martes, 27 de octubre de 2020

Prólogos de la saga Identidad | El símil parte II: Días de Rebeldía y noches monstruosas (por Óscar Millán Vivancos)

 



Ha sido todo un honor para mí que Víctor me haya elegido para prologar este nuevo episodio de su saga Identidad. Y me está resultando un verdadero placer. Eso sí, os cuento: antes que nada, me puso a hacer los deberes. Me hacía ilusión, pero había que currárselo un poquillo. Como todo escritor que se precie, he tenido que documentarme para saber de qué iba a hablar. Ya había leído su primera entrega, La cabaña. Aquello me pareció casi un libro de relatos, diverso y muy bien escrito, novelizado y verdaderamente innovador. Así que para acometer la misión que se me había asignado, comencé a entrar en materia, leyendo, en principio, La taberna, libro muy interesante cuyo principal protagonista acaba siendo el mismo autor. Y he seguido acercándome más y más al corazón de la bestia… Por ello, recientemente me adentré en todo un resort narrativo y de acción como puede resultar El símil, ya el antecedente directo del actual Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas. Y ya vi en El símil una muy consistente construcción narrativa fantástica que se diversificaba en varias, según te adentrabas entre sus paredes de papel, combinándose con los ensayos sobre psicología y psiquiatría que remataban cada relato (casi novela corta cada uno de ellos). Aquello ya era una gran novela, muy maciza, o bien una serie de novelas cortas relacionadas unas con otras, un proyecto realmente ambicioso y bien acometido por Víctor Fernández García. No solo me pareció vanguardista esa hermandad de novelas de ambientación cinematográfica, sino que los intermedios separadores entre ellas, esos ensayos sobre enfermedades mentales, expresados desde el punto de vista de un paciente, enriquecían y refrescaban de modo realmente interesante aquel volumen (sin mencionar la calidad del diseño y las ilustraciones que suelen acompañar los libros de Víctor F. G.).

          

          El mundo de la literatura en muchas ocasiones es llevado al cine. Sin embargo, Víctor F. G., en las dos últimas entregas de su saga IdentidadEl símil y este Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas, más bien ha hecho lo contrario: ha engendrado cientos de páginas literarias usando como fuente de inspiración, por momentos, algunos materiales cinematográficos. Cierto es que a su vez esos materiales visuales provinieron en su tiempo de obras literarias de otros autores, así que esto tiene algo de "hacer justicia": deconstruir, descodificar lo que previamente había sido codificado en imágenes por otros. Lo que surgió del papel que vuelva al papel. Por cierto, he dudado, por un momento si mencionar las famosas películas a las que el autor ha hecho un homenaje en esta entrega, siguiendo el estilo de su anterior El símil, pero he llegado a la conclusión de que nos conviene a todos cada vez más que no nos lo den todo masticado, que ya nos basta con la inmediatez de Internet. Que ya comienzan a aparecer talleres para trabajar con nuestro intelecto y nuestras aptitudes memorísticas, para que dentro de algunos años quede algo digno de nosotros. Por tanto, lo bonito es el juego: que cada lector se las apañe para adivinar a qué hace referencia Víctor en cada ocasión. Por otra parte, en general es bastante obvio. Son historias modernas conocidísimas y que no han caducado. Sus elementos principales son fácilmente reconocibles.

   

           Ya que acabo de referirme a Internet, voy a comentar una curiosidad: Víctor y yo, en el momento en que escribo este prólogo, todavía no nos hemos visto nunca en persona. No por ello diría yo que seamos amigos “virtuales”, ya podemos decir que nuestra amistad, nuestro colegueo, nuestro compañerismo, es algo real. Pero es cierto que nos conocimos, hará más de un año, a partir de que nos caímos bien en una página de Facebook de escritores de todo el mundo hispanoparlante en la que ambos coincidimos y nos vimos luchando, a diestro y siniestro, a capa y espada, contra enemigos virtuales insultantes. Hicimos frente juntos a bastantes mequetrefes que, revolcándose en su pedante mediocridad, creyéndose dioses, intentaban anular a los pocos artistas reales, creadores que realmente sí que aportaban algo nuevo y original a todo aquello. Entre nosotros surgió cierta camaradería, nos caímos bien, y juntos, y tal vez ayudados por algún aliado más, los pusimos a caldo, como Cyrano de Bergerac puso a caldo, él solito, a un centenar de petimetres, en una noche… y a otra cosa mariposa. 

            Así, nos separa el Mar Mediterráneo, pero ya hemos colaborado el uno con el otro en tareas literarias comunes, atacamos juntos al mundo desde la misma revista literaria, y nos comunicamos todo lo que queremos y más ayudados por las redes sociales y hasta algo tan extraño y anticuado como el teléfono, si hace falta. Ya nos veremos en alguna ocasión. Quedan días. Lo cierto es que en la actualidad no conviene viajar demasiado. Seguimos luchando contra una pandemia mundial digna de la atención narrativa de todo buen autor…

            La lectura de El símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas ha sido amena y agradable, ha sido un ejercicio realmente intenso. Es una novela potente, por momentos una rara avis bélica, de fantasía, de ciencia-ficción, de horror… que puede recordar, incluso, la desoladora oscuridad de los potentes bestsellers del berlinés Sebastian Fitzek, por ejemplo (aunque a otros se les haría más evidente, tal vez, un Stephen King).

