EL TRASTORNO DE LA JOVEN DEL AGUA
“Hubo un tiempo en el que el hombre y las criaturas del agua
estaban unidos. Ellas nos inspiraban, nos hablaban del futuro. El hombre
escuchaba y todo se hacía realidad, pero el hombre no sabe escuchar muy bien.
La necesidad del hombre de apropiarse de todo lo llevó a alejarse tierra
adentro. El mundo mágico de los que viven en los mares y el mundo de los
hombres se separaron. Con el paso de los siglos ese mundo mágico y todos sus
habitantes se dieron por vencidos. El mundo del hombre se volvió más violento, se
sucedieron las guerras al no haber guías a quien escuchar. Ahora, las criaturas
del agua vuelven a intentarlo, intentan llegar a nosotros. A unas pocas de las
más jóvenes las han enviado al mundo del hombre, las han llevado a altas horas
de la noche donde habita el hombre. Un fugaz cruce de miradas... y el despertar
del hombre se hará realidad. Pero sus enemigos deambulan por la tierra. Si bien
hay leyes para proteger a las más jóvenes las envían conscientes de que sus
vidas corren un gran peligro. Muchas... no regresan. A pesar de todo lo
intentan, intentan ayudar al hombre... pero el hombre ha olvidado como escuchar”
El trastorno bipolar padecido de nacimiento.
¿Arroja alguna bendición al individuo o condiciona su
crecimiento maldiciendo el proceso?
Cuando la voz del narrador pronuncia la cita anterior al
comienzo del film ‘La joven del agua’, debo reconocer que siento un
estremecimiento en mi interior. Esa sensación casi global de pérdida que los
seres humanos experimentan al nacer, y queda encapsulada en algún lugar del subconsciente,
me lleva a pensar que resulta algo así como partir de un esplendoroso universo
de magia para aterrizar de mala manera en una realidad carente de ella. Con fortuna
se contará con unos padres como los míos, capaces de generar una plausible emulación
de ese hipotético mundo mágico que todos dejamos atrás. Durante esos años, si
la buena fortuna está de nuestro lado, sentiremos el eco de esa magia lejana,
en forma de imaginaciones y pensamientos, sueños y maravillas por descubrir. El
estremecimiento que he comentado, envuelto y presentado en forma de feliz y
segura infancia, llena de un amor incondicional por parte de nuestra familia.
Sin embargo, ahí parece estar algo así como el ying y el yang,
las sombras arrojadas a las llamas de la luz, y o bien no se goza de esa
suerte, o bien cae en la mezcla un ingrediente, como por ejemplo, la problemática
de la salud mental.
“Tus pensamientos son muy tristes. Estás así desde una
noche. Una noche en que un hombre entró en tu casa y tú no estabas.”
Dicen de este trastorno que es el trastorno de la
melancolía.
Yo, en lo que identifico de mí en la infancia, no era precisamente
de carácter mustio y marchito. El tornado casi histérico de actividad que suele
acontecer a esas edades adquiría por momentos, y según que seres queridos,
cotas que lo elevaban a la categoría de huracán. Esos picos altos,
afortunadamente hoy en día, comienzan a levantar alarmas que conducen a
diagnósticos muy prematuros que, con las debidas terapias, palían crecimientos
torcidos cual tronco de árbol. Pero no fue ese mi caso, y las sombras llamaron
a la puerta de mi mente bien pronto, en forma de pesadillas en las que haré
hincapié más adelante, centrándome ahora en el primer sueño lúcido que recuerdo
haber tenido. Una gran sombra, abrazándome tras un periplo por la negra y
neblinosa noche de un bosque, susurrando palabras que quedaron grabadas
a fuego. Siempre permanecería conmigo.
A partir de ahí, una serie de fallecimientos de gran
relevancia para mí y mi mundo de maravillas hicieron que en el pozo interior
que todos poseemos, se cavase tan y tan hondo, que se abrió una compuerta a un
territorio, supongo, bien conocido por los maníaco depresivos. El yermo paraje
calcinado de un dolor que supera las experiencias vividas, como si de algún
modo siempre hubiese existido, aguardando visitantes.
Eso instauró los dos polos en mí por vez primera, entre los que
estuve oscilando sin demasiado raciocinio durante años, meramente limitándome a
improvisar en busca de una estabilidad que ni siquiera sabía haber perdido
desde buen inicio.
