HOOK: EL CAPITÁN MANÍACO DEPRESIVO
¿Eres tú mi grande y digno oponente? No puede ser... Este
bacalao, endeble, enclenque, blandengue e inerte que tengo ante mí. Tú no eres
ni la sombra de Peter Pan.
Durante años he vivido con mi propio País de Nunca Jamás en
la cabeza. Refiriéndome a las redes sociales como ese paraje, volqué en ellas
una suerte de escalada imaginativa que alcanzó su cúspide con la inauguración
de mi blog de relatos, llamado como no, Relatos del País de Nunca Jamás.
Aunque el lore de ese lugar fantástico es generoso, voy a acotar
un poco su visión para tratar de efectuar esta entrega de ‘El símil’. De hecho,
voy a centrarme muchísimo en un personaje que siempre me ha fascinado, por el
que siento predilección y, sin embargo, no me deja otra opción que la de asignarle
el trastorno bipolar en esta comparativa. Se trata del Capitán James Garfio.
La cita con la que abro este texto representa cómo enfoca mi
identidad primera la visión de Garfio. No fui un niño perdido, en absoluto,
pero sí que era un chaval un tanto peculiar. Mis extremas dificultades en
ámbitos sociales saltaban a la vista en cuanto mis pies pisaban el exterior de
mi casa, donde una simple habitación servía de telescopio con el que mirar tan
de cerca mi País de Nunca Jamás, que el jugar con mis muñecos y dibujar durante
horas se repetía día sí día también. Eso evidenció con el tiempo la existencia
de cierta luz en mi interior, y durante años así me moví por la vida.
Cuando una invisible necesidad de ansiolíticos despertó en
mi la sed tras descubrir mis primeras cervezas, no solo experimenté la clásica transformación
del ebrio, sino que poco menos vi mi identidad, tal y como la conocía,
suplantada. Como si de un barco de tripulación pacífica me tratase, fui
atacado, invadido, conquistado y finalmente moldeado para pertenecer a la flota
de una nueva identidad que habría de crecer, lamentablemente, mucho en adelante.
- Acabo de tener un apóstrofe.
+ Querrás decir una epifanía.
- Un rayo acaba de herir mi cerebro.
+ Cómo debe doler eso.
+ Querrás decir una epifanía.
- Un rayo acaba de herir mi cerebro.
+ Cómo debe doler eso.
El momento del diagnóstico en el ámbito bipolar resulta
especialmente duro, como un ‘shock’ del cual no despiertas hasta pasado un buen
tiempo, hasta el punto de que miden estadísticamente la etapa de aceptación de
la propia enfermedad en nada menos que diez años.
Hay personas de todo tipo, sin embrago creo que en el caso
de este trastorno, siempre hay un momento que sirve de pistoletazo de salida a
la desagradable carrera hasta la aceptación final. En mi caso, el ver mi
identidad modificada de aquel modo fue como cuando Jack, hijo de Peter Banning
en el film Hook, va a recibir su primer pendiente. Solo que yo sí sentí como el
garfio del Capitán me atravesaba, en este caso el corazón.
A partir de ese punto Hook toma control de mi vida. Echando
la vista a la anterior cita, el rayo que el pirata afirma le ha atravesado el
cerebro, bien podríamos extenderlo a la Terapia Electro Convulsiva.
Personalmente no la he experimentado, pero si he comprobado horrorizado los
efectos a corto plazo de lo que ese bonito nombre, de arcaica y brutal
naturaleza, perpetra en los pacientes. Explico esto porque así es la vida del
Capitán Garfio maníaco depresivo, que acoto en los años que transcurren desde
un diagnóstico de bipolar hasta la aceptación de la enfermedad y, quizá,
incluso de uno mismo. Durante esos años, la conocida labor de los piratas del
País de Nunca Jamás. Juergas, pillaje, violencia… En forma de borracheras
ansiolíticas, robo de la felicidad ajena y ataques verbales de exacta
precisión. Y lo más importante, el enfermizo objetivo de acabar con Peter Pan.
- Dilo, Peter, de corazón.
+ Creo en las hadas.
- ¿Conoces el lugar que está entre el sueño y la vigilia? ¿ese lugar dónde aún recuerdas los sueños? Allí es donde siempre te querré... Peter Pan. Allí te esperaré.
+ Creo en las hadas.
- ¿Conoces el lugar que está entre el sueño y la vigilia? ¿ese lugar dónde aún recuerdas los sueños? Allí es donde siempre te querré... Peter Pan. Allí te esperaré.
¿Quién es Peter Pan en esta comparativa? ¿Quién Peter Banning,
su versión adulta?
Ese niño que creía no solo en las hadas, sino en todo un
País de Nunca Jamás particular. Esa persona que debería haber madurado a su
ritmo, pero que sin embargo siempre estuvo sumida en una guerra mental. Esa
guerra con los piratas de su propia mente, capitaneada por el trastorno de Hook.
Campanilla se ubica en un punto onírico tan mágico como ella
misma. El latido de su corazón, sintiendo un amor incondicional por el que quiere
ser niño siempre, sea quizá una buena brújula para mí a la hora de dar con esa
identidad que se perdió.
Sin embargo, los mares de mis sueños son furiosos océanos
cuyas olas son feroces pesadillas. Los mares de los que disfruta el capitán
Garfio, surcándolos entre ebrio e iracundo, entre conquistador y profundamente
idealista. Y esta imagen, este concepto que tengo de Hook, me hace detenerme en
este mismo instante para lanzar una última reflexión.
¿Qué sería de este mundo sin el Capitán Garfio?
Encontrarme a mí mismo. ¿Se trata de dar con la luz de la
especie de Peter Pan original? ¿De aniquilar o simplemente huir de esa
identidad diferenciada que asocio a Hook?
En verdad todo son piezas de un mismo puzle. No creo que
resulte beneficioso para nadie el ejercicio de partir su identidad en partes
diferenciadas. Así pues, en esta última reflexión lanzaré una pregunta: ¿Son
los bipolares un Capitán Garfio que de niño fue Peter Pan?
En este nuevo escenario, la pelea se hace más factible y real.
Que Garfio desee aniquilar a su yo infantil es su única opción para poder vivir
la vida del modo que le plazca. Por otro lado, el niño que quedó encapsulado en
mi interior cuando primero el alcohol, luego el diagnóstico, lo sellaron en ese
lugar, sigue brillando. Tal y como lo hacía en su habitación, con sus muñecos y
sus dibujos.
¿Qué hay pues de los momentos en los que los bipolares nos
encerramos en nuestro camarote, para crear de algún modo? ¿No está nuestra
condición de Garfio en ese instante haciendo uso del brillo del que se sabe
poseedor?
En el film, como he comentado antes, Peter Banning representa
el crecimiento sano de Peter Pan. En mi vida, en este artículo, curiosamente, la
versión adulta de Pan no otra que Hook. No es la antítesis que se da la mano a
si misma, no es el ying y el yang, se trata simplemente de un proceso de
maduración en el que el niño no era capaz por sí mismo de aceptar algo tan duro
como una enfermedad mental.
Llegados a este punto, y a modo de despedida, moldearé la
última cita.
¿Qué hubiese sido del niño sin la aparición de Garfio, y qué
de éste sin el brillo de Pan?
Todas las imágenes están sacadas de Google

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