lunes, 29 de marzo de 2021

Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte XV)

 



Oda por la Estabilidad Bipolar


Parte XV

 

 

 

Está sonando Rulo y la contrabanda.

Me gusta, concretamente, es un tema que me transmite muchas cosas.

De hecho, más que transmitirme, me ayuda con gran naturalidad a proyectar mis sentimientos por Vlad Strange.

Esta parte va a estar totalmente centrada en la figura de mi pareja.

Pero también en el marco que contempló nuestros inicios.

 

Primero, te hablaré un poquito de ella, querido lector.

Todos hemos visto películas del calibre de Asesinos natos o Pulp Fiction. Películas de amores un poco gamberros y muy salvajes. Quizá totalmente gamberros y un poquito salvajes. El caso es que, recubierta con una coraza de buena niña, Vlad Strange esconde un mundo tan profundo como irresistible.

 

Tras una fase que nos mantuvo conectados entre México, de donde es ella, y Catalunya, Barcelona fue la ciudad que habría de contemplar un encuentro de auténticos fuegos artificiales.

Una ciudad espléndida, morada de mis mejores y más utópicos recuerdos.

Allí vivió, operó, luchó y murió quien una vez yo fui.

Un Víctor pre trastorno bipolar que apuntaba alto y disparaba certeramente.

Reencontrarme con el pequeño estudio que me vio convertirme en hombre fue una apuesta de lo más arriesgada.

Tal fue la cota depresiva de mi patología que por poco me barre del mapa.

Pero resistí, como quien cuenta los días de un calendario navideño, hasta que una adorable chica bajita apareció por la última terminal del aeropuerto del Prat.

Vestía un jersey amarillo y miraba al suelo con concentrada timidez.

Yo llevaba un dibujo hecho con el móvil de su rostro, enmarcado en madera.

Cuando la toqué por primera vez, fue para levantarle el mentón.

El beso que le di me supo a cotidiana y cálida rutina, a toda una vida juntos.

Luego ya emprendimos nuestra primera media hora de metro. Una línea naranja que confirmó todas mis sospechas: Esa chica me gustaba casi tanto como en la actualidad.

 

Exprimimos Barcelona.

El barrio de Les Corts en concreto.

Por momentos, incluso sentí a mi yo pasado revolverse en mi interior, como si mis mejores tiempos estuviesen encontrando una inesperada prórroga en el encuentro contra la vida.

Pocas veces he disfrutado tanto el tomarme algo con alguien a cualquier hora y lugar. La veía sonrojarse con mis bromas y las mariposas revoloteaban mi estómago.

Mi vida estaba en prácticamente un jaque mate al poco de que llegase. Pero como quien sabe que dispone de unos bidones de combustible aguardando su momento, en cierto modo sabía que las cosas terminarían por acabar más que bien.








 

Esta parte de Oda por la Estabilidad Bipolar viene a mostrarnos que sí, que en ocasiones, es más que necesario volar sin miedo ni control. Y eso hicimos.

Fueron tiempos de risas continuas, de felicidad crónica y optimismo tenaz, en un marco de dificultades como pocas se han visto.

 

Me hace feliz escribir estas líneas.

Se me escapa la sonrisa mientras Rulo repite una y otra vez ese tema tan fresco.

Debo confesar que he empezado a escribir hundido en el fango.

Sombras de mal aspecto y peor olor escalaban desde lo más hondo, asomando sus fauces en las esquinas de mi psique.

Pero, como cada día, el sol que se saca de la manga Vlad Strange no solo hace desaparecer la sombría naturaleza de lo que me acecha, sino que también ilumina con la fuerza de una luna llena.

El resultado es incontestable.

Estoy enamorado de esta pequeña chiquilla de pleno en la veintena.

 

No estoy de acuerdo con que la ceguera del amor queda atrás, dando paso a algo diferente. Desde que la vi bajar de su avión lo supe, supe que iba a tener la inmensa fortuna de saborear su compañía cada maldito día del resto de mi vida.


 

 

Por Halloween me compras flores,

Y dices que te acuerdas de mí,

Luego me das calabazas,

Por San Valentín.


 

 

Así reza parte del estribillo de la canción de Rulo.

Un truco, una exquisitez literaria con su punto gamberro, que me recuerda sobremanera la que estamos liando esta chica y yo.

