánimo y las circunstancias. Tres villanos de gran talla ante los que debemos hacer vencer a un simple lápiz.

Una batalla muy desigual la mayoría de las veces, aunque ello no impida que, como héroes, un buen puñado de inspirados artistas se abran paso por el espeso follaje de la jungla de la creatividad. Día sí, día también, se sientan y, llueva o abrase, activan el bendito canal que convierte en palabras pensamientos, sentimientos y emociones.

 

Un motivo para llevar a cabo la tarea de la escritura podría ser la necesidad de comunicar. De vaciar el peso del saco y soltar algunas cadenas. Un clásico para almas torturadas en continuo jaque social. Toda una hoguera para las gélidas temperaturas de la depresión, y a su vez, una afilada lanza con la que tratar de hacer algo de justicia.

Otro motivo vendría a ser la imperiosa necesidad por retratar, en un claro homenaje a la belleza intrínseca a cualquier situación imaginable. Porque incluso en las cloacas de la psique humana el lenguaje es libre, e infinitas son sus posibilidades de asociación. Poco importa que del cielo caiga mierda si se maneja con delicadeza su descriptiva.

Un tercer motivo quedaría fielmente representado por el mero ejercicio imaginativo. Como si de repente unas enérgicas alas llevasen nuestra mente lejos, muy lejos, de la realidad conocida. Como si planos invisibles de edificios por construir llegasen a nuestras manos, y de algún modo pudiésemos leer hasta el más ínfimo secreto en ellos.

 





 

Como he comentado, del recuerdo de los peores antros vitales se puede extraer un bello contenido. Pero primero hay que caminar esos senderos y adentrarse en el cenagal de la miseria. Cómo canalizar las dosis de ira y negatividad que la vida proponga y nuestra personalidad digiera será parte de la labor creativa. 

Sin embargo, el poso más amargo de algunas vivencias puede corromper, monopolizar, cegar, nublar y, la posibilidad más temida, anular por completo. Como si el síndrome de la página en blanco se irguiese crónico, abrazándose a nuestro ímpetu hasta derrocarlo. 

Más de uno sabrá de lo que hablo, teniendo en cuenta el ahínco con el que, por largas rachas, muchos nos vemos abrumados por sentimientos que prácticamente convierten en un sinsentido cualquier intento por teclear.

 

Si bien de episodios lacrimógenos, experimentados por nosotros mismos o captados alrededor, se pueden extraer multitud de lecturas, no parece ocurrir así cuando la metralla alcanza nuestras motivación, hábito, convicción y perseverancia.









Este breve texto lleva por título ‘Motivos para escribir’, pero fácilmente uno podría deshilvanarle una rápida metáfora. Si escribir es componer una oda a la misma existencia... ¿Dejar de hacerlo deja un sabor a muerte en el paladar de las musas?

Como aquello de que un hada fallece cada vez que alguien las niega a voz en grito.

 

Lo dudo mucho.

La escritura, sin duda, como cualquier forma de arte, tiene mucho de mágico, pero desde luego no considero que haya ningún contrato a firmar, ni cláusula que respetar, ni mucho menos repercusiones a temer, por el mero hecho de escribir. Así pues, el escritor puede retirarse si así lo desea. Y por el tiempo que crea necesario. Aunque también es cierto que dilatar esos lapsos puede convertir la amargura del retiro en un arma de doble filo. Algo que termine por decapitar nuestra voz en las letras.

 

Sin embargo, no mucho antes, he mencionado la metáfora codificada en el título de cuanto estás leyendo. Imagina por un momento que las letras son el oxígeno del escritor. ¿Qué motivos tendría entonces para escribir? 

¿Seguiríamos hablando de comunicar, retratar e imaginar?

Creo que, en tal caso, la realidad se tornaría algo más complicada. Competitiva, con lo sucio y lo necio que suele conllevar esa palabra al ser trasladada a las masas.









Me serviría para repartir unos cuantos bofetones, por aquello de soltar algo de lastre y desprender algunas cadenas. 

No obstante, creo que, en esta sofocante tarde de domingo, con mis gatos tirados sobre mesitas y baldosas en busca de un poco de frescor, hay un uso mucho más práctico para darle a este abanico de posibilidades que llevo un rato desplegando.

 

No debe ser otro que remarcar mis motivos para escribir.

Esperanza, ilusión y rebeldía.

Hay que ver cuánto se parecen a mis motivos para respirar. Para luchar un poco más.

Espero que a todo aquel que lleve arraigado al máximo este arte sepa localizar tan bien sus propios motivos. Así, si nos apagan las luces, nos iluminarán nuestras cerillas. Si nos atacan con hielo, nuestra propia hoguera nos dará cobijo. Y si deciden incendiar lo que queda de nosotros...

Entonces la pluma contraatacará.







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