lunes, 31 de octubre de 2016

Un ritual en la taberna (Capítulo tercero)

















EXTRACTO DE LA LIBRETA: Romanticismo


No recordar a nadie con quien haya tenido una relación estrecha es algo que, pienso, enlaza con la primeriza sensación de haber dejado atrás que en ocasiones nos acompaña en nuestros primeros compases de vida.

Al menos en el aspecto más romántico del concepto.


No me resulta extraña la tesitura de verme, ya no fantaseando acerca de las infinitas vidas alternativas que uno puede albergar en el variable tejido espacio temporal que nos contiene, sino disfrutando y sufriendo simultáneamente el gozo y el vacío que reporta la sensación de que quizá, en algún punto de nuestra existencia, hemos dibujado una sonrisa en nuestro corazón al dar con la energía adecuada.

No me refiero a persona, alma o ser puesto que en dicho tejido son tantos los misterios que resultaría pretencioso extrapolar la identidad tal cual la concebimos en nuestra vida mortal a un ámbito tan colosal y, al mismo tiempo, precioso en el concepto de su sencillez.

La energía que desprendemos puede encontrar en otra fuente el recipiente recíproco en el que danzar durante una maravillosa porción del tiempo pasajero con el que se pueda contar.
Las probabilidades de que esas dos fuentes de vida se encuentren en la inmensidad resulta tan nimia que la esperanza de una lotería resultaría excelsa en comparación.
No obstante ahí radica lo bonito.
Ahí brilla lo especial.

Tengo la sensación permanente de que me he desprendido de algo que me es de gran valor, ahí donde el valor realmente importa.
Ignoro si ha quedado atrás antes incluso de que llegase a este mundo, o si mi reciente pérdida de memoria hace que se haya quedado a la vuelta de la esquina en mi pasado reciente.

El caso es que ese hecho me hace reflexionar acerca de la naturaleza de mi Amor. Así, escrito con mayúscula, pues en la amalgama de identidades que parece conquistar esta libreta ese personaje no puede faltar.
Amor, una bella hermafrodita tatuada de aura tan torturada como soñadora.

Me dice que nunca hay que perder la esperanza.
Que aunque la oscuridad de la noche que representa el sueño en el que quizá vivimos, es el brillo de nuestros deseos más nobles lo que da mayor sentido al curso de la historia universal.

¿Dónde estás? 

Me pregunto una y otra vez.
Lo hago desde que he perdido la memoria, dejando este texto escrito con el corazón en un puño a modo de brújula en lo que sea que el extraño futuro me reserve.
Lo hice, de hecho, nada más llegar al mundo.

Esa energía que ha de encajar en el quebrantado puzle de mi mundo interior, regando con las gráciles aguas del manantial de su existencia el sediento pozo que supone mi ansia por amar plenamente.




Olivia se encontraba inmersa en la lectura de ese primer escrito de la libreta tras la reciente pérdida de memoria.
Joel pensó que mejor que lanzarse a una disertación referente al contenido de lo que venía a ser la forma física de su mundo interior, sería como matar varios pájaros de un tiro el dejarle leer algo que, por qué no, bien podía en una inmensa casualidad ir dirigido a ella.

Trataba de no obsesionarse con ello, pero quizá nervioso como estaba, el contemplar la reflexiva y relajada pose de Olivia, recostada en una de los cómodos asientos de la taberna, derivaba en que cada vez que ésta apartaba en un fino movimiento los cabellos que caían sobre su rostro sintiese un sorpresivo cosquilleo en la boca del estómago.

Estaba concentrada y Joel apenas lograba trascender interpretación alguna de qué le estaba haciendo pensar su texto. Qué le estaba haciendo sentir.
Si es que estaba provocando algún tipo de reacción.

La inseguridad causaba mella en su interior, arrojando una condición temerosa a la posibilidad de ser rechazado por esa chica que, paulatinamente, más y más guapa le parecía.
Por fuera y por dentro.

Mientras la mirada de Olivia se deslizaba por las palabras de la libreta de Joel, quizá por momentos asociándose a un ir y venir de fruncimiento y relajación del ceño, éste, sin saber por qué, de modo espontáneo, fue estirando su mano hasta acariciar el dorso de la que Olivia tenía libre apoyada sobre la mesa.