Se trata de una inesperada primavera para una vida que se me estaba acabando.

Tan acostumbrado ya a la fría oscuridad invernal, oler de nuevo a flores y sentir de forma sana el latir de mi corazón es algo que ventila mi alma.

 

Es cierto que el trastorno bipolar acecha, escondido tras los rincones, para hacer del buen tiempo un huracán maníaco.

Pero no dejaré que esta vez empañe mi texto.

Porque es un texto dirigido al Cuernito, al amourshei, a mi señori.

Eso significa que debo ser consecuente al modo como la veo.

Como me quedo embobado cuando duerme, peinando su piel con mi mirada.

Como me quedo idiotizado cuando me acaricia, aunque a menudo me escurra.

Como me quedo muerto de risa por dentro, cuando hace sus payasadas.

 

No sé como acabará esta historia.

Uno nunca puede ni debe dar nada por sentado. Tampoco adelantarse a los acontecimientos.

De momento van dos años al lado suyo, escoltados por un cariñoso gato deforme y la gata que me tiene robado el corazón.

Una vez Vlad me dijo que la verdadera felicidad se encuentra en pequeños momentos de nuestra intimidad, cuando estamos todos juntos.

No puedo estar más de acuerdo.

 


 





 

 

Oda

 

Atraco de felicidad

 

 

Dame todo lo que tengas

Mundo cruel

Dámelo todo y déjame ir

Hacia un lugar mejor.

 

¿Ves esta pistola?

Es mi amor apuntando a tu sien

A la cabeza de un sistema manipulador.

 

Me lo voy a llevar todo.

Todas las risas y esa felicidad 

De la que presumes en tu mostrador.

Me lo voy a llevar todo.

Tú me habrás robado pasado y futuro,

Pero a mí me han robado el corazón.

 

¿Que cómo un robo puede darme tanto?

Pregúntate, mundo malvado,

Qué robaste tú.

Porque a mí me han robado mi tiempo,

Para tornarlo en algo mejor.

Me han robado mis sentimientos,

Para mimarlos donde tú machacaste.

 

¿Ves mi arma?

Es mi corazón francotirador

Me apunta al alma

Dispuesto a erradicar tu tristeza.






Ir al ÍNDICE de la obra


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

sábado, 20 de marzo de 2021

Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte XIV)

 



Oda por la Estabilidad Bipolar


Parte XIV

 

 



 

Suenan  Fito & Fitipaldis.

Se avecinan tiempos de cambio, querido lector.

Así lo siento, y aunque el cambio de registro musical sea una vaga prueba, lo cierto es que es uno de tantos pilares que sostienen mi afirmación.

 

Calculaba para este proyecto unas quince o veinte partes, de las cuales ya estamos en la antesala. Ahora mismo no sabría decir hasta dónde llegaré.

Está siendo para mí un viaje emocionante.

Está siendo un periplo que, aunque a ti te resulte depresivo, a mí me está sirviendo de remo y bastón. De remo para navegar hasta aguas más amables. De bastón para apoyarme cuando ya no me quedan fuerzas.

 

Es bonita la simbiosis que hemos fraguado.

Tú lees, dejando o no rastro, mientras yo expongo.

Una relación en toda regla en la cual va siendo hora de sentarse a hablar un poco de todo.

Me siento cada vez más depresivo, aunque sin perder la sonrisa.

 

¿Cómo puede eso ser posible?

 

Ya en mis inicios como escritor me lancé a por la novela ‘La cabaña’. Aquel fue un ejercicio de desesperación ante la psicosis incipiente que habría de volatilizar mi vida. Uno de mis personajes más queridos siempre será Anciano.

Tanto es así, que en días como hoy no me siento sino igual a él.

Quizá me falten los elementos más pintorescos, como una buena hoguera, un generoso whisky y un paraje indómito que me rodee. Pero en cualquier personaje, así como en cualquier ser humano, ya sabemos que lo importante está en su interior.

En el interior de su mente. De su corazón. De su alma.

 

Yo me siento agotado.

Pero no en el sentido lánguido de la palabra.

Me siento exhausto de pelear como se podría sentir harto un soldado convencido de la victoria.

Me encuentro en ese momento en el que hay que echar el resto, sin importar demasiado uno mismo.

