miércoles, 23 de febrero de 2022

Reseña de 'El símil: Día del lector' (Oscar Lozano Álvarez)



RESEÑA

EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR

por Oscar Lozano Álvarez

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INTRODUCCIÓN



 

En la oscuridad de los estudios, una luz trémula resistía la conquista de la creciente penumbra. Se trataba de la cámara 3, esa de la cual se decía nunca debía apagarse.

Una sombra se adivinó emergiendo en el escenario a medio desmontar. De silueta alta, casi imponente, logró con el simple chasquido de sus dedos que un foco aterrizase sobre ella. En ese momento pudo contemplarse desde la cámara que no estaba sola.

Sentados en sendas butacas, una pareja masticaba de forma despreocupada las palomitas de un bol compartido.

—¿Dices que se llama Oscar? Qué apropiado… — El sujeto, acariciando la perilla de su mentón, desvió fugazmente la mirada en dirección a su compañera. Esta sonrió la gracia de su compañero.

—No te cachondees. Es nuestro aliado. Todas sus reseñas desprenden calor.

Ambos jóvenes fueron sorprendidos cuando las manos de la gran sombra se apoyaron en sus respectivos hombros.

—Rebeldía, Tylerskar… Una sonrisa para la 3. Estamos en directo.

 

Si de algo podía presumir Conciencia, era de saber ubicar la mayoría de las situaciones en las que se encontraba.

 

 


 

 

RESEÑA


 

 

Debo agradecer de nuevo al autor su amabilidad al hacerme posible colaborar con él.

Con la tercera entrega de la Saga Identidad, el autor, Víctor Fernández García, nos relaciona la enfermedad mental, en este caso la suya propia, con el ámbito cinematográfico.

 

Dividida en una serie de once capítulos, los cuales evocan películas bastantes conocidas, donde el alter ego literario del autor, Tylerskar, nos va narrando desde su inicio con el trastorno bipolar y su lucha contra el abismo personal y social al que se van viendo abocados cada individuo que padece esta enfermedad. Además, ellos mismos tienen que ir controlando sus estados de ánimos para no descompensar en demasía sus emociones, y por ende sufrir brotes más agudos de euforia o depresión, para de este modo no estar demasiado tendentes a la temeridad a causa de un estado que hace ver todo demasiado fácil o positivo, o por el contrario luchar contra una excesiva tristeza que haga que el individuo no sea capaz de salir de un túnel de desesperanza y oscuridad.

 

Sumado a esto, también hace su unión cinematográfica con la caída en una adicción, en este caso una droga legal y social, el alcohol. Con él en la ecuación el enfermo mental, bipolar en este caso, cree encontrar el complemento perfecto para controlar la situación, aunque en verdad es todo lo contrario y lo único que consigue es aumentar los efectos negativos de cualquiera de los dos estadios más graves en los cuales puede llegar a caer.

A todo ello hay que sumar el hacer, o trabajo, poco profesional de algunos trabajadores sanitarios, los cuales están más preocupados por hacer sentir inferiores a los enfermos mentales que en conseguir su recuperación total, o casi totales, pero al menos aceptables para que lleven una vida tranquila y equilibrada con los estándares sociales establecidos.

 

La Sociedad también tiene su parte de culpa en la discriminación de estos enfermos, ya que al verlos como apestados no suelen prestar ni el apoyo ni la atención necesaria para lograr su perfecta integración en la comunidad en la que vivan.

Mirando de una manera general los relatos que componen la novela, en todos y cada uno de ellos encontramos un pedacito de su historia personal y a la vez un todo que termina viéndose al finalizar el último de los once capítulos. Lo que también incluyen son explicaciones del porqué eligió esas películas para explicar su enfermedad, y cómo se sintió en cada momento de su vida.

 

Si nos referimos a su alter ego, Tylerskar, vemos que representa o puede representar la parte más destructiva de su personalidad, y la que se asocia con el problema añadido de la adicción al alcohol. Esta unión actúa como desestabilizante en su vida, llevándole a un abismo de muerte. Por el contrario, aparece otro carácter de su personalidad, al cual humaniza, Rebeldía, que actúa como contrapunto a la maldad que encarna Tylerskar. Esta lucha de enemigos íntimos, llevará a una destrucción de casi cualquier mundo que quiera construirse para sobrellevar su enfermedad.

 

Además, como apunté al principio de la reseña, hace un repaso desde los inicios de su enfermedad, en concreto el momento en el cual fue notificado de ella y cuando empezó a tener los primeros síntomas. En la historia que narra este acontecimiento, también toca el tema del acoso escolar y bullying que suelen sufrir los niños y niñas que son diferentes o distintos al resto, ni mejores o peores, por cualquier motivo, no exclusivamente por padecer alguna enfermedad.

 

Igualmente, en todos los universos que componen los once relatos, el autor nos lleva a reflexionar sobre la manera en que la Sociedad tratamos a los enfermos mentales, en su conjunto e individualmente. Además de llevarnos por el recorrido de su vida y la aceptación de sus problemas, así como el acogimiento de una adicción como falso remedio para solucionarlo.

 

Personalmente me parece una lectura muy interesante para sentir en propia carne las batallas que llevan a cabo un bipolar, o cualquier enfermo mental, para no hundirse en cualquier de sus brotes. Y el poco valor que tienen los centros psiquiátricos para remediar los problemas asociados a ellos. Muy recomendable.

 








 

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