Me puse cómoda para leer aquel extracto de su libreta. Consiguió hacer que me relajara al saber que él atravesaba por una situación remotamente parecida a la mía, pero también que mi cuerpo se tensara al recordar por lo que casi acababa de pasar.
No era moco de pavo, la verdad.

De vez en cuando mis ojos iban del papel a sus ojos, que me miraban tan intensamente que algo en mi interior se removió. No sabía si por los recuerdos o porque me transmitía algo extraño. Leer algo tan personal de alguien a quien tenía delante no era algo que solía hacer a menudo.

—Es precioso... Ojalá a mí, en algún momento, me hubieran escrito algo así —comenté cuando terminé de leerlo.
Porque aunque aquellas cartas eran preciosas, no expresaban lo que yo sabía que Víctor sentía por mí...
¡Y vuelta la burra al trigo!

Cerré la libreta con una mano y la posé sobre la mesa, acercándola después a Joel.
—Me siento muy halagada por haber tenido la oportunidad de leerlo, de verdad.
Entonces reparé en su mano sobre la mía y en aquella mirada que parecía atravesarme, pero en el buen sentido. ¿Debía sentirme bien? ¿Mal? ¿Avergonzada? No lo sabía y tampoco aparté mi mano para averiguar qué se movía dentro de mí. Quizá eran los recuerdos, que querían jugarme una mala pasada, y como estaba en aquel lugar mi mente pensaba que no sucedería nada porque me dejara llevar. ¡Seguro que se trataba de eso!

Finalmente retiré la mano despacio para que no pensara que me incomodaba aquel contacto. Todo lo contrario. Pero para mí era como tocar el fuego, sabía que podía quemarme si dejaba que mis emociones y mi razón se pusieran de acuerdo.

Entonces vi cómo la decepción asomaba a sus ojos.
—Lo siento, Joel... No estoy preparada aún para este tipo de cosas.
Aunque realmente no estaba segura de que eso fuera cierto. ¿Y si solo intentaba convencerme de ello? Podía ser una opción bastante válida. Sobre todo teniendo en cuenta que lo de Víctor estaba muy reciente.
—Supongo que la culpa es mía... —dijo él.
Su voz sonaba apagada en mis oídos. ¿Ya la había cagado? ¿Como siempre hacía? Fruncí el ceño, no por él, sino por lo que pasaba por mi cabeza.
—No te preocupes, de verdad. —Extendí mi mano para tomar su mano y acariciar su dorso—. Es solo que no paso por un buen momento, tú no tienes la culpa de nada.
Sonreí sincera. El error había sido solo mío.

Me levanté de la silla y la arrastré para situarme al lado de Joel. De esa forma esperaba que se relajara un poco y dejara de pensar en lo que fuera que su mente le mostraba. La peor arma contra nosotros mismos que podíamos tener.
Ya me había acomodado cuando algo nos sorprendió. La taberna quedó en silencio y completamente a oscuras.
Y a pesar de eso, nuestras miradas seguían puestas el uno sobre el otro.



Podéis leer tanto este como el resto de capítulos en 
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sábado, 29 de octubre de 2016

10000 estrellas fugaces





Creé ‘Un universo en palabras’, mi blog de autor, hace ya año y medio, a primeros de 2015, con el objetivo de dar un espacio a mis obras publicadas, que por esas fechas gozaban de la publicación de ‘Mago’ en Amazon.

No ha sido sin embargo hasta hace apenas cuatro meses que decidí volcarme en el mimo y cuidados de este espacio tan personal mío.

Casi 80 entradas he generado para el blog en este breve tiempo, y puedo decir que se ha tratado de una experiencia de lo más enriquecedora y gratificante.

Uno de los resultados de mi trabajo ha sido la reciente marca en cuanto a páginas vistas de 10000 visitas.

Es algo que me ha hecho ilusión, y por eso he querido compartirlo con todo@s vosotr@s con una breve historia acerca de un hombre, un cielo estrellado y… Una pequeña criatura.

Espero que la disfrutéis, del mismo modo que espero hayáis disfrutado y vayáis a disfrutar de mi pequeño gran universo… Un universo en palabras.




10000 estrellas fugaces


Todas las noches el niño ascendía a la colina para dedicar un buen tiempo a contemplar el cielo nocturno.
Fue ahí donde saboreó por vez primera la sensación de ver como una estrella fugaz surca a toda velocidad los cielos estrellados.