La propia supervivencia está sobrevalorada.

¿Cuántos mequetrefes se han quedado a medio camino por ser demasiado cautos?

A tomar por saco. Una de las ventajas de la depresión mayor es perder el sentido del riesgo. La desesperación alcanza tales cotas que tanto da quemar todos los cartuchos restantes en una última jugada ganadora.

 








Anciano y yo compartimos gran parte del pasado.

Quizá me falten un puñado de primaveras para alcanzarle, pero no demasiadas.

Eso debería implicar que está cerca el momento de romper con todo.

No obstante, creo que en mis veinte cometí un fallo de cálculo.

No contaba con mis ganas de vivir y de exprimir el tiempo que se me ha dado.

Hoy en día no abandonaría todo para perderme en una cabaña donde reflexionar sobre lo existente, lo pasado y lo venidero.

Hoy en día, en verdad, me encuentro tecleando estas palabras para ti, querido lector.

 

Unas palabras que versan sobre la estabilidad bipolar.

Algo así como una conquista imposible. A la que te puedes acercar e incluso puedes besar desprevenida, pero siempre viendo como parte de tu lado, escurriéndosete de los brazos.

Si no soy capaz de capturar mi meta, ¿Podrá alguien lograrlo en niveles más sencillos de estado de ánimo?

Mucho me temo que la respuesta es no.

Podemos intentar luchar por nuestra estabilidad emocional hasta el punto de generar el más favorable de los escenarios. Pero eso no será algo que nos inmunice contra los continuos terremotos silenciosos que nos sacuden a todos por igual.

 

Tratamos de agarrar algo en estado líquido con manos torpes.

La estabilidad es una sensación que puede antojarse sujeta a la famosa zona de confort. Sin embargo, en verdad es como un kit de supervivencia.

A veces, estaremos más estables sintiéndonos vivos que en la seguridad de la caja fuerte de nuestro hogar.

Habrá para quién hogar signifique escalar el monte Everest.

Habrá para quién hogar implique entregarse al prójimo.

Habrá para quién hogar requiera rutina.

Para todos los gustos, el plato estará servido.

La cuestión es que no siempre estará en buen estado.

A todos por igual les serán repartidas las agrias tormentas, que de no superar nos dejarán en la estocada teniendo que hacer uso de la mejor de las hipocresías para seguir sonriendo.

 

Hay que llevar puesta la estabilidad como traje de gala. Como mono de trabajo. Como prenda de baile. Hay que llevarla encima como el mayor de los tesoros.

Ahora que se avecina un cambio de tercio en mi vida, con la fase baja de lo maníaco depresivo llamando a mi puerta, lo veo más claro que nunca.

Curiosamente quizá sea algo que salpique a estos escritos con una positividad inusitada. Un paradójico giro en los acontecimientos.

La caída en desgracia del autor, que dispara bengalas al arcoíris para disimular.

Por lo que se, mi vida lleva atrapada en el ciclo bipolar por más de una década. Un ciclo de lo más autodestructivo que no admite variaciones en sus tiempos.

Que ahora toque depresión implica que vengo de una fase alta.

Que ahora tenga lugar una caída me ata a una escalada posterior.

 

Ya basta.

He sido incapaz de dar con la estabilidad en lo que llevamos de viaje.

Ni un ápice de su rastro he sido capaz de encontrar.

Ahora que el terreno se llena de lagunas y arenas movedizas, y el calor promete antojarse insoportable, espero que cambie mi suerte.

Como he dicho, no hay miedo a nada a mayor dolor.

Solo fe en mejores días.

Esperanza en un futuro más halagüeño.

 

 





 

Oda

 

Tu mejor canción

 

 

 

Cambio de escena

Muta el escenario

Cambio de actor

Mismo rostro.

 

Los focos se apagan

No hay velas encendidas

El público, atento,

A la caza de tu sonrisa.

 

La música se detiene

Llega un impass a la canción

Apunta alto de repente

A lomos de un tambor atronador.

 

El pulso se gradúa a juego

Sientes latir tu corazón

Como un espartano de la tropa

Un guerrero en formación.

 

Flechas a mansalva

Buscan tu aniquilación

Y sonríes a lo eterno e infinito

Mientras, de fondo,

Suena tu mejor canción.





