domingo, 23 de junio de 2019

Segunda experiencia bipolar sin alcohol (Parte VII)





Las lenguas que conforman las llamaradas del calor acarician mi alma




Podría imaginarse esta línea introductoria como un paisaje apocalíptico, en el cual mi cuerpo yace junto a tantos otros abrasado por las altas temperaturas.
Pero, como todo en la salud mental, las adicciones y demás miserias humanas, la realidad adquiere tonos mucho más lúgubres y subliminales.

La realidad es que peino puntualmente los bares para administrarme dosis, bajas pero regulares, del tóxico.
La realidad es que me revuelvo por las noches en mi lecho, al que ya empiezo a contemplar como si se tratase de un auténtico potro de tortura.
La realidad es que la depresión se consolida, dando brochazos de veracidad al muro de marginación que, lenta pero constantemente, he ido alzando.


Desgranemos esos aspectos un poco.
¿Por qué sigo tonteando con el alcohol?
Mi romance con el tóxico data de más de dos décadas atrás.
Lo canalizo absolutamente todo a través de él, hasta el punto de no querer vivir sobrio ni un minuto. Lo demoníaco de su naturaleza me salta a la vista. No obstante, hay algo en mí, algo autodestructivo, que mora en las sombras de unos pozos cuya sed no parece tener fin.
Soy consciente de que mantiene atada a mi imaginación, anula mi creatividad y alimenta la procrastinación.
Aunque, por otro lado, dibuja en mi rostro esa sonrisa amarga que solo los alcohólicos conocemos bien.
Es la última risa de un payaso moribundo.
La chispa que ilumina la mirada del Joker.
Esa carcajada cómplice que, desde la oscuridad, te dicta los males del mundo que te rodea. Que te anima a disfrazarte y pasar desapercibido, cuchillo verbal en mano. Que te abraza como si mil agujas te atravesasen, para susurrarte que sólo ya estás bien.
Una soledad que a buen seguro pudrirá tu alma.
¿No es esa la esencia del mundo al que perteneces?








Es turno de la segunda parada en el desgranamiento de mi realidad.
¿Por qué los sueños se tornan tortura?
El campo de lo onírico escapa totalmente a nuestro control.
“Se mira, pero no se toca”, elevado a “se mira, se siente, se sufre y se hereda, pero no se posee”.
Se mira lo que tu subconsciente tenga a bien mostrarte. Hilvanado con las delicias de una mente peliculera, el hilo conductor de los sueños mantendrá en suspense todo el terror, el romanticismo, el drama y la tragicomedia que tenga guardados en su chistera.
Uno podrá sentir escalofríos de puro pavor al ver a ancianas arrastrase sobre su torso de piernas amputadas. Podrá sentir el hormigueo en el estómago que proporcionan esos besos selectos que tanto creemos poder experimentar y que, en verdad, tan poco saboreamos. Podrá llorar ante pérdidas presentadas con mimo cruel, y prácticamente despertarse ante absurdidades con la que la mente regará el conjunto.
En medio del periplo, quizá cierto sonambulismo nos sorprenda secándonos el abundante sudor en plena oscuridad.
Sin embargo, es la semilla que los sueños dejarán en nosotros lo que más desconcertará.
El eco de lo perdido, de lo que nunca ha existido, y que quizá nos haya reportado más intensidad que todos nuestros anteriores meses de vida.

En mi caso, considero una tortura haber de sufrirlos en cantidades exorbitantes cada noche.
El que en su mayoría sean vívidos, apoyados en parálisis y terrores.
El que en su mayoría me aporten salvación, para luego arrebatar toda esperanza.








Finalmente, llegamos a la tercera parada del análisis.
¿Es el aislamiento una sabia elección o simplemente una consecuencia del dolor?
Leyendo las crónicas de otros compañeros afectados por diferentes patologías, concluyo lo segundo.
La soledad no tiene porque resultar una enemiga. De hecho, ni siquiera el concepto de la soledad en sí misma es fácilmente valorable.
Es más que conocido el hecho de que uno puede sentirse mísero rodeado de gente, y afortunado al lado de la persona adecuada.
Igualmente conocida resultará para el lector la imagen del tigre herido, agazapado y a la defensiva.
Creo que vivimos en un mundo hiriente.
Un mundo con sed de aplastar, de herir gratuitamente si no hay castigo de por medio.
Es por eso que los enfermos mentales y los toxicómanos erigimos auténticas murallas entre el mundo exterior y nosotros.
Conocida o conocidas ya a las personas adecuadas, resulta natural el hecho de agazaparse y defenderse del resto. Enfermizo como la herida misma que padecemos, pero natural al fin y al cabo.
Ya del caminante dependerá el ignorarnos o decidirse a atacarnos o acariciarnos.