Con los años la vida fue arrojándole el característico torrente de problemáticas que la caracteriza.
Ya habiendo crecido, el hombre ya no acudía a lugar alguno para contemplar el espectáculo que una vez le embargó.
Se encontraba enfrascado en la construcción de un observatorio, en el que la esencia del periplo de los cometas podía quedar registrado en forma de instante digital.

Una noche, una pequeña criatura se asomó por detrás de la pantalla de su ordenador, y con una chulesca pose se señaló a sí mismo añadiendo: – Me llamo Don Gadget.

El hombre se lo quedó mirando, escuchando sus historias acerca de las muchas posibilidades que ofrecía hallarse en su compañía.
Don Gadget escalaba la pantalla para lanzarse a amenas explicaciones acerca de como aprovechar todo el potencial que su presencia ofrecía.

En seco, con la vista algo cansada, el hombre se reclinó en su asiento y miró por la ventana encontrándose con un universo sobre él.
De repente los recuerdos de su infancia en la colina relampaguearon en su mente y, lo más importante, despertaron en su corazón.
Don Gadget, muy atento a las reacciones del hombre, le obsequió con una utilidad para ver cuántas estrellas fugaces habían cruzado los cielos encima de su observatorio en el tiempo que éste estuvo en construcción.

Le dijo que, más que estar atento a la pantalla, siguiese mirando al cielo mientras él la activaba.

De repente, una tras otras, casi al unísono, ahí estaban.
Eran cientos, miles de estrellas fugaces que arrancaron la más sincera sonrisa de un hombre dedicado con pasión a su trabajo.

Don Gadget sonrió cerrando sus puños pequeñitos y apoyándolos a ambos lados de su cintura. Con las piernas ligeramente abiertas, alzó el mentón y finalizó junto con el último cometa:
– Espero que hayas disfrutado de tus 10000 estrellas fugaces.
– ¿Nos veremos otra vez, Don Gadget? – El hombre pronunció estas palabras con tono alegre, quizá algo apesadumbrado por la partida de su nuevo aliado.
– Algún día, si sigues así, es posible que desde este observatorio puedas contemplar otra noche estrellada como ésta. ¡Hasta entonces! – La criatura, tras esas palabras, realizó una pirueta aérea y desapareció tras la pantalla.

En ella, un nuevo contador brillaba.
El hombre leyó la cifra que ponía en él.
Un total de más de 10000.



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jueves, 27 de octubre de 2016

Un ritual en la taberna (Capítulo segundo)

















La chica no solo le echaba desparpajo. También encanto.
Se llamaba Olivia.

No había transcurrido mucho tiempo desde que se habían instalado cara a cara en una mesa esquinera de la taberna. Sin embargo el contraste que dibujaba el cruzarse de sus miradas con la grácil danza que estaba resultando su conversación parecía indicar lo contrario.

Joel tragaba saliva en esos momentos en los que, pese a que las palabras nacían fácilmente, los ojos de Olivia le sostenían la mirada como pocas veces había acontecido con nadie.
Era como mantener una segunda conversación en un lugar a medio camino entre la ya de por sí indefinida ubicación de la taberna y la notable capa de profundidad que suponía el contenido de su libreta.
Ahí, justo en ese lugar a medio camino, donde la mentira es imposible aunque la verdad aún se guarda con celo, era donde Joel parecía leer en el atractivo marrón de las pupilas de Olivia que ésta era víctima de unas serpenteantes dudas que se estaban agarrando dolorosamente a su corazón.

Tanto la tapa de la tetera de Joel como la taza de café de Olivia se vieron sacudidas virulentamente cuando uno de los clientes de la taberna en esa festiva noche de Halloween se precipitó sobre la mesa donde se encontraban, al parecer tras un bromista forcejeo con un compañero.

– ¡Chicngos! Tlomaos algo sahora mishmo, ¡Algo ffuerte! – La borrachera del sujeto comenzaba a ser de espanto. Joel lo enderezó mientras una sonrisa que trataba de ser perenne trataba de disimular el que su mirada no supiese si posarse en la puerta de entrada o el rostro de Olivia, revoloteando también por el comedor donde la fiesta parecía venirse arriba y la barra tras la cual el camarero parecía tranquilo e incluso satisfecho.
Estaba inquieto.

