BLACKSAD 4
El infierno, el silencio
por Juan Díaz Canales & Juanjo Guarnido
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RESEÑA
Caer en tópicos en terreno artístico puede resultar un arma de doble filo.
En un cómic, territorio del que entiendo menos de lo que me gustaría, supongo que el doble filo hace bailar sobre él a las partes literaria y gráfica.
Los artífices de la obra pueden ser tildados de recursivos. De reiterar en una empresa cuyos tópicos igual se han establecido sobre el propio pasado de esta. O bien, pueden salir a hombros en una nueva iteración de genio, talento e inspiración.
Lo mismo vale a la hora de reseñar.
Es por eso que a la hora de posar mis dedos en el teclado para reseñar este cuarto volumen de Blacksad, como si me tratase del mismísimo personaje apodado “Little Hand” sobre el que gira la trama, no he querido rememorar qué dije o desde dónde analicé las anteriores entregas.
La desaparición del pianista Sebastian “Little Hand” Fletcher nos sirve a los afortunados lectores para viajar al bullicioso, musical y claroscuro Nueva Orleans. Y digo afortunados con toda la intención de caer en el tópico y comenzar mi composición con la misma nota de siempre en cuanto a la obra de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido: Esto es para quitarse el sombrero.
El resto de la reseña podría centrarse en destripar un poco la trama aquí y allá, o en lanzarme a un análisis de la calidad narrativa de la historia, que sería la parte que me toca más de cerca. Sin embargo, debo reconocer que este tomo me ha sentado como un buen bourbon disfrutado ante las mieles de una actuación en directo. Afortunadamente, nadie ha puesto nada raro en él, lo que me habilita a dejarme llevar y tocar otras ramas sin miedo a peligrosas borracheras de juicio despiadado o resacas llenas de arrepentimiento por lo criticado.
Este tomo, titulado “El infierno, el silencio”, bien podría tener integrado un pequeño altavoz. Un humilde y mágico sistema que hiciese manar jazz mientras vamos pasando páginas y avanzando por una historia que, una vez más, se sienta ante el piano con el teclado plagado de tópicos... Para lograr componer una pieza única a partir de lo bueno aprendido y la mejor innovación.
En un constante vaivén temporal, parece que la trama nos tambalea como mecidos por la corriente de un río de acontecimientos que se aceleran y retraen.
Un ejercicio que en ocasiones parece arriesgar hasta el punto de generar cierto vértigo en la lectura, pero tan elegante que en ningún momento se llega a dudar de que concluya bien resuelto. Y eso, en esta serie de comics, ni quiere decir final feliz, ni implica que no vayamos a tocar aspectos tan sucios como impresionantes son todas y cada una de las viñetas.
Lo han vuelto a hacer. Una cuarta joya para lo que empieza a ser un nutrido tesoro.
Si Blacksad fuese literalmente música, no me cabría duda alguna: El silencio sería un infierno.
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