Por el momento, esta serie divagaciones conforman un ensayo a medio camino.
Atrás, un arranque con ilusión en busca de la conquista de la estabilidad maníaco depresiva.
Delante, meses de frío y trabajo. Amor y amistad.
En este mismo instante, a las tres de la tarde de un domingo castigado por la llegada de una ola de calor sin precedentes, la realidad suda sangre coagulada.
Así siento fluir mis palabras.
Espesas. Infectadas. Contaminadas.





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

viernes, 14 de junio de 2019

Segunda experiencia bipolar sin alcohol (Parte VI)






Jugando con fuego.

Ese debería ser el título de este sexto ensayo de la serie, si éstos portasen uno.
Justo en las fechas en las que deberíamos estar brindando por la consecución del primer mes de sobriedad, me doy cuenta de que justo en esta frase va incluido el problema raíz.
El dichoso brindis de celebración.
¿Imaginas la abismal cantidad de cosas que pueden merecer una celebración?
Incluso un hecho tan significativo como el premio a meses de trabajo esconde en sí mismo la trampa que el tóxico lleva asociada.

La mente es juguetona.
Usa la información de un modo que la habilita a moldearla a su conveniencia.
Tanto hablar con anterioridad de lo vital de la brújula interior, de la claridad de objetivos… Para verme trampeando con esa copita que cae solo de vez en cuando.

Afortunadamente, estoy dispuesto a coger de nuevo las riendas del proyecto.
A la recaída que significó la escritura del quinto ensayo le siguieron algunas más. Toda una semana que lanza por tierra las tres anteriores de batalla por la abstinencia.
Las conclusiones a sacar son inmediatas.
Mi vida se ha complicado, ensuciándose en diferentes frentes, enmarañándose en la mayoría de ellos y cerrándose hasta comenzar a apestar.

La inmediatez de estas constataciones alivian mi frustración.
Mi mente debe estar claramente posicionada a favor de dejar el tóxico, pues de no ser así, no concluiría con tanta alegría tales afirmaciones pesadas como losas.
Sin embargo, en esta ocasión sí que me gustaría acercarte a mi realidad. No como intento de justificación, ni con voluntad de convencimiento. Simplemente porque me apetece sentirme, de algún modo, acompañado.






Mi primo ha desaparecido de mi vida, dejando tras de sí ese hueco en el cual eres perfectamente consciente que no vas a poder edificar nada parecido ni equivalente. Como mucho respetar la zona cero, en memoria de todo el dolor que una relación tóxica que se extiende por más de tres décadas puede ser capaz de generar.

Los míos prosiguen con sus vidas en mi pequeño pueblo natal, y la sensación de que las diferentes corrientes geográficas hacen patente la ya de por sí inevitable distancia me corroe por dentro, día sí, día también.

He desarrollado una pereza a quedar con mis amigos en la gran ciudad, y más aún a hacer nuevos. Construida sobre cimientos de envidias y frustraciones, de pesares y malestares, dicha pereza me aísla en el pequeño estudio donde vivo, donde la única ventana al exterior son pantallas digitales.

Los latidos de mi corazón rugen sólidos, fuertes y sinceros, pero la persona a cuyos oídos pretenden llegar está tan lejos, que del grito inicial siento que solo queda el eco de un susurro desvanecido a medio camino.

Mi yo más resuelto, ese que regaría con su carcajada todo este texto, permanece encapsulado ante la ausencia de alcohol. Y junto a su exilio, siento como gran parte de mi alegría y mi optimismo, de mi carisma y mi virtud, se diluyen sin que sienta ápice de su aura.




Esa vendría a ser mi realidad plasmada en un rápido boceto.
Por eso he encendido una hoguera ante la creciente oscuridad que parece rodearme a cada nuevo paso que doy.
Pese a que se dónde me dirijo, pese a que conozco la alegría que el futuro me tiene prometida, no son pocas las noches en las que los aullidos de los depredadores me hielan la sangre. Como buen conocedor de las miserias de mi trastorno, sé perfectamente cuánto debo temer esas fauces siempre atentas a mi fragilidad.

Juego con fuego porque la negrura duele y corroe. Pudre y destruye. Mata y extingue.

Mi psiquiatra parece recibir esta información como un tenista experimentado que se resiste a perder el punto.
Y, por muy frustrante que resulte, considero que disfrutar de un rival como ese es la única vía para que algún día pueda alzar el trofeo de la abstinencia en el circuito de la estabilidad.

Es tiempo de dejar de hablar de yelmos, escudos y espadas. De alejarse un poco de los campos de batalla para recordar y recordarse a uno mismo que no hay nada de épico en dejar una adicción.
Triste es el camino que conduce a las profundidades de sus abismos, y más triste aún resulta el instante en el que uno debe escalar lo caído, pasada la novedad de los primeros pasos.