            

            Pensaba hace no mucho que no suele aparecer el sexo, las cuestiones sexuales, en la narrativa de Víctor F. G. Se me ocurría tal vez comentar algo al respecto en este prólogo, si era algo mencionable que hacía la narrativa de Víctor un entretenimiento apto para todos los públicos… Pero he tenido que tragarme mis palabras, pues hay sexualidad de la buena en este Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas. Un poco de todo: amor, sexo, humillación… La verdad es que es positivo y esperanzador encontrar referencias al Bullying, a la violencia de género, a las adicciones, y otros problemas individuales y sociales en un joven autor como el que nos ocupa. Hay crítica latente a la actualidad en todo ello. El autor no opina: toma partido describiendo lo que haga falta. A buen entendedor…

            Pero vayamos a lo nuestro. La entrada de El símil II: Días de Rebeldía, noches monstruosas, a mi juicio, es una entrada futurista, como de ciencia ficción. A veces nos parece caótica, poblada por algúnflashback sin aviso. Esto ayudará a poner más atención. Además, pronto aparece una metáfora filosófica que corta el aliento por su originalidad. Y, en fin, la narrativa es impecable, con cambio incluido de narrador en alguna ocasión.

            Quien lea este libro sin conocer los otros de la saga Identidad, va a disfrutar de una narración unitaria y bien construida, con aspecto de novela clásica juvenil. Quien haya ido leyendo ordenadamente los libros de la saga (La cabaña, La taberna, El símil y ahora El símil II) disfrutará según van apareciendo esos personajes especiales que Víctor ha producido y a los que sus lectores enseguida reconocemos. Alguien me dijo alguna vez que necesitamos algo de rutina en nuestra vida, eso nos da estabilidad. Es imposible vivir en condiciones en un entorno siempre cambiante. Los que hemos seguido la saga Identidad hasta ahora, ya reconocemos a sus personajes principales. Nos aportan cierta monotonía relajante, algo a lo que agarrarnos, aunque sea en un auténtico infierno ambiental en el que todo es posible. Y el bueno y experimentador de Víctor F. G. al menos respeta a sus personajes principales, seres humanos ideales que irán acompañando al escritor y a sus lectores en todas sus entregas. Así, cuando leamos una referencia a un ser encapuchado sabremos enseguida a quién se está refiriendo, igual que cuando aparezca un chico rubio con una rígida coleta que deja su cabello en tensa armonía.


            La protagonista de esta historia, cuyo nombre no vamos a revelar, ni falta que hace, y que ya es conocida de antemano por algunos lectores, vivirá entre varias realidades distintas, una de ciencia-ficción, otra de película de fantasía... y otra interna, la más terrorífica, por cierto. Y es que aparece en este libro un tema muy interesante, como es la exploración o el análisis onírico. Precisamente llegamos en este terreno a una tensión muy aguda, muy lograda, unas páginas impresionantes, a mi juicio, que constituyen el clímax central de esta obra. Y que me dejan de pie aplaudiendo un buen rato una vez acabada la misma. Constituyen una piedra preciosa, un brillante de los caros, en cuanto a la materia trabajada y a su aspecto estético narrativo, su presentación final. El lector se encontrará como grata sorpresa esa tremenda sucesión de páginas centrales, potentes, realmente impactantes e intensas, de pesadilla, haciendo honor al título del libro. En ello Víctor F. G. demuestra que es un narrador consolidado con un ya nada despreciable recorrido. Y que la mejor inspiración te visita únicamente cuando estás trabajando. Solo entonces puede aumentar tu intensidad.
            Este libro, en mi opinión, es muy diferente a los anteriores de la saga, en cuanto a que su autor ha conseguido, por fin, distanciarse de sí mismo, hablarnos de otros seres literarios, ficticios, sin hacerlos del todo suyos,  dejando que fluya libremente, si esto es posible, su materia narrativa, presentándonos así un tipo de novela, de trabajo de ficción, con mucha acción, al que estamos más acostumbrados, más lineal, menos vanguardista, menos experimental, más mainstream, tal vez, pero muy logrado, totalmente digerible, un producto realmente entretenido. Hasta se podría imaginar siendo proyectado en una gran pantalla, si fuera llevada esta historia al mundo del cine. Realmente es muy visual, y, por tanto, imaginable.    

            Se agradece esta construcción lineal, la novela que hemos definido como “unitaria”, en este caso. Al final del libro nos encontraremos un artículo del autor, un ensayo acerca de aspectos determinados de algunas enfermedades psiquiátricas y su relación con sus propias obras narrativas. Esto también se agradece, pues el lector puede así, posiblemente, resolver algunas dudas que le podrían haber surgido al leer este libro. Estamos acostumbrados a la presencia del autor, a la descripción de sus vivencias traumáticas, de su principal problemática existencial que hacen de estos libros un género literario especial, en parte experimental, posiblemente sin quererlo. Los libros de Víctor F. G. hablan mucho de sí mismo. No le queda más remedio. En parte tiene algo de advertencia, de nota explicativa a pie de página, pero también es un camino que su propio autor ha abierto, simple y llanamente, por generosidad, porque escribir es un modo de comunicarse. Y a él le encanta hacerlo. No se esconde si puede evitarlo. 

            Este libro es el que más he disfrutado de los cuatro que conozco por ahora de la saga Identidad, precisamente porque es aquel en que más madurez he encontrado en su autor y menor dependencia. Víctor no va a repetir a sus seguidores lo que estos ya conocen, simplemente aporta a modo de ensayo un símil final en el que comenta algo muy importante que no todos los mortales saben: hay vivencias psíquicas que todos podemos experimentar alguna vez de modo casual, a las que otros, una minoría, pero muy numerosa, de seres humanos, no ha tenido más remedio que acostumbrarse. 

            Las cuestiones clínicas son siempre íntimas, personales e intransferibles. Lo curioso es que alguien, para no sentirse acorralado o marginado, se haya decidido invenciblemente a no dejarse callar y sea capaz de producir tanta belleza a partir de todo ello. Y que dure.

 

Óscar David Millán Vivancos




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