– ¿Quieres que vayamos a tomar el aire? – Olivia le había leído la mente. Sus palabras le llegaron como el soplo de aire fresco que, tras asentir y levantarse de la mesa, acarició con una gélida brisa sus rostros cuando hubieron salido a la oscura callejuela.
De repente no hablaban.
Pero no había tensión alguna entre ellos.
Cada uno apoyado en sendas posiciones en la entrada del local, contemplaban el movimiento de pies del otro, espasmódico por parte de Joel y más relajado en Olivia, mientras lanzaban miradas furtivas a una oscuridad creciente en la que la niebla no parecía disiparse.
Sin querer advertirla para no asustarla, Joel sintió como su espalda se erguía tensándose al contemplar como un par de luces amarillas le miraban fijamente, en algún punto cercano entre la espesa niebla.
Si algo recordaba, si de algo estaba seguro, es de que el reinado del monstruo, justo un año atrás, alcanzaba una despiadada mayoría absoluta que le legitimizaba para llevar a cabo la tarea con la que más disfrutaba esa identidad: La autodestrucción que se lo lleva todo por delante.

Por eso la visión de esa encendida mirada clavada en él le lanzó a una serie de pensamientos que súbitamente tuvo la imperiosa necesidad de trasladar al papel de su libreta.
Ni se enteró de la tentativa de Olivia por saber qué ocurría, ni se fijó como emitía un sonido de agradable sorpresa al emerger los dos puntos de la niebla resultando ser los ojos de un esbelto gato negro en busca de compañía.
Tan solo se disculpó y entró a la taberna donde en la barra pidió su libreta al camarero.


EXTRACTO DE LA LIBRETA: Fosa común

– Parece mentira que esté ahí enterrado. – La pequeña Ilusión daba golpecitos con sus manos en ambos costados de su cintura, sobre los volantes del vestido.
« Y que se quede ahí… » Pensó Tylerskar, mientras una nube de humo cubría su rostro, iluminado por la luz del mechero al encenderse un cigarrillo.

– ¡Muy apropiado para el Monstruo, sí señor! – La frase fue acompañada de una carcajada final por parte de Experiencia, que parecía haber llegado bien satisfecho al cementerio. Prosiguió. – Una excelentísima fosa común para su excelentísimo desgraciado. ¡Qué tal si vamos a la taberna, esta noche tengo un barril entero de mi brebaje para todos vosotros! – Experiencia solía acabar riendo sus frases. Le quitaba hierro a los asuntos por norma general. Tanto daba si se encontraban contemplando lo que quedaba de una entidad otrora casi infernal.

Resolución y Rectitud habían salido a investigar los alrededores.
Nunca habían sido demasiado amigos del Monstruo.
Tylerskar, contemplando la fosa que representaba una extinción, sentía una agridulce sensación.
– ¿Por qué no vuelves con ella? – La frase resultaba de por sí sorpresiva, aunque viniendo de Esperanza, que ladeaba su sombrero para fruncir el ceño a Tylerskar mientras le proponía aquello, era toda una pista ante qué hacer de inmediato.






En parte, había conseguido olvidarme de aquello que causaba un gran dolor en mí. Sin embargo, la compañía del chico me estaba distrayendo lo suficiente como para olvidar, de forma parcial, todo lo que había sucedido en las últimas semanas. Seguía suponiendo que con solo estar allí debía olvidarme de todo, pero mi mente siempre iba por libre.
Tras echar un último vistazo a la niebla y ver que Joel no pensaba volver al exterior, entré de nuevo. Me dirigí a la mesa que anteriormente habíamos compartido y me senté a la espera de que me acompañara. Lo acababa de conocer y tampoco quería agobiarle con mi presencia.
Quizá por eso había vuelto a entrar.

No tardó mucho en volverme a acompañar.
— ¿Necesitas que te ayude en algo?
Él me respondió con una negativa y yo no insistí. Al menos, no de momento. Apoyé los codos sobre la mesa y la barbilla sobre las manos. De nuevo los recuerdos y los pensamientos parecían querer aparecer sin permiso. Pero no dejé que avanzaran más allá de la puerta que separaba los recuerdos felices de los que no valía la pena recordar. No cuando el tiempo transcurrido desde lo sucedido era mínimo.
Tal vez quien necesitase ayuda fuera yo.

