martes, 28 de febrero de 2017

Si ella estuviese aquí




Dejemos a un lado las cosas materiales… Sin perderlas del todo de vista hasta dentro de un rato.

Si solo pudiese juzgar los hechos que me han conducido a escribir estas líneas bajo un prisma de egoísmo, también ella saldría ganando. Eso se debe a que, como bien dice, nunca ha pedido, pide ni pedirá nada para sí misma.

Si yo fuese un bala perdida y fuese feliz con ello no habría lugar a ningún texto, más bien ni a reflexión alguna.
Pero hay que tener en cuenta, de entre los múltiples factores, que padezco un trastorno bipolar. Con eso no se puede jugar, pues en sus fases maníacas y psicóticas uno pierde en buena medida el control generando altas cotas de sufrimiento propio y ajeno.
De eso, lamentablemente, ella también ostenta un saco generoso.

Si ella estuviese aquí.
¿Por qué este título?
Porque muchas veces, perdidos en el huracán de unas vidas siempre en movimiento, cuesta encontrar el momento de pausa adecuado, el instante pertinente, para decir todas las verdades intentando que ninguna mentira se cuele.

¿Y qué necesidad tendría uno de mentirle a ella?
Cuando los conflictos se han recrudecido hasta el punto de generar un verdadera guerra, cuando las posiciones, firmes y opuestas, dan lugar a la batalla campal, entonces la mentira sube a la palestra.

Pero ahora no hay lugar para ello.
Hoy le escribo como si ella estuviese aquí, con esa risa inocente y contagiosa que tanto se merecería que yo le facilitase, y que tanto me he esforzado por arrebatarle.

Ella es mi madre.
Hoy es su cumpleaños.
Y pensando muy bien el regalo, acompaño estas líneas con un recordatorio y una pistola.

El recordatorio es el de unos tiempos en los que, cargado de buenas intenciones y una mochila ligera, caminé durante meses libre de alcohol hacia un destino incierto.
No sabíamos a dónde conduciría ese camino, pero los míos y yo encontramos más luz en esa senda de la que habíamos podido soñar en unos últimos años de dolor y desesperanza.
El trastorno bipolar hizo añicos esa nueva senda.
El desprendimiento de una vida desestabilizada llenó de las rocas de la locura todo, bloqueando el avance y haciéndome, entre otras cosas, volver atrás y regresar a cuanto me era conocido.
La furia, la frustración, la ira y después la impotencia que he sentido representan la munición con la que libro mis batallas con mis seres queridos.
Ella se lleva siempre buena parte de la metralla.

Por eso acompaño también estas líneas de la pistola que he mencionado.
No es para liarme a tiros maldiciendo y lamentándome, como suelo hacer cuando la música triste me asalta a diario, puntual cada anochecer, o cuando el fuego del alcohol ya prende en mis venas.
La pistola es para que, sacando una pequeña bandera blanca a modo de tregua, me permita en un pistoletazo de salida simbólico lanzarme de nuevo a caminar la senda que en mayo de 2016 me llevó a vivir momentos maravillosos que deben repetirse.

Dejo el alcohol atrás y lo vuelvo a intentar.
Eso significa que lo hago por mí, al menos en parte.
Y es que, entre otras cosas, ver a mi madre pudiendo relajarse confiando en que no me lesionaré interfiriendo el proceso de la medicación con un tóxico prohibido, genera un mar de posibles situaciones.
No se si esa sonrisa, que tantas ganas tiene mostrar y que le nace del alma, está aún esperando a zambullirse en el océano de posibilidades para emerger cobrando la forma real de cierta medida de felicidad. Pero desde luego no lo descubriré quedándome en un lugar de sobra conocido por todos, y que tan solo proporciona latigazos con los que fustigo mi presente y alejo a los demás.

Si ella estuviese aquí le diría todo esto y mucho más.
Le diría que la quiero, que quiero celebrar muchos más cumpleaños y que quiero seguir luchando en todos y cada uno de ellos.
Que siempre hemos creído en mí frente al trastorno, y que quiero quemar ese tiempo que ya se nos escapa juntos en una ofensiva más, de nuevo cargada de energía y sentido.
Que odio estos tiempos que vivimos, que añoro buena parte de mi pasado, y que eso se debe, inequívocamente, a su buen hacer como madre.
Que pienso en tiendas de campaña, el frío de la mañana en la montaña y en termos de café con leche.
Que pienso en una casa de verano llena de vida y diversión.
Que, como si ella estuviese aquí, la veo cuidando de los suyos y sintiendo el amor que le profesan.

Que no he desaparecido y, maldita sea, echo de menos cosas que solo la lejanía de mi camino puede hacer revivir transformadas y adaptadas.

Por el momento la sorpresa está preparada.
Porque ella sí está aquí.
En esta solitaria madrugada le tecleo esperando perdone mis horarios y últimas gamberradas irresponsables.


No se con que te quedarás de todo esto, Mamá Catwoman, pero espero que al menos la porción de cariño que te tengo y le he puesto te llegue en forma de beso matutino de buenos días… ¡¡¡Y feliz cumpleaños!!!


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lunes, 13 de febrero de 2017

Reseña de 'La taberna: Una libreta para el recuerdo' (Keren Verna)





por Keren Verna

Para leer la reseña en el blog de Keren sigue este enlace



NOTA DEL AUTOR


Respeto mucho el blog de Keren Verna así como a su administradora, también escritora en tierras argentinas, desde que cruzando una serie de comentarios en Un Universo en Palabras en las entrañables entradas que moran dedicadas a mi gata Chi aterricé en su hogar online, ese blog que entra por lo ojos para atraparte con la profundidad y mimo de cada una de sus palabras.

