jueves, 2 de enero de 2020

El llanto vikingo






El llanto vikingo.
Decían que no había nada peor para ellos que escuchar el lamento en forma de cascada de lágrimas de sus cónyuges, en el mismo instante en el que la guadaña segaba sus vidas.

Pues bien, no es que ninguna guadaña esté segando mi existencia más que la de mi propio suicidio. No es que con especial intensidad nada me esté recordando la miseria de este sinvivir.
Es simplemente que todo sigue igual.
Igual de mal.

Esta carta abierta no va para los novatos en la materia.
Esos a los que he torturado en un ridículo extendido. En un vano intento por rugir, como un tigre enjaulado al que tras años de sufrir heridas mortales decide contraatacar. En un vano intento por alcanzar el hogar, como un elefante cuya hija quedó huérfana en tierras hostiles y se ha visto obligado a hacer piruetas para las masas. En un vano intento por defender a figuras de todos los ámbitos, jokers y superhéroes, aislados sci-fi y condenados vampíricos.

Todo ello desde la manía bipolar.
Desde la cúspide maníaco depresiva.

Dicen algunos -los que más me conocen-, que no tengo perdón. 
Que es algo más que voluntario.

¿Qué sabrán?

¿Auguran acaso el hecho de que pagaría miles de mis futuras vidas por hipotecar lo que resta de esta en volarle la cabeza a cualquier hijo de puta?
Porque así es.
Si a cada enfermo mental nos entregasen una sola arma con un disparo, el mundo sería un lugar mejor.
Porque no existe el ser transmutado por el dinero.
No existe lotería que con su maquillaje oculte las llagas de un alma putrefacta.

Años ha yo pensaba en las fiestas navideñas como algo sanador.
Algo blanco como la puta nieve que nunca pisaba mi pueblo.
Algo benigno antónimo a la puta escoria que rodea mis calles cercanas y lejanas.

El grinch me llaman.
Jack Skeleton y Sparrow.
La perla negra eran mis pisos.

Es hora de rugir en un gorgoteo de sangre.
Es hora de mirar al gran y afilado cuchillo como lo que es: Un noble diente de tiburón.
¿Quién ganará la batalla final?

Solo sé que al tigre quieren medicarle.
Solo sé que al rugido lo quieren mermado.
¿Será que le temen?
¿Será que el ser humano no soporta la cercanía de la verdad?
En cualquier caso el tigre ni siquiera tiene ganas ya de vivir.

En el zoo de la vida solo hay espacio para el necio, éxito para el egoísta y reconocimiento para el puerco.

Así no...
Así no..
Así no.

Buenas noches País de Nunca Jamás.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...