Ir al ÍNDICE de la obra


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

miércoles, 17 de marzo de 2021

Reseña de 'El símil 2: Días de Rebeldía y noches monstruosas' (Leyendo en K)

 



RESEÑA

El Símil 2: Días de Rebeldía y noches monstruosas

por Leyendo en K


Para leer la reseña en el blog Leyendo en K clicka aquí



INTRODUCCIÓN


Cuando Maria la Klingonesa de Leyendo en K y yo cruzamos caminos corría el año 2016. Yo me encontraba escalando en mi estado de ánimo al tiempo que lograba dejar atrás el alcohol por un buen puñado de meses.

De ahí nació el segundo volumen de la Saga Identidad, un ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’ que Maria leyó con mimo y reseñó con aún mayor cariño.

Desde entonces, he encontrado en ella mucho más que una buena lectora y excelente reseñadora para cuanto cae en sus manos.

Su aura, desde la distancia, desprende algo muy bonito. Espero que la vida tenga a bien actuar en consecuencia.

 

Esta es la quinta de sus reseñas para mi saga más íntima.

Ojalá la disfrutes tanto como lo he hecho yo, querido lector.



RESEÑA


La coronel Rebeldía, a las órdenes del general Harris, es una brillante luchadora y estratega que se enfrenta a las misiones que le encargan sin rechistar, cosechando éxitos allá donde la destinan. Sin embargo, hay algo de lo que no habla y la atormenta noche tras noche: unas horribles pesadillas que a veces no se distinguen de la realidad y que no la dejan ni descansar ni vivir.

 

 Es en estas pesadillas donde ha de enfrentarse a sus miedos y temores ocultos, donde le cuesta más trabajo salir victoriosa, donde parece que nada de lo que hace es suficiente para seguir adelante. Pero no está sola en sus pesadillas porque hay quien la observa con todo detalle y registra a lo que se va enfrentando.

 

 En esta nueva entrega de la saga Identidad nos encontramos con un cambio de tercio en el estilo del escritor. Si bien sigue tratando los problemas mentales con metáforas y a través de sus ya conocidos personajes, en esta ocasión le da una oportunidad al miedo introduciendo algunos capítulos en los que se ponen los pelos de punta al leerlos, por lo menos a mi.

 

 Acompañando la narración, hay ilustraciones a todo color que a mi me han encantado porque retratan con bastante fidelidad lo que va ocurriendo ayudando a crear ambiente, sobre todo cuando estamos en un momento de tensión justo antes de un buen susto.

 

 Se cuenta todo desde diferentes puntos de vista así que habrá momentos en que sepas más que la propia Rebeldía de qué va todo y lo que ocurre a su alrededor. Al principio hay un poco de despiste porque no se tiene muy claro por dónde van a ir los tiros de lo que le ocurre a la coronel pero conforme avanzas en la lectura va quedando todo claro.

 

 También vamos a encontrar numerosas referencias cinematográficas tanto en escenas como en datos y nombres; al final el escritor explica a qué viene todo eso y es algo que a mi, personalmente, me ha gustado bastante. Leer cómo transforma algunas escenas del cine conocidas para adaptarlas al libro me ha parecido original aunque quede contradictorio.

 

 Rebeldía es una protagonista que me ha preocupado bastante: pasa unas noches espantosas y luego se incorpora como si nada al servicio dándo lo mejor de si misma para volver a caer rendida en el potro de tortura. El escritor sabe bien como transmitir sus miedos, inseguridades y cómo se sobrepone a ellos para luchar contra el Monstruo sin descanso.

 

 El dolor lacerante de las heridas, el agotamiento, el pánico cerval o la valentía nos los sabrá transmitir Rebeldía perfectamente. En cada capítulo seremos testigo y partícipes de lo que ocurre y de cómo se siente. 

 

 Es un libro que resulta sorprendente porque es distinto a lo que el escritor nos tiene acostumbrados hasta ahora. En todos sus libros hay acción, hay metáforas, se tratan los temas mentales pero en este está más centrado en la protagonista, sus idas y venidas y deja las explicaciones para el final. Es el que más me ha gustado hasta ahora.

 

 En otros libros teníamos personajes como Rectitud o Resolución, que forman parte tanto del carácter como de las historias que nos narra el escritor pero en este libro son meros secundarios dejando todo el protagonismo a Rebeldía. 