En mi caso fue la misma biografía, la presentación de Keren, lo que me convenció y animó a partes iguales a seguir la trayectoria, ojalá a compartir parte del camino, con una persona en la que intuyo un gran valor humano.

Desde hace un par de meses quedó colgada en su web nada menos que una reseña a una de mis obras, concretamente ‘La Taberna’, fruto de la lectura conjunta que mi apreciada Rocío tuvo a bien organizar desde Ficción Romántica.

Y qué decir de la reseña.
Podría intentar dibujar la ilusión que me hizo y me sigue haciendo leerla; el respeto que supura por mi obra en todo momento.
Podría perderme en elogios al trabajo de diseño en todas y cada y una de las imágenes que plasman citas del libro.

Diré simplemente que, si yo fuese Joel, si Joel fuese Víctor, no aguardaba un final feliz a la historia cíclica.

He sido ingresado en un psiquiátrico desde que entró Enero hasta este inminente San Valentín.
Y gestos como esta reseña, que recomiendo mucho leer en su morada original, me han hecho remar con más fuerza, con más ilusión, como si pese a la injusticia y el dolor hubiese algo en esta vida por lo que siempre mereciese la pena luchar.


RESEÑA


Leí este libro como parte de una propuesta de lectura conjunta que ya he comentado en otro post.

La Taberna: una libreta para el recuerdo narra el desafío de superar ciertos padecimientos y emociones.

Los abismos personales representan un lugar al que cada uno de nosotros podemos encontrar acceso, abriendo puertas que fabricamos con nuestra experiencia personal.

Joel deberá enfrentarse a su bipolaridad y dejar de lado al alcohol para hallar otras maneras de convivir y seguir adelante. Uno de los recursos del que se vale es registrar en una libreta, hasta ficcionalizar, sus estados y volcarse en lo que lo rodea, como el mar que se me ha presentado como simbólico. El agua es signo de cambio, de movimiento y es usada en muchos ritos como bautizos para renacer.

El mar seguía tan serio como de costumbre. La última vez que sintió sus carcajadas él era una maldita luciérnaga de esperanza tan solo atormentada por un sinfín de pesadillas, que peleaba con las olas inventando docenas de inverosímiles movimientos.


…emergió del lago tras el primer enfrentamiento, agotado y con sangre de anaconda en su machete.



Escribir, el arte, es sanador, permite abrir un espacio de reflexión, pensar realidades posibles, romper con el molde que te empuja a vivir una vida que, en muchos aspectos, nos resulta hasta ajena. Esta misma experiencia de escritura se halla en La taberna con sus diversos registros: una libreta en la cual el protagonista se explaya sobre sus pensamientos relativos a su tratamiento y sus progresos, la experiencia de Joel, la historia del espacio de la taberna y las palabras finales de tono ensayístico; estas voces confluyen en el mismo conflicto: el padecimiento y las formas de superarlo.


Esta multiplicidad de voces es un punto interesante ya que coloca a esta obra entre una novela y un ensayo, además del género de autoayuda. Me atrevería a decir que está cercana a la técnica de pastiche donde el autor se vale de varios registros, en este caso, como mencioné: narrativa con la historia de Joel y la taberna, el registro de la libreta, el ensayo con la experiencia personal.



A medida que leía, pensaba en la semejanza de los sufrimientos humanos, ya que me sentí identificada en muchos pasajes. Incluso, hoy día contamos con especialistas que ayudan a sobrellevar estos sufrimientos: psicólogos, psiquiatras, terapeutas varios; además, un sinfín de teorías que hablan sobre el tema con sus corrientes distintivas.

Más allá de la experiencia personal de padecer algún trastorno o engancharse a algún consumo, no puedo dejar de pensar este tema a nivel social. Se nos vende una botella de cerveza como “es bueno para ti”, “el placer del momento”. O una gaseosa: “Destapa la felicidad”. O la propaganda de un cigarrillo: “Sé feliz. Ten suerte”, “Siempre es un placer”. Consumir nos da “felicidad”, “placer”. Cuando leo estas frases me acuerdo de Un mundo feliz de Huxley, que releí hace unos días, y el consumo de una pastilla llamada soma. ¿Cuántos somas nos venden y consumimos por día en formato de comida, tabaco, alcohol o medicamentos? Creo que es terrible este último caso, con las farmacéuticas y su intento por aventar al mercado las drogas bajo publicidades en los medios en las horas pico de audiencia: “Tabletas aspirinas, el fin del sufrimiento”, “El inicio de un día exitoso”.

La lectura me llevó a reflexionar sobre mi vida y sobre nuestra sociedad, a detenerme en varios pasajes para registrar también, como en la libreta de Joel, aquellas ideas que me generaba. 


En la lectura me acerqué al crecimiento personal que conlleva enfrentarse a una crisis y hallar la manera de superarla. Es un libro valioso por lo esperanzador y una lectura que enriquece.
Cierro esta entrada con las otras frases del libro que estoy compartiendo por las redes. ¿Se llevan alguna?


NOTA: 
Adjunto 3 simples ejemplos de diseños de citas de mi obra por parte de Keren Verna













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