—Discúlpame, necesito ir al baño.
Me levanté y, sin mirar atrás, ni a mi alrededor, fui directa al área de los servicios. Entré en el de mujeres y me situé frente a uno de los espejos. Abrí el grifo y dejé que corriera un poco el agua antes de mojarme la cara con insistencia. Notaba mis mejillas ardiendo, el esfuerzo que estaba haciendo era considerable, pero los recuerdos parecían ser más poderosos de lo que pensaba.
«¡Maldito Víctor!».
Tenía ganas de gritar, de acabar con todo de una vez. ¿Había algo que realmente me lo impidiera? Tomé aire varias veces y cuando volví a estar preparada salí para reencontrarme con Joel.
—Hay cosas que no se pueden controlar por mucho que así se desee, ¿no es cierto? —Él ladeó la cabeza tras oír mi comentario—. Menos mal que nunca me ha gustado beber alcohol, sino ahora mismo necesitaría un trago.
Sí, menos mal que no solía beber alcohol, porque podría haber recurrido a la bebida y haber terminado peor de lo que estaba. El dolor es algo que se lleva bien cuando te acostumbras, pero ¿emborracharte? Al final terminas esclavizado y era lo último que quería.

Por algún motivo noté que su cuerpo se tensaba. Entrecerré los ojos y observé a mi acompañante con curiosidad.
—Por cierto, tengo una curiosidad. ¿Qué es lo que escribes en esa libreta? ¿Es una especie de diario?
Sonreí para restarle importancia al asunto.
—Si no quieres, no tienes por qué responder, ¿eh?
Pero algo en sus ojos me indicaba que, como yo, tenía algo que quería sacar de dentro.



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miércoles, 26 de octubre de 2016

Un ritual en la taberna (Capítulo primero)















EXTRACTO DE LA LIBRETA: Cementerio


Una espesa niebla deambulaba alzándose un par de palmos sobre el suelo del cementerio.
Estaba construido en la cima de un promontorio a las afueras de la localidad donde él vivía.
Con las manos en los bolsillos, Tylerskar sentía el castañear de su dentadura mientras el vaho que emergía de su boca le indicaba que la temperatura de ese otoño había iniciado un descenso en picado. Precisamente esa noche.

Como si de una macabra casualidad se tratase, el frío se había aliado con el primer aniversario de esa misteriosa fecha que tanta pena le reportaba. Aunque no sabía por qué.
La causa de ese dolor le resultaba esquiva, pues al parecer algún tipo de amnesia había hecho mella en él, deshilachando sus recuerdos y perdiéndolos en el oscuro pozo de la ausencia.

– Joder, ¡Vaya sitio! – La voz de resolución fue acompañada por un sonido de chasquido de ramas secas. Cuando Tylerskar se giró, vio a su compañero maldiciendo en voz alta mientras pateaba la leña que se arremolinaba a cada paso que trataba de dar en dirección a él.
– Deja de quejarte. – Una segunda voz, más aguda, se podría decir que afilada, cortó la gélida brisa de la noche al dirigirse a Resolución. Tylerskar sonrió. La presencia de Rectitud le reconfortaba.
Quizá no lograse recordar nada, pero de algún modo sus compañeros de viaje no le resultaban extraños, y parecía que le iban a acompañar en la tesitura en la que se encontraba.
– ¿Dónde diablos se ha metido Experiencia? – Bufó Resolución, al tiempo que palmeaba el hombro derecho de Tylerskar al llegar a su altura, desde la cual se hubiese podido contemplar una vista panorámica del poblado cercano al cementerio, de no ser por la niebla que esa noche parecía inundarlo todo.

A lo lejos, tenue y difuminada, una luz parecía iluminar las oscuras calles de la población vecina.
Sin embargo Tylerskar no sentía la necesidad de buscar cobijo para resguardarse de las inclemencias de esa noche en la que una inmensa luna llena presidía un tétrico espectáculo de negros nubarrones cruzando los cielos.
Se sentía triste, y el cementerio le despertaba la sensación de que se encontraba allí para despedirse… Aunque él más bien estuviese esperando algo. Buscando a alguien.



Cuando Joel cerró su libreta, quedó sorprendido de cómo el ambiente había cambiado desde que tiempo atrás se había lanzado a una concentrada escritura.
En una esquina de la barra de madera, el camarero acababa de colgar una especie de guirnalda festiva en la cual docenas de calabazas, de pérfida sonrisa y mirada encendida, ondeaban mientras el último de los extremos era atado.
Joel necesitó algo de tiempo para emitir un suspiro y dejar atrapada en su libreta aquello que tanto le inquietaba.
Había perdido la memoria.
Al menos, todo lo referente a entorno familiar y social.
Sabía que estaba en la taberna, que a juzgar por el ambiente festivo y la decoración se iba a celebrar Halloween… Y poco más.