 

 Muchas gracias al escritor y a Jhoanna del blog Mundo Relatos por haber organizado la lectura conjunta.





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

martes, 16 de marzo de 2021

Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte XIII)


 


Oda por la Estabilidad Bipolar


Parte XIII

 

 

 


Suena ‘A dónde ir’ de Viva Suecia.

Me gusta tanto este tema que esta parte va a consistir en dejarme llevar por su cruda letra.

 


 

Vuelves a diario porque el hambre va por barrios

El problema es que te gusta reincidir

 


Como hago a menudo con el alcohol, los drogadictos peinan la morada de los camellos tan a menudo que ni siquiera los mejores especialistas tienen mucho que hacer.

Es curioso que teclee tantas palabras en pos de la estabilidad y al mismo tiempo me halle atado y bien atado a un consumo que la dinamita.

Supongo que resulta igual de curioso que la paradoja del toxicómano que sabe cuál es la fuente de su ruina y, pese a ello, recurre a ella a diario.

El problema, supongo, debe radicar en el pozo que mora en lo más profundo de nuestras miserias.

 


 

Tanto sufrimiento para irnos descontentos

Hay momentos que nos cuesta digerir

 


¿Cuánto ha de sufrir alguien adicto para dar con la luz de la redención?

La respuesta es que, directamente, no puede redimirse mientras no hace más que escarbar en sus cuevas personales.

El descontento es algo con lo que te vas a topar más pronto que tarde si te vuelves adicto a alguna sustancia. Es, además, algo que te acompañará a lo largo del viaje, hasta el mismo final.

La drogadicción es un buen ungüento puntual para la mayoría de heridas, pero a largo plazo las torna tan putrefactas que prácticamente ya no habrá nada por salvar.

Como plantas en un piso interior sin aire limpio, esos momentos de difícil digestión se tornarán, si cabe, aún más tétricos. Estancados por el paso de un frío y cruel paso del tiempo.

 


 

Viene luego el pulso y el suspense en fin de curso

Y las caricias arrancadas de raíz

 


Inevitablemente, un toxicómano tendrá tiempos de discutible gloria que recordar.

Tiempos iniciales que alzarán los cimientos de la defensa de ese estilo de vida.

Cuando llegue el pulso que todo ha de mantener con la realidad de la vida… El suspenso será inevitable. Claro, siempre podremos esgrimir que todo nos importa una mierda. Hacernos los ciegos.

Pero la ceguera no es algo que exima a nuestro interior de los sentimientos y las emociones.

En cuanto a lo primero, la ausencia de caricias en cualquiera de sus formas por parte de nuestros semejantes se hará notar. Como un silencio frío en un inhóspito lugar para huérfanos.

En cuanto a lo segundo, la droga que nos encadene se encargará de hacernos regresar una y otra vez, queramos a no, a la tan famosa montaña rusa de la que tanto nos jactamos en su momento.

 






 

Todos tus amigos, la familia y los vecinos

Creen que tienen su derecho a decidir

En fin

 


Antes de partir de tu lado, se te intentará abrir los ojos.

Y ya se dice que no hay más ciego que el que no quiere ver.

Reclamarás, en vano, que se trate de acceder a tus profundidades.

Reclamarás, en vano, la misma ayuda que seguramente tú has tratado de dar a individuos en peor situación.

Sin embargo, el girar del mundo no se va a detener por nada. Mucho menos, por alguien afectado por una problemática tan estigmatizada.

Estarás acabado para mucha gente, y la restante te apuntará al pecho bajo ultimátum de cambio o partida.

 


 

Cambia el gesto serio, ya han caído los imperios

Y aunque te hayas prometido resistir

Tarde o temprano se te rompe entre las manos

Y esa sangre nunca salta del tapiz

 


A menudo, con el transcurrir de los años, uno puede tratar de mantener su pulso, aunque dentro de la misma rueda cíclica de siempre.

Olvidará, por momentos, que posiblemente hará décadas que esa lucha resulta en vano. Que no hay nadie al otro lado de dicho pulso. Que, posiblemente, se esté peleando contra el macabro reflejo que nuestros actos han ido creando.

En el fondo ya solo te queda resistir. Una supervivencia, ya no por la dignidad, sino por el mero hecho de seguir en pie. Aunque nos estemos arrastrando en vida.

