ATENCIÓN
Este artículo puede contener pequeños spoilers de la saga
La saga Identidad,
compuesta hasta la fecha por dos entregas independientes tituladas
‘La cabaña’ y ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’,
alberga muchas coincidencias entre dichas obras.
No destriparé más
allá de lo necesario.
Los protagonistas de
esas novelas gozan de un rico mundo interior en el que gustan de
zambullirse para, primero analizar hasta la extenuación la situación
en la que se encuentran, y segundo planear un plan para emerger si
bien no indemnes sí reforzados.
De entre todos esos
protagonistas, una nutrida mayoría escribe con asiduidad.
Ya sean documentos
que albergan protegidos de la distorsión que supone el paso del
tiempo o páginas escritas de una libreta que siempre habrá de
acompañarles, es en muchos de esos anexos (en el caso de ‘La
cabaña’) y extractos (presentes en ‘La taberna’) donde
conocemos una de las coincidencias entre las novelas: El personaje
Tylerskar.
Tylerskar es, ni más
ni menos, la visión puntual y experimental que los protagonistas
tienen, en el momento en que escriben sus aventuras, de sí mismos.
Digo puntual porque
Tylerskar es un personaje en constante cambio y evolución.
Califico
de experimental porque lo sitúan en escenarios y tesituras de
variopinta naturaleza.
Sin embargo, el
personaje es fuerte en sus puntales base.
Tylerskar es un individuo de edad indefinida.
No por escribir
sobre él, o junto a él, supondrá que en un escrito posterior a
otro éste sea mayor.
De hecho, el
personaje no obtiene una evolución evidente hasta que logra
derrumbar los muros del problema que estén tratando de resolver sus
sufridos creadores.
La saga Identidad
pretende que el lector, en la medida de lo posible, enriquezca con su
propia experiencia vital e identidad todos los pasajes por los que
concentre su vista y su imaginación.
No obstante, como
autor, dispongo de una imagen fuerte y sólida para Tylerskar.
Cercano a los
treinta y con una madurez cambiante en función del momento y la
motivación que lo mueva.
Eso puede sonar
interesado e incoherente.
Para no limitarme a
remitir al lector de estas líneas a las obras de la saga para
comprobarlo, añadiré que Tylerskar imprime grandes dosis de
impulsividad a sus actos.
Como si supiese que
se trata de un personaje literario.
Toda esta
información se puede extrapolar a sus creadores, y a su vez al
creador original.
No es de extrañar,
pues, que la primera lectura que recomiendo para introducirse en el
universo de la saga sea la de ‘La cabaña’, pues pese a resultar
de una complejidad mucho mayor que ‘La taberna’, se adentra como
un misil expeditivo hasta el mismo centro de la psicosis.
El hecho de la
sospecha de Tylerskar acerca de su naturaleza artificial y, por lo
tanto, amplia libertad de acción, pudo contribuir a que la psicosis
resultase muy difícil de gestionar y comprender, o simplemente ser
una consecuencia directa de ella.
Como para el resto de sus
creadores.
El mapa de ‘La cabaña’ permite divagar
detenidamente este aspecto, entre muchos otros.
Enérgico, vital y despierto, Tylerskar luce su media sonrisa siempre que puede sacando a relucir parte de su dentadura.
Afeitado
excepto por una perilla en la barbilla, su rostro delgado en el que
destacan sus pómulos tiene como acabados unos generosos labios
siempre mordisqueados y pellizcados, una nariz prominente y unas
pobladas cejas que otorgan a su penetrante mirada de ojos marrones
una aura de misterio e incluso peligro o emoción.
Sin
embargo esto solo es la visión que yo vierto sobre mi personaje.
La
intención, y por eso la novela no es rica en descripciones dedicadas
a Tylerskar, es que cada lector pueda construirse al suyo propio.
El
laberinto de su mente, su mapa psicológico, abre las suficientes
puertas como para que se insinúen muchas otras. El abarcar su
totalidad o aprovechar un número concreto para hacer del personaje
algo propio es algo que sugiero y recomiendo.
Tratándose de un
individuo en permanente baile con el oleaje maníacodepresivo, he
incluido varios audiomontajes en este artículo, pues tanto la voz
como los aspectos que evocan forman parte del mundo interior que
mueve al personaje.
Idealista, soñador,
inconformista, perfeccionista…
Divertido,
entrañable, sentimental, pasional…
Inmaduro, risible,
acomplejado, inseguro…
Prepotente,
autoritario, extremista, egocéntrico…
Y así podría
continuar creando grupos y adjetivos, algunos de los cuales Tylerskar
graba a fuego en las novelas mientras que juega con otros como si de
pelotas que mantener en un circuito aéreo se tratasen.
Unos se
mantienen largo tiempo. Otros se caen y se descartan. Otros se van
recuperando.
Tylerskar cree que
está muy vivo.
Se trata de un
personaje muy personal.
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