EXTRACTO DE LA
LIBRETA: Cementerio
Una espesa niebla
deambulaba alzándose un par de palmos sobre el suelo del cementerio.
Estaba construido en
la cima de un promontorio a las afueras de la localidad donde él
vivía.
Con las manos en los
bolsillos, Tylerskar sentía el castañear de su dentadura mientras
el vaho que emergía de su boca le indicaba que la temperatura de ese
otoño había iniciado un descenso en picado. Precisamente esa noche.
Como si de una
macabra casualidad se tratase, el frío se había aliado con el
primer aniversario de esa misteriosa fecha que tanta pena le
reportaba. Aunque no sabía por qué.
La causa de ese
dolor le resultaba esquiva, pues al parecer algún tipo de amnesia
había hecho mella en él, deshilachando sus recuerdos y perdiéndolos
en el oscuro pozo de la ausencia.
– Joder, ¡Vaya
sitio! – La voz de resolución fue acompañada por un sonido de
chasquido de ramas secas. Cuando Tylerskar se giró, vio a su
compañero maldiciendo en voz alta mientras pateaba la leña que se
arremolinaba a cada paso que trataba de dar en dirección a él.
– Deja de
quejarte. – Una segunda voz, más aguda, se podría decir que
afilada, cortó la gélida brisa de la noche al dirigirse a
Resolución. Tylerskar sonrió. La presencia de Rectitud le
reconfortaba.
Quizá no lograse
recordar nada, pero de algún modo sus compañeros de viaje no le
resultaban extraños, y parecía que le iban a acompañar en la
tesitura en la que se encontraba.
– ¿Dónde diablos
se ha metido Experiencia? – Bufó Resolución, al tiempo que
palmeaba el hombro derecho de Tylerskar al llegar a su altura, desde
la cual se hubiese podido contemplar una vista panorámica del
poblado cercano al cementerio, de no ser por la niebla que esa noche
parecía inundarlo todo.
A lo lejos, tenue y
difuminada, una luz parecía iluminar las oscuras calles de la
población vecina.
Sin embargo
Tylerskar no sentía la necesidad de buscar cobijo para resguardarse
de las inclemencias de esa noche en la que una inmensa luna llena
presidía un tétrico espectáculo de negros nubarrones cruzando los
cielos.
Se sentía triste, y
el cementerio le despertaba la sensación de que se encontraba allí
para despedirse… Aunque él más bien estuviese esperando algo.
Buscando a alguien.
Cuando Joel cerró su libreta, quedó sorprendido de cómo el
ambiente había cambiado desde que tiempo atrás se había lanzado a
una concentrada escritura.
En una esquina de la
barra de madera, el camarero acababa de colgar una especie de
guirnalda festiva en la cual docenas de calabazas, de pérfida
sonrisa y mirada encendida, ondeaban mientras el último de los
extremos era atado.
Joel necesitó algo
de tiempo para emitir un suspiro y dejar atrapada en su libreta
aquello que tanto le inquietaba.
Había perdido la
memoria.
Al menos, todo lo
referente a entorno familiar y social.
Sabía que estaba en
la taberna, que a juzgar por el ambiente festivo y la decoración se
iba a celebrar Halloween… Y poco más.
Se levantó del
taburete y ayudó a bajar al camarero de encima de la barra cuando
éste hubo acabado su tarea.
Entonces se giró
para ver como el considerable gentío se repartía por la docena de
mesas del local. Considerable para lo que estaba acostumbrado.
Unas diez personas,
de lo más variopinto, se daban cita allí en ese momento.
Perdidos en
diferentes conversaciones y lanzados a las carcajadas y el buen
humor, el ambiente que se estaba gestando resultaba agradable.
Sin embargo, algo
ensombrecía el interior de Joel.
Había tratado de
captarlo en su libreta en el escenario del cementerio, y meditó
dando una vuelta de tuerca más a la sensación que le embargaba de
encontrarse a la espera de algo.
Fue entonces cuando
esa chica entró en la taberna.
Había pasado poco
tiempo desde aquel suceso innombrable y, por supuesto, salir a la
calle para mí suponía ser valiente y enfrentarme a mis propios
sentimientos. Y no, no lo era. No en ese momento. La única opción
era escapar de mis propias emociones hacia algún lugar remoto, pero
¿cómo hacerlo si salir de mi refugio era una odisea?
Aun así, lo hice.