Como reza Viva Suecia, tarde o temprano se rompe. Tarde o temprano, te rompes.

Sangre metafórica que representa la herida mortal de saberse sin pasado, presente ni futuro.

Algo que se trasladará a tu aura, tu mirada e incluso tu corazón, tornándolos de ese gris espeso que todos queremos esquivar cuando lo vemos.

 


 

Hay más enemigos en la piel de los testigos

Que entre aquellos que juraban contra ti

Ven a verme un día, yo te espero de por vida

Sé que nadie tiene claro a dónde ir

A dónde ir

 


Es hora de buscar culpables ahora que ya es demasiado tarde.

Y te sorprenderás de los rostros que, jurando lealtad, han acabado por ofrecer lo contrario.

Siempre quedará, eso sí, quien te advirtió desde el comienzo.

Siempre podrás visitarle a él.

Un día, por unas horas, por fin comprenderás que sí tuviste tu oportunidad. Luego tirarás por tierra el último atisbo de rebeldía contra tu carcelero.

Volverás, porque el hambre va por barrios. Porque te gusta reincidir.

 

 

Gracias por acompañarme en el análisis de estos versos, querido lector.

 







ODA

 

Excavando en la prisión

 


 

La excavación lleva tiempo

Tiene tus manos en carne viva

Con tenacidad has querido salir

Pero has errado la dirección.

 

Vas tan hondo

Que te cuesta respirar

Has calado tan profundo

Que el diablo te guiña el ojo.

 

Sales a diario

Porque el hambre te puede

Bebes a diario

Porque no hay más consuelo.

La depresión azota el oleaje

Incipiente, amenaza con crecer

Hacerse grande hasta demoler

Los cimientos de toda salvación.

 

Y te drogas, y vuelves a agarrar la pala.

Cavas con fuerza son desesperación

Excavando, ciego y sordo

Excavando en tu prisión.





Ir al ÍNDICE de la obra


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

domingo, 14 de marzo de 2021

Reseña de 'El símil 2: Días de Rebeldía y noches monstruosas' (J. Carlos Fernández)

 



RESEÑA

EL SÍMIL 2: Días de Rebeldía y noches monstruosas

por J. Carlos Fernández



INTRODUCCIÓN



 

Mi padre lleva al pie del cañón de la Saga Identidad desde sus más jóvenes inicios.

Ya cuando escribía con asiduidad en mi blog ‘Relatos del País de Nunca Jamás’, ahí estaba él para sopesar los distintos aspectos de mis escritos variados.

Me costaba lanzarme al territorio de las novelas, de ahí que cuando publiqué ‘Mago’, J.Carlos lo celebrase por todo lo alto.

Luego vino el turno de las primeras entregas de la Identidad, siendo ‘La taberna’ objeto de sus críticas más positivas.

 

Su modo de proceder como lector es exhaustivo con las obras que caen en sus manos.

De ahí que siempre espere con ansia sus impresiones sobre cada volumen de mi saga más íntima.

Aquí tenéis su opinión sobre la parada más reciente: La continuación al Símil.

 

 

 

 

RESEÑA

 

 

    Tras la lectura del primer libro del cual ya escribí una profusa reseña, me disponía a hacer lo propio con este ejemplar cuando me he dado cuenta que no puedo enfocar mis sensaciones de la misma manera. Posiblemente el mero hecho de valorar un libro es ya en sí misma una declaración de intenciones y, por ende, una reseña más o menos extensa y/o estructurada.

 

    Dejo en manos de otros la inevitable retahíla de datos del Autor, historia, logros, obras anteriores, etc… etc… Bueno…, no seamos descorteses. 

Víctor Fernández García, escritor, bloguero, dibujante, lector empedernido, amante de la música épica y Autor de tres sagas literarias e innumerables ensayos. La Saga que nos ocupa y a la que pertenece este libro es ‘Identidad’, de la cual forman parte ‘La Cabaña’, ‘La Taberna’, ‘El Símil: Día del Lector’ y este que nos ocupa.

