– Menudas vistas.
– Resolución admiraba solemne un horizonte donde el crepúsculo
dotaba a una sierra de lejanas montañas de los mismos grises
azulados del cielo y el mar que las enmarcaban.
En su mano recostada
con elegancia en los pantalones de su traje, un cigarrillo al que
apenas había pegado un par de caladas se consumía.
Una suave brisa
hubiese mecido su cabello, de no ser por la gomina que, como siempre,
lo peinaba hacia atrás dejando relucir una frente despejada con unas
entradas que se insinuaban.
El cabello que sí
ondeaba al agradable y moderado viento, era el contenido en la rubia
coleta de su acompañante en esa improvisada conversación.
Rectitud, que por
toda respuesta a su comentario se había limitado a mostrar sus
colmillos verdaderamente puntiagudos, permanecía de brazos cruzados
también contemplando la estampa del paisaje.
En la noche que se
cernía sobre la casa de playa, un farolillo dotaba con su luz de
calidez a la terraza en la que se encontraban.
– ¡Vamos, chicos,
dejad de estar tan aburridos, tenemos algo que celebrar! – La grave
pero simpática voz de un tercer individuo rompió la serena calma en
la que Resolución y Rectitud habían estado inmersos. Experiencia se
acercaba por detrás con una jarra en cada mano, apoyadas en la
prominente barriga que delimitaban los tirantes verdes que agarraban
sus pantalones anchos.
La música sonaba
desde el interior de la casa.
Era una música
marchosa, rockera, que contagiaba buenas vibraciones.
Tal afirmación
carecía de debate posible si se tenía en cuenta a la niña que,
desenfadada, se movía al son de las melodías jugueteando con la
gata de Joel.
El atuendo de
Ilusión para la ocasión consistía en un diminuto vestido color
turquesa cuyos volantes ondeaban a cada paso de baile que la niña
improvisaba.
Cuando la gata quedó
colgando de ellos, provocando la divertida histeria de Ilusión,
Esperanza dejó escapar una elegante carcajada.
La mujer que siempre
acompañaba a Ilusión lucía esa velada un rostro de facciones
relajadas, una mirada soñadora que brillaba y una sincera sonrisa
que no terminaba nunca de desaparecer de la comisura de sus labios.
– ¡Joel, sal aquí
de una vez! – La voz de Experiencia se hizo escuchar por encima de
la música y el lejano sonido del oleaje que terminaba su viaje en la
arena de las playas más cercanas.
Un tiempo después
todos se encontraban reunidos entorno a un espléndido banquete.
Hablaban de un libro que iba a ver la luz en breve.
– ¡El monstruo
del lago también debería estar aquí! – Las palabras de Ilusión
brotaban peinando todo aquello que se le venía a la cabeza. La
desaprobadora mirada que le lanzó Esperanza se produjo al mismo
tiempo que una rápida colleja propinada por parte de Rectitud, lo
que despertó las risas de todos.
Las anécdotas no
paraban de sucederse una tras otra, pese a que Joel guardaba el mismo
silencio que le había caracterizado durante buena parte de la
jornada.
Tras él, la luz del
farolillo quedó momentáneamente eclipsada, proyectando una sombra
de lo que parecía una alta figura encapuchada en el suelo de la
amplia terraza.
– Mira quién ha
venido también… – Resolución hizo un gesto con la cabeza, a
modo de saludo, mientras dirigía esas palabras a la posición donde
Conciencia ponía sus oscuras manos, extrayéndolas de su gran
túnica, en los hombros de Joel.
– Deberíamos
brindar. – Experiencia súbitamente se puso todo lo solemne que
pudo, y mientras se aseguraba de que todo el mundo tuviese en su
jarra una buena dosis de su brebaje, posó su vista en Joel.
Al poco todos los
presentes hicieron lo mismo.
Joel inspiró
sonriendo ante lo que le rodeaba.
Se levantó de su
silla y, alzando la copa, aguardó antes de hablar a que Esperanza e
Ilusión, Rectitud, Resolución y Experiencia lo imitasen.
– ¿Eres
consciente de lo que simboliza la publicación de nuestro libro? –
La voz de Conciencia, en esa ocasión, solo pareció escucharla el
joven.
Habló en tono firme
y sin vacilar.
Trataba de no
detenerse en nadie en concreto al dejar salir sus palabras.
Quería que fuese un
brindis de todos.
– Por la taberna y
su libreta para el recuerdo, que pronto verá la luz. – Ese momento
coincidió con el clímax del tema que sonaba, y mientras todos
alrededor de la mesa celebraban, tras el brindis, el anuncio emitido
por Joel, a éste la visión pareció difuminársele mientras
sopesaba las palabras de Conciencia.
No obstante, se
sentía bien.
La publicación de
ese libro le hacía tanta o más ilusión que al resto.
Ficha de ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’
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Muy bonito y una buena introducción, Ya que inspira y te dan ganas de leer dicho libro por lo poco que comentan y las emociones que inspiran.
ResponderEliminarA ver si dentro de poco acabo las ilustraciones >w<
Wow pues es fantástico que te hayan entrado ganas de leer el libro con unos personajes tan 'problemáticos' como los que nos ocupan...
EliminarEn cuanto a las ilustraciones, lo importante es que sigan quedando tan bien como las que llevas dibujadas, ¡Ánimo con ello!
En breve saldrá una entrada dedicada a tus ilustraciones en 'La taberna' ^^
¡Un beso Silvia!