Naces solo, vives solo.
Cuántas veces me habrán restregado eso esgrimiéndolo como un dogma.
Me lo dicen personas rodeadas de amigos y familia, que como mucho han experimentado la verdadera sensación de soledad en contadas ocasiones. De momentos puntuales convertidos en banderas de sus fortines.
Quién sabe.
Estoy cansado.
Ni quiero asediarlos ni quiero hacerlos volar desde dentro.

Al final, cuando el peso de las cadenas vuelve a ser tu peor castigo y la sobremedicación te tumba hasta extremos que sólo tú percibes… Solo sueñas con edificar tu propio fortín, amurallarlo debidamente y ser feliz en él.
Ardua tarea en la que, no obstante, creo estar dando resueltos pasos.

Por lo pronto siguen las SEBSA, con esta sexta parada que significa al mismo tiempo un nuevo ciclo, un nuevo arranque, en el que, de todo corazón, espero seguir teniéndote a mi lado, con el vago pero cálido aliento de tu mirada recorriendo líneas que nacen de mi alma.





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

jueves, 6 de junio de 2019

Segunda experiencia bipolar sin alcohol (Parte V)





Del mismo modo que he acudido tanto a los míos como al centro de drogodependencia, me dirijo a ti, querido lector, para comunicar que ayer tuve una recaída.
No fue mucho, el día era horrible, se juntaron muchos factores y el bla bla bla que puede antojarse tan eterno como convincente. Una cháchara a la que no voy a recurrir. Porque en un proceso de desintoxicación, así como en tantos otros aspectos de la vida, ante un derribo solo queda levantarse y ponerse a caminar de nuevo.

No es que ande con una resaca descomunal, ni que haya visto de repente la estela de la luz a perseguir.
Todo sigue igual, con la pequeña salvedad de que mi cerebro sigue identificando el atajo del alcohol como una loable medida para capear el temporal.
Mala cosa.
Si no tomo cartas de pura estrategia en el asunto, estos episodios me irán poniendo contra las cuerdas cíclicamente para finalmente darme la estocada con días fatídicos como el de ayer.

Esa estrategia pasa por modificar ciertos aspectos de mi vida y ser radicalmente fiel a ellos.
Como quien se agarra a un saliente en plena caída al abismo desde el cual puede librarse de su fatal destino.
Vida social me dicen algunos.
Ejercicio físico esgrimen otros.
Y en mi cerebro, ante todos esos inputs cargados de buenas intenciones, una palabra resuena desde la lejanía, como un vago eco que emerge de las cumbres de la mente para finalmente hacerse notorio como un grito. Depresión.
La fase más baja de la patología bipolar lleva intrínsecas una serie de prácticas a las que, año a año, acudo religiosamente.
Aislamiento social y apatía se dan la mano con elevado consumo de tóxicos.
Sin embargo, esta vez, una sobriedad que se ha extendido por más de tres semanas consecutivas, ha venido de la mano con una alta productividad literaria.
De nuevo, por enésima vez, he experimentado las mieles terapéuticas de canalizar mis emociones en ríos de letras que, poco a poco, conforman los lagos luego conocidos como mis novelas.

Mucha culpa del furor que me acompaña al teclear, de la razonable comunicación con las musas y de la regularidad de publicación se debe a un cambio de fase maníaco depresivo. Un amago de escalada que comuniqué de inmediato a mi médico y que ha sido atajado de raíz.
De ahí la generosa franja de tiempo transcurrido desde la redacción del cuarto ensayo.
Sobremedicado caigo en los nada agradables pozos de una desgana que roza la procrastinación y un mal humor constante de los que nublan la cabeza como humo de puro mal apagado.








De modo que en estas estamos.
A medio camino.
Atrás, un pasado difícil pero trabajado. Delante, un bello horizonte cada vez más distinguible. Sin embargo, ¿Qué hay del presente?
El reloj señala que estamos a mediodía de un jueves caluroso dentro del pequeño estudio donde me encuentro con mi gata.
El primer libro de mi saga más querida ha sido relanzado, con vistas a ejercer de cimientos de nuevas ediciones para todos y cada uno de los libros por los que tanto esfuerzo he empleado en la última década de mi vida.
Así podría ir hilvanando toda una tela de factores, unos más materialistas que otros, que se extendería hasta el final de este quinto texto de la serie SEBSA.
Pero prefiero atajar y sacarme el as oculto en mi manga.
Prefiero atacar con mi reina que enrocar al rey.