 

    El personaje de Rebeldía ya aparece en el primer libro del Símil, pero es en este segundo donde adquiere un protagonismo total, secundada y apoyada por un selecto grupo de personajes entrañables creados por la mente del Autor, como son Resolución, Rectitud, Experiencia y Conciencia. Aprovecho el momento para advertir que estos personajes hacen su aparición en todos los libros anteriores de la saga, por lo que sería recomendable su lectura para tener un conocimiento preciso de sus peculiaridades y sus diferentes personalidades. El personaje de Conciencia en esta obra nos ofrece la oportunidad de su estudio y nos permite constatar cuantas veces no se hace caso de sus sabios y acertados consejos. Presentado como una criatura profunda, casi tenebrosa, observamos con, a veces, estupor como la protagonista hace caso omiso e incluso ignora su presencia ¿Será por alguna razón? Ni que decir tiene que el nombre de Rebeldía no es en vano y hace honor al comportamiento de su propietaria, lo que si me ha quedado claro es que no te va a dejar indiferente y, en mi caso, consigue que comparta sus vivencias y experiencias en una extraña y sorprendente simbiosis, todo un alegato a la independencia femenina. Bien por el Autor.

    No voy a adelantar contenidos, obviamente, pero si debo constatar que esta obra me ha gustado mucho no solo por la magnífica descriptiva, la fluidez en la narración, la solidez en el entramado de los capítulos con golpes contundentes que sacuden al lector, sino sobre todo por como el desarrollo de la historia atrapa y crea la necesidad de llegar hasta el final y ver que le depara el destino a nuestra protagonista. 

La trepidante acción que se desarrolla en su trama principal en que los personajes se ven inmersos en escenarios que rememoran memorables películas se ve contrarrestada con otra sub-trama profunda, también trepidante y, a veces, aterradora que nos conduce al universo onírico y entremezcla de forma excelente todo el conjunto.

    

Comicidad, acción, desesperación, terror psicológico, incluso sensualidad se irán combinando magistralmente haciéndonos pasar por múltiples emociones.  

 

Bien es cierto que este libro pertenece, por méritos propios, a la saga Identidad, pero al mismo tiempo, que nos ofrece la posibilidad de ahondar en el tema de la salud mental. De ofrecer una imagen clara de la complejidad de la mente del Autor, de seguir abriendo caminos a la superación personal. 

Es también una Obra trepidante, sólida y atractiva que seguro no dejará al lector indiferente. 

Bien por el Autor.

 

¡Saludos!




Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

jueves, 11 de marzo de 2021

Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte XII)

 



Oda por la Estabilidad Bipolar


Parte XII

 

 

 

Estoy escuchando con todos los sentidos el tema de Carlos Sadness ‘El día que volviste a la Tierra’.

Menudo sujeto este Sadness.

Teledirigida, me llega una flecha directa al corazón.

Como si se tratase de un cantautor tan profundo como canalla, cosa que seguramente es.

Es un tema que tele transporta, acariciando heridas que deberían estar cerradas.

 

Todo me sabe hoy a derrota.

Es uno de esos días que amenazan con autodestruirme, a lo largo de jornadas venideras, hasta dejarme en negativo.

Por lo pronto, estoy al descubierto para ti, querido lector.

 

Hubo un tiempo, ya pasada mi adolescencia, en que todo brillaba con los tonos y colores de la juventud.

Me dicen que todos compartimos ese recuerdo de un mundo emocionante y desconocido. Yo creo que pocos han habido tan kamikazes como yo.

Por algún motivo estoy visualizando una autovía de la ciudad de Barcelona.

Me encuentro con menos de veinte años, subido en un coche que ha de conducirme al inicio de la conquista de una vida feliz.

Altos edificios que saben a aventura pasan raudos a lado y lado de mí.

 

¿Y ahora qué?

Sin comerlo ni beberlo, mi último proyecto de vida ha sido puesto en jaque. Y con la misma jugada de siempre.

 

Es uno de los más molestos hándicaps del trastorno maníaco depresivo.

La nostalgia de un pasado que normalmente todos idealizamos se torna en este territorio en abrupta melancolía.

Tanto, que no me molestaría demasiado agarrar un cuchillo y segar mi cuello.

Así de claro y contundente.

Porque cuando el pasado contraataca por enésima vez, cuando las heridas vuelven a abrirse, el sentido de la vida pierde toda justificación.

Si ya de por sí el día a día es sumamente complejo en la pelea que hay que proponer, ¿En qué cabeza cabe seguir luchando si te sabes herido de muerte?