Me alejé de la zona de Reina Mercedes para adentrarme en la avenida de La Palmera. No sé en qué momento la niebla apareció tan baja, pero acabó consumiéndome de tal forma que solo era capaz de percibir mis propios pasos. ¿Podía ser más macabra mi situación en Halloween? Por suerte para mí, no.
Seguí avanzando a pesar de la poca visibilidad de mi entorno hasta que, a lo lejos, vi una luz que poco a poco se hizo más intensa. Me acerqué con rapidez segura de que sería un buen refugio donde permanecer hasta que la niebla se disipara. Cuando estuve cerca identifiqué al instante el lugar. Abrí la puerta y entré.
No esperaba encontrarme el local tan lleno. Al menos en mi mente solía estar más tranquilo, con unas cuantas personas charlando de forma animada, pero sin provocar demasiado alboroto. En ese momento, no obstante, ver a tanta gente a mi alrededor no era lo que buscaba. ¿No se suponía que era mi lugar de paz y que yo decidía de quién rodearme? Respiré hondo y me dirigí a la barra para pedir un café caliente. En el trayecto había pasado frío, aunque me atrevería a asegurar que había sido más la sensación de incertidumbre provocada por la niebla que otra cosa. Me senté en un taburete y observé a todos los que reían y conversaban a mi alrededor. ¡Me sentía tan sola! Era curioso por la cantidad de veces que había acudido a aquella taberna para evadirme del mundo real, de mis problemas. Sin embargo, en las circunstancias en las que me encontraba necesitaba algún tipo de compañía. Una que me relajara con su sola presencia.
—Un café como siempre, por favor. —En cuanto supe que el hombre había anotado mi pedido, apoyé la cabeza sobre mis manos y volví a suspirar.
No estaba pasando por mi mejor momento.
—Aquí tienes, Olivia. —Aquel trato tan cercano me hizo pensar que, efectivamente, me encontraba donde pensaba.
Nunca supe su nombre, pero tampoco se lo pregunté.
Con las dos manos rodeé la taza y las calenté. Observé durante un buen rato el líquido marrón hasta que eché el azúcar y con la mano derecha moví la cuchara para mezclar todo. Cuando terminé, volví a quedarme absorta mirando el líquido y pensando en mis cosas. En las despedidas amargas, las verdades que me había negado a aceptar y en mis sentimientos cada vez más intensos. Sacudí la cabeza para alejar cualquier posible recuerdo y bebí varios sorbos de aquel delicioso café. Bajé la taza y la posé sobre la mesa. Relajé los hombros y perdí mi mirada entre el mar de gente que me rodeaba. Solo eran 10 personas, según había contado, pero me seguían pareciendo demasiadas.
Entonces mis ojos se encontraron con los de un chico que me observaba con detenimiento. Entrecerré los ojos y, con la taza de café en la mano, me levanté del taburete para acercarme.
— ¿Te conozco? Porque nunca te había visto por aquí.
Un buen comienzo, a ver como llegan a conectar estos personajes tan diferentes entre ellos. Tengo curiosidad de ver como va avanzando esto ^^
ResponderEliminar¡Hola, Víctor!
ResponderEliminarVengo del blog Ficción romántica tras leer este primer capítulo, y tengo que reconocer que me ha gustado mucho, sobre todo tu parte ya que ha sido un descubrimiento para mi. No estaba muy segura si darle una oportunidad a tu novela, pero el pequeño fragmento que escribe Joel me ha intrigado mucho, y tu narrativa me ha gustado así que no tengo excusa para no leer La taberna. En cuanto pueda espero hacerme con él y disfrutar de sus páginas (esto último si la universidad me deja claro xD).
¡Me quedo por aquí! :D
¡Besos!
¡Gracias Silvia!
ResponderEliminarEspero que te estén cuajando bien por el momento.
En breve el capítulo segundo :D
Buenas Kiera R. :)
ResponderEliminar¡Qué bien que te haya gustado tanto el capítulo y mi parte en concreto!
Si te ha intrigado el mundo que crea Joel en su libreta entonces creo que es posible que este artículo, que analiza la relación entre mis novelas 'La cabaña' y 'La taberna', puede resultar de tu interés, pues es un mundo común a ambas.
bit.ly/2dBknny
Tanto si decides leer 'La taberna' como si quieres comenzar por 'La cabaña' estaré más que encantado de conocer tus impresiones, cuando la universidad te de un respiro claro está jaja
¡Gracias por seguir el blog!
Veo que tú también tienes uno, 'pallá que voy :D
¡Un abrazo!