Sinceridad en mano, puedo afirmar, sin lugar a duda, que aquejo de un profundo vacío emocional.
Seguro que muchas personas de luz, unas con contrastado amor hacia mí y otras con marcadas buenas intenciones, podrían parchear el balón pinchado que representa mi corazón hasta dejarlo pulcro y como nuevo.
Pero yo quiero un nuevo esférico.
Quiero sentir de cero, quiero poder tener esa segunda oportunidad que, según tanto se dice, todos merecemos.








Desde México, una bella personita me ha acompañado durante buena parte de esta aventura en la que encuentro sumido. Ha regado las tierras de mi manía y mi depresión con sus consejos y su compañía. Con su paciencia. Con su cariño y con su amor.

De modo que, para el lector avispado, bastará con coronar esta pequeña introducción al núcleo de lo que en mí palpita con la constatación de que estoy muy ilusionado. Albergo muchas esperanzas en que, algún día, lograré salir de las trincheras amargas de la lucha contra todo y todos.
Para pasear por verdes prados donde tumbarme y, simplemente, ver las nubes pasar.
Sonriendo por fuera y por dentro, saboreando, como solo los que hemos sufrido de verdad sabemos, lo que significa verdaderamente el concepto paz de espíritu.

Por ahora, tras haber cerrado los ojos por más de una hora para otear mi mundo interior y convertirlo en palabras, alzo mi mirada y un gesto amargo tuerce mi rostro.
Veo aún mucha desolación.
Mucho humo de llamaradas demasiado recientes.
Y ese Monstruo, siempre esquivo, siempre en la sombra, sonriente.

De modo que no me queda otra, tras la alarma que activó mi recaída de ayer, que agarrar lanza y escudo y colocarse bien el yelmo.
Como reza el final del fim 300, ya con la suerte echada sobre la batalla de las Termópilas:



Si alguna alma libre pasa por este lugar,
en los incontables siglos que están por llegar…
decid a los espartanos, caballeros,
que aquí, por la ley espartana, yacemos.





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

martes, 4 de junio de 2019

Relanzamiento de La cabaña: Una tercera aproximación





¡La cabaña!
¡¡El oscuro laberinto de la psicosis!!
¡¡¡Ya a la v…!!!


Vale, respiraré hondo.
Se trata de un momento muy especial para mí, y antes de compartirlo contigo, querido lector, debo lanzarme a tejer este tercer acercamiento a la nueva edición de La cabaña.
Porque, como dije en anteriores posts, aún quedan muchas cosas en el tintero.

En esta ocasión quisiera hablar de la maquetación a la que se ha visto sometida la revisión de la obra.
A la espera de que lleguen mis primeros ejemplares en físico, puedo decir, gracias a las vistas previas, que el resultado es, al menos para mí, algo realmente maravilloso.

Algunos lectores de la primera edición aquejaban cierto caos en la organización de los capítulos y anexos de la obra.
Éstos últimos se encontraban al final del libro, de modo que era necesario avanzar a ellos para, tras finalizar su lectura, retroceder al punto donde se había dejado la historia principal.
Es una de las muchas cosas que se han modificado.
Ahora las ilustraciones nos dan la bienvenida a cada capítulo, los títulos nos llevan de la mano en la aventura y los anexos gozan de fuentes y márgenes lo suficientemente distintivos para que el único laberinto en el que nos perdamos sea el de la propia trama.








Páginas de fondo oscuro como los abismos de la mente encabezan y concluyen los relatos mas largos.
El ‘Making of’ de un libro en papel es, en sí misma, una historia digna de ser contada.
Sin embargo, me reservo estas anécdotas para más adelante, cuando la embarcación de esta novela ya se encuentre bien entrada en alta mar.








De momento sale del puerto.
Y, de veras, que el barco luce sólido y precioso.
En las páginas que lo conforman, una emocionante historia te está esperando. Quizá por momentos te descubras incrédulo ante el horror. Quizá el dolor te cause estremecimientos. Pero, dentro de esa corteza amarga como es la enfermedad y el trastorno maníaco depresivo en particular, hay un torbellino de vida, un huracán de ansias por respirar oxígeno puro y una incesante lucha contra los titanes que la mente humana puede generar.
No estarás solo en un viaje que promete tormenta e inmenso oleaje.
Recuerda que todo un elenco de personajes va a acompañarte.
Hazlos tuyos.
Personifica la historia.

Ese es, cuanto menos, el principal deseo con el que redacté todas y cada una de sus líneas.
Poder transportarte a cada mundo y situarte frente a cada personaje.
Hacer que sientas lo cálido de esa hoguera en medio de un entorno tan hostil.

Ahora sí.
Ya puedo gritar, y hacerlo con todas mis fuerzas:



¡La cabaña: El oscuro laberinto de la psicosis!





Consulta mucha más información en la web:






Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...