Se levantó del taburete y ayudó a bajar al camarero de encima de la barra cuando éste hubo acabado su tarea.
Entonces se giró para ver como el considerable gentío se repartía por la docena de mesas del local. Considerable para lo que estaba acostumbrado.
Unas diez personas, de lo más variopinto, se daban cita allí en ese momento.
Perdidos en diferentes conversaciones y lanzados a las carcajadas y el buen humor, el ambiente que se estaba gestando resultaba agradable.
Sin embargo, algo ensombrecía el interior de Joel.
Había tratado de captarlo en su libreta en el escenario del cementerio, y meditó dando una vuelta de tuerca más a la sensación que le embargaba de encontrarse a la espera de algo.

Fue entonces cuando esa chica entró en la taberna.







Había pasado poco tiempo desde aquel suceso innombrable y, por supuesto, salir a la calle para mí suponía ser valiente y enfrentarme a mis propios sentimientos. Y no, no lo era. No en ese momento. La única opción era escapar de mis propias emociones hacia algún lugar remoto, pero ¿cómo hacerlo si salir de mi refugio era una odisea?

Aun así, lo hice.

Me alejé de la zona de Reina Mercedes para adentrarme en la avenida de La Palmera. No sé en qué momento la niebla apareció tan baja, pero acabó consumiéndome de tal forma que solo era capaz de percibir mis propios pasos. ¿Podía ser más macabra mi situación en Halloween? Por suerte para mí, no.

Seguí avanzando a pesar de la poca visibilidad de mi entorno hasta que, a lo lejos, vi una luz que poco a poco se hizo más intensa. Me acerqué con rapidez segura de que sería un buen refugio donde permanecer hasta que la niebla se disipara. Cuando estuve cerca identifiqué al instante el lugar. Abrí la puerta y entré.

No esperaba encontrarme el local tan lleno. Al menos en mi mente solía estar más tranquilo, con unas cuantas personas charlando de forma animada, pero sin provocar demasiado alboroto. En ese momento, no obstante, ver a tanta gente a mi alrededor no era lo que buscaba. ¿No se suponía que era mi lugar de paz y que yo decidía de quién rodearme? Respiré hondo y me dirigí a la barra para pedir un café caliente. En el trayecto había pasado frío, aunque me atrevería a asegurar que había sido más la sensación de incertidumbre provocada por la niebla que otra cosa. Me senté en un taburete y observé a todos los que reían y conversaban a mi alrededor. ¡Me sentía tan sola! Era curioso por la cantidad de veces que había acudido a aquella taberna para evadirme del mundo real, de mis problemas. Sin embargo, en las circunstancias en las que me encontraba necesitaba algún tipo de compañía. Una que me relajara con su sola presencia.

—Un café como siempre, por favor. —En cuanto supe que el hombre había anotado mi pedido, apoyé la cabeza sobre mis manos y volví a suspirar.

No estaba pasando por mi mejor momento.

—Aquí tienes, Olivia. —Aquel trato tan cercano me hizo pensar que, efectivamente, me encontraba donde pensaba.

Nunca supe su nombre, pero tampoco se lo pregunté.

Con las dos manos rodeé la taza y las calenté. Observé durante un buen rato el líquido marrón hasta que eché el azúcar y con la mano derecha moví la cuchara para mezclar todo. Cuando terminé, volví a quedarme absorta mirando el líquido y pensando en mis cosas. En las despedidas amargas, las verdades que me había negado a aceptar y en mis sentimientos cada vez más intensos. Sacudí la cabeza para alejar cualquier posible recuerdo y bebí varios sorbos de aquel delicioso café. Bajé la taza y la posé sobre la mesa. Relajé los hombros y perdí mi mirada entre el mar de gente que me rodeaba. Solo eran 10 personas, según había contado, pero me seguían pareciendo demasiadas.

Entonces mis ojos se encontraron con los de un chico que me observaba con detenimiento. Entrecerré los ojos y, con la taza de café en la mano, me levanté del taburete para acercarme.

— ¿Te conozco? Porque nunca te había visto por aquí.




