domingo, 11 de diciembre de 2022

Tiempos oscuros


 


 Tengo frente a mí una vela que no sé si encender.

 

¿Qué son los tiempos oscuros?

 

Todos, corazón en mano, incluso los que lo tienen más pequeño, sabemos a qué hacen referencia este puñado maldito de palabras. Hablar de ausencia de luz es hablar de miedos irracionales a fantasmas que, de algún modo, logran abatir las puertas de la realidad, abriéndose paso hacia nosotros. Castigan nuestra mente, sí, pero lo peor es la tortura infringida al alma de nuestra condición humana. Les mueve el motor del cambio desfigurado, de la transformación negativa y de la negación de la luz.

 

En esta vida nos vemos obligados a recorrer senderos que conducen a territorios yermos. Lugares donde la desolación es tan constante que raro sería no tildarlos de pesadillas vívidas al ubicar en ellos nuestra mirada más interna y personal. Porque, para los demonios, el paso del tiempo no existe. En su asíncrona avanzadilla, saben que cada vez que algunos cerramos los ojos, tienen ahí una nueva oportunidad.

 

La vela que tengo enfrente parece mirarme con una mezcla de amabilidad y comprensión. No me decido. Aún no.

 

Las heridas que recibimos en las partes más aciagas de nuestras vidas no suelen ser aquellas más sangrantes. Hay venenos que nos pudren por dentro a profundidades tan vastas que nos marearían tanto como contemplar las inmensidades de lo infinito.

Mares formados de lagos que beben de los charcos de nuestras lágrimas conforman el gran océano del dolor general que se respira hoy en día. 

Un mundo de zombis en busca del calor de un aliento de esperanza.

Niños que corren con todas sus fuerzas tratando de huir de los tiempos de mayor oscuridad.

Adultos fortachones y taciturnos que duermen en posición fetal tratando de no llamar la atención de la ansiedad.

 

Hubo un tiempo mejor.

Épocas de luz, de playa y sonrisas, camaradería e ilusión.

Una suerte de juventud interior nos es prometida cada vez que asoma el sol. Aunque, como toda forma joven, parece que el paso de los años la marchite, negando incluso la veracidad de su existencia.

 

Sonrío a la vela, pues ya sé de qué se trata. 

No es que hubiese un tiempo mejor, sino que lo va a haber. Y, si estás leyendo mis líneas, la luz de esta vela que enciendo es para ti. 



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