lunes, 20 de noviembre de 2017

Mis reseñas: La luz en el espejo (Tes Nehuén)

MIS RESEÑAS


LA LUZ EN EL ESPEJO



Lectora demente. Redactora en Poemas del alma y Pizza vegetal. Autora de "Cuentos para aprender a volar"


Dado que esta es mi primera incursión en el territorio de las reseñas literarias, pido disculpas de antemano a Tes Nehuén, a la que agradezco enormemente el ejemplar que me ha brindado de ‘La luz en el espejo’, por si mi torpeza resulta demasiado evidente.
Me gusta leer poesía… Aunque mis conocimientos al respecto carezcan de base alguna. Así pues, me limitaré, o más bien me centraré, en narrar lo mejor que pueda lo que me ha transmitido la primera obra de este poemario, titulada ‘Puro’.


PURO

En el espejo mi doble es tal vez mi contrario
ANNA AJMÁTOVA

La elección inicial que sirve de bienvenida ya nos prepara para una carga rotunda de profundidad, a la vez que augura la visión de ciertas sombras… Que no harán sino que crecer gigantescamente de ahora en adelante.
‘Puro’ en muchos puntos me resulta como pegarle una calada a un pitillo de tabaco seco, del que raspa la garganta y te obliga a beber algo. La buena noticia es que ese algo se acaba revelando en el paladar de la memoria como un vino excelente.
Una mujer vivirá en su fuero interno un viaje, qué digo, una impresionante odisea, que perfilará las vidas y rostros tanto de sus familiares como de sí misma. Mientras ese perfil toma forma, como si de una daga con bordes dentados se tratase, a golpe de versos muy trabajados o de genial espontaneidad, nos veremos introducidos tan en el interior de esas personas que prácticamente podríamos abrazar sus almas.
Sentiremos el frío de una niña desencantada, las sombras perennes de su interior incluso cuando el sol castiga más duro… Escucharemos “esa voz” que la maniata y a la que ella se dirige en un constante diálogo. Navegaremos por las oscuras profundidades donde habitan esas sombras, hasta comprenderlas, quizá odiándolas, quizá amándolas.
Como a esa desagradable calada al pitillo, desde el abuelo frente al océano a la madre inmóvil, desde el padre muerto vivo a los pisotones de Narciso, todo es cuestión de ir leyendo, disfrutando de una lectura para mi opinión de elevado nivel.

Más aún si al final, cuando el eco del recuerdo acude, el sabor el trago inunda el paladar del mejor de los sabores.








DIFUSO


En ‘Difuso’, la segunda parte del poemario ‘La luz en el espejo’, nos adentramos, aún más si cabe, en el pozo de sombras, que no el abismo, de una joven que ya en ‘Puro’ nos estremeció con una realidad dura como el mármol, pero tan bella como puede ser su dibujo.
El abismo lo miramos a través de una mirada en cuyo párpado un lunar parece adivinar destellos de luz en un mundo decadente, ni que sea a base de frotarse compulsivamente tanto a él como al dolor de una infancia que acosa a la vuelta de cada esquina de la memoria.
El tiempo que se va, que deja atrás lo pasado, irrecuperable y desperdiciado, contrasta con la valía de tesoros en forma de recuerdos tristes. De conchas arrancadas de una arena que las aguas con las cenizas de tantos seres queridos lamerán hasta que no quede rastro alguno del hurto. Un hurto en forma de regalo, pero contenedor al fin y al cabo de un dolor que parece asir cada verso, cada palabra, de la poesía de Tes Nehuén.
Tras disfrutar de nuevo de esta lectura, me abruma la visión de ese cenicero que aparece en el poemario, donde puede caber el alma, pero la vida y la erosión del tiempo lo convierten a media distancia en lo que parece: Un contenedor de la podredumbre de un pasado marchito. No obstante, también visualizo esos diez dedos que se nombran, con una historia que se actualiza, y miro los míos mientras tecleo estas líneas. A buen seguro no hacen justicia a los versos que emergieron de los dedos de esta autora, pero espero animen a querer acceder a un retrato solitario de una joven herida pero valiente, atormentada pero profunda y, sin embargo, permanente buscadora de la luz en la superficie. Al menos eso es lo que puedo decir tras la lectura de ‘Puro’ y este ‘Difuso’ que reseño, a la espera de que su conclusión, ‘Infinito’, me lance a abordar una última reflexión.










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1 comentario:

  1. ¿Qué se puede decir ante tan elogiadora lectura? Un gracias grande como una casa no me alcanza pero ¡¡GRACIAS!! Me encanta que te hayas fijado en la imagen esa del cenicero. ¡Qué detallista! Un abrazl gigante.

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