Podéis leer tanto este como los capítulos siguientes en 
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Agenda blogger hecha por la madrina del blog (Sorteo)





La madrina del blog, Silvia de Libros de Ensueño, ha encontrado un hueco entre tanta reseña para diseñar nada más y nada menos que una bonita y funcional agenda para bloggers.

Calendario, horario, retos, libros leídos y wishlist además de top ten’s, se juntan con la agenda en sí, sin olvidar secciones como ideas para nuestros blogs. 
Es solo un resumen del buen trabajo que ha llevado a cabo Silvia.


Pues bien, siendo cierto que la va a poner a la venta en PDF, el motivo de esta entrada es anunciar que… ¡Se sortea una unidad impresa y encuadernada!




Aquí tenéis el enlace que lleva al sorteo de Libros de Ensueño.

En dicha entrada encontraréis además multitud de fotos de la agenda, todas ellas conducidas por una amena narración.


¿Aún no tienes agenda para el 2017?

Esta es tu gran oportunidad :D
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martes, 25 de octubre de 2016

Especial Halloween: Un ritual en la taberna (Colaboración con R. Crespo)





La palabra «Halloween» se define tradicionalmente como una forma acortada en lengua escocesa de la expresión inglesa Allhallow-even usada como tal por primera vez en el siglo XVI. Bajo la forma «Hallow-e'en» se encuentra atestiguada desde 1745. All Hallows' Even, o también All Hallows' Eve, era el antiguo nombre en inglés de la «víspera de todos los Santos», esto es, la víspera de la fiesta cristiana del 1 de noviembre.

Hoy en día, Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo estadounidense y canadiense. Algunos países latinoamericanos, conociendo aún esta festividad, tienen sus propias tradiciones y celebraciones ese mismo día, aunque coinciden en cuanto a su significado: la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y el reino de los muertos. En Europa son muchas las ciudades en las que los jóvenes han decidido importar el modo con el que Estados Unidos concibe Halloween celebrándolo con fiestas y disfraces. Aunque en algunos lugares, como Inglaterra, la fiesta original ha arraigado de nuevo.
El hecho de que esta fiesta haya llegado hasta nuestros días es, en cierta medida, gracias al enorme despliegue comercial y la publicidad engendrada en el cine estadounidense. La imagen de niños norteamericanos correteando por las oscuras calles disfrazados de duendes, fantasmas y demonios, pidiendo dulces y golosinas a los habitantes de un oscuro y tranquilo barrio, ha quedado grabada en la mente de muchas personas.
En esa noche los espíritus visitaban las casas de sus familiares, y para que los espíritus no les perturbasen los aldeanos debían poner una vela en la ventana de su casa por cada difunto que hubiese en la familia. Si había una vela en recuerdo de cada difunto los espíritus no molestaban a sus familiares, si no era así los espíritus les perturbaban por la noche y les hacían caer entre terribles pesadillas.

Fuente: Wikipedia  




Tras esta breve introducción para ponernos en situación… ¡Es un auténtico placer anunciar que este blog va a celebrar Halloween por todo lo alto junto a todos vosotros!



La manera no es otra que una colaboración con la escritora R. Crespo, autora de ‘Ritual’, cuyo universo va a fusionarse con mi novela ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’ generando una historia por partes.


El especial consiste en una cuenta atrás en la que a cada iteración (los días que quedan para Halloween), se publicará un capítulo escrito mano a mano con R. Crespo de ‘Un ritual en la taberna’.



Estad atentos… Mañana da comienzo la cuenta atrás :D



Especial Halloween – Cuenta atrás en 5



Especial Halloween – Cuenta atrás en 4



Especial Halloween – Cuenta atrás en 3



Especial Halloween – Cuenta atrás en 2



Especial Halloween – Cuenta atrás en 1



SORPRESA FINAL


¡Así es! El día de Halloween tendréis una sorpresa si habéis seguido el avance de esta historia nacida de la colaboración entre R. Crespo y yo.

Podéis seguir este especial también en Ficción Romántica, el maravilloso blog de R.






RECORDAD

Tanto ‘Ritual’ como ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’ están ya a la venta tanto en digital como en papel.
De hecho, en cuanto a mi novela ‘La taberna’ hay organizada por R. Crespo una lectura conjunta en la que, además de ofrecerse el e-book gratis, se sortea entre los participantes una copia en papel del mismo.  



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