Las musas, no obstante, cantaron su dulce melodía lanzándome
al dibujo.
La narf Story, que protagoniza ‘La joven del agua’, no será
en este texto una de esas musas, sino la parte creativa, integrante del yo sano
que alberga todo bipolar. Así pues, primero con el dibujo y finalmente con la
escritura, forjé la identidad que habría de blandirse con el mundo que nos
rodea en busca de su lugar y, quizá, las maravillas y el eco mágico de lo
dejado atrás, donde la felicidad no resulta una quimera. Durante años, siendo
Story, viví y aprendí. Más bien pronto que tarde, sin embargo, las sombras no
llamaron a mi puerta, sino que se colaron desapercibidas por las rendijas del
hogar de mi mente a cada trago de mis primeras dosis de alcohol.
Cuando Story se dio cuenta, ya no estaba sola.
Cuando mi mente habló consigo misma, otra voz le respondió.
Un Monstruo había nacido.
“Tenerles miedo es lo que ha mantenido la justicia en el
mundo azul por siglos.”
Voy a usar al Scrunt, la bestia malvada de ‘La joven del
agua’ y cuya misión es acabar con la vida de la ninfa Story, para intentar
finalizar esta comparativa con un cierre que resuma el dilema que este aspecto
del trastorno me supone aún hoy.
La historia con el alcohol, en su punto medio, dinamitó mi
mente y me lanzo a un diagnóstico y crisis periódicas que cumplen década de modo
reciente. A mayor consumo (pues en un principio la sedación recuerda a un
potente estabilizador), mayor número de actos perpetrados desde esas sombras que
finalmente acabaron por estrangularme. El Scrunt, el Monstruo que nació o despertó
en mí, no va a ser en este análisis el lado oscuro del ser humano, sino la
enfermedad cuando episódicamente asalta tu boca y habla, y dispara, por ella.
¿Que por qué me resulta un tema escabroso? Pues porque establecer
una frontera entre el lado oscuro que me acompaña desde mi sueño con la Sombra
encapuchada, y el dantesco escenario que se dibuja cuando el trastorno adquiere
el control, es harto complicado.
Unas veces soy Story creando y sonriendo a las maravillas
invisibles, huyendo de la bestia que acecha a cada esquina de mi mente… Otras
soy el Scrunt, con los ojos inyectados en el color del alcohol o desquiciados por
la manía psicótica, mordiendo y desgarrándome, destruyendo todo cuanto poseo,
todo cuanto soy… Con tal de llevarme a Story por delante.
‘La joven de agua’ es un cuento precioso. Lo que representa
este texto, ‘El trastorno de la joven del agua’, empezó muy bien y ahora se
encuentra en un punto crítico de máxima tensión. Pero la vida no es una
película.
Como me aconsejan personas de mucha luz, debo encontrarme a
mí mismo. Hablar conmigo mismo. Escribir me ayuda a hacerlo. Que Story deje de
huir de una vez por todas y mire a los ojos al Scrunt, quizá esa sea la única
forma de plantarle cara, por mucho miedo que se tenga.
Todas las imágenes están sacadas de Google
Me gusta mucho esta nueva sección que has creado, ya que ayuda más a entender a los bipolares. En este se entiende perfectamente esa lucha interna nada fácil que sufres pero que nunca abandonas. Yo te animo a continuar esa lucha para salvar a Story y encontrarte a ti mismo
ResponderEliminar¡Gracias Silvia!
EliminarLe estoy poniendo muchas ganas e ilusión a esta sección :D
Me hace muy feliz que creas que he logrado trasladar la lucha interna de un bipolar al universo de este film, pues no tenía en un principio clara la comparativa.
Story... Sí, hay que luchar por "ella" :)
¡Un abrazo!
Es evidente que el Autor escoge sabiamente y cuidadosamente donde inspirarse. Efectivamente y aunque casi siempre el bien y el mal están reflejadas en casi todas las tramas cinéfilas hay algunas en las que son llevadas muy al extremo.
ResponderEliminarVoy a ser más escueto ya que en esta ocasión el componente autobiográfico es muy fuerte dominando el escrito en mucha mayor medida que la trama en sí y, no obstante, ofreciendonos una clara muestra de la madurez que ya he expresado en otros comentarios.
Enfrentar nuestros miedos y terrores, que bien suena y que difícil es conseguirlo, pero si algo ha demostrado el Autor es una gran dosis de determinación, fe y lucha.
Saludos