Quizá una muerte lenta y calculada, resultante de mezclar a diario alcohol con litio, pero no por ello es menos muerte.

 

Muerte.

Con Carlos Sadness como musa. 

Como sirena de Ulises.








 

Voy a ir a esa isla.

Voy a pasar una larga temporada con mis queridas sirenas.

Me sé su canción de memoria, tanto, que siempre me pilla por sorpresa su melodía.

En esta ocasión habla del espacio. De todo el universo. Inmenso, huérfano de belleza y hueco emocionalmente. 

Comparado con las miserias del mundo que nos rodea, no canta demasiado.

Pero, ¿Y si lo comparamos todo con nuestros ideales más utópicos?

¿No te ha pasado que puntualmente vives tan intensamente que no te importa nada todo lo que no te rodea?

Quizá es solo asunto de maníacos. O de enamorados.

 

Encuentro muchas semejanzas en la manía bipolar y el enamoramiento más ciego.

Siento si mi escrito no logra trasladar el puño que tengo en la garganta ahora mismo.

Tengo muchas ganas de llorar.

Me siento muy culpable.

Culpable de multitud de asuntos que no vienen al caso, pero sobre todo culpable de ser quien soy. 

Culpable de haber acabado siendo un loco inadaptado, discapacitado y dependiente.

Mi yo del pasado se hubiese reído ante el chiste.

Una caída de lo más alto a lo más bajo.

Y aún así, siguen apostando por mí.

Por este amasijo de dolor y frustración vestido con ira encapsulada.

 

Carlos Sadness sigue cantando, una y otra vez, la misma canción.

Como yo.

Solo que cada vez pesa más.

Cada vez, las heridas están más podridas.

Algún día la gangrena aparecerá y tendré que amputar partes de mí para poder seguir sobreviviendo.

 

Creo que el mal que me aqueja es más común de lo que pienso.

El inclemente paso del tiempo, el verdugo del reloj y la certeza de esa guadaña que aguarda cada vez más cerca.

Cuando peleas en charcos de barro demasiado discretos, la lejanía que te separa de cuanto quieres hace que ese reloj damnifique con su simple tic tac.

A veces tienes todo cuanto en verdad importa en esta vida, pero las sabandijas de las minucias resultan tan cobardes y vengativas que logran tumbar al conjunto.

 

Al final, lo más inteligente es dejar fluir. 

También es lo más natural.

Por mucho que uno quiera edificarse una mansión en lo alto de una lujosa colina, nunca deberíamos olvidar que el oleaje de la vida nos rodea de principio a fin.

Sujetos al vaivén de esas aguas, debemos tratar de disfrutar de los soleados días de calma, pelear en todas las tormentas y aprender a surfear las olas.

Como si el espacio fuese un océano.

Misterioso en sus profundidades más vastas y de naturaleza caprichosa en su superficie. Un ente en constante movimiento y crecimiento.

 

¿No parece todo lo mismo?

 

Me siento mejor tras escupir este buen número de palabras.

No tengo ni idea de si estoy persiguiendo la estabilidad o qué, pero voy subiéndome al ring de esta obra experimental con asidua tenacidad.

Quién sabe, querido lector, si algún día podré cantar victoria.

Si habrá servido de algo remar junto a mí.

 

Como dice Sadness en su espectacular tema:

 

"No, no he visto en el espacio,

No he visto en el espacio,

Algo que me guste tanto, 

Que me guste como tú…"

 

Qué bonito.







 

 

Oda

 

Luces en el universo

 

 

Charcos de barro

Pies ensangrentados

Duele al caminar

Duele con solo pensar

 

La oscuridad se cierne en ti

Te abraza con sus sombras

Te asusta con fantasmas

De viejas decrépitas

 

El sol apenas logra arrojar consuelo

La luna aburrida cuelga allí arriba

Y no hay farolillos

Ni luces por el camino

 

De pronto alzas la mirada interior

Observas el universo con tu corazón

Porque intuyes la melodía

De un concierto existencial.

 

Las lágrimas pasan a ser de felicidad

¡Escuchad lo que viene de allí!

Vienen amor, vida y alegría

Cabalgan en monturas de esperanza





Ir al ÍNDICE de la obra


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...