lunes, 4 de diciembre de 2017

Una canción de Hielo en el Muro





UNA CANCIÓN DE HIELO EN EL MURO





"La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir."



Pierdo la vista en el negro horizonte
se difumina a lo lejos, en la misma nevada de siempre.
Mi esperanza marchita alza enérgica un último pétalo
Esgrimiendo deseos fútiles
Mientras el gélido viento me lo arranca de las manos.

¿Cuántas veces ha muerto esa flor?
Tantas como inviernos he sobrevivido.
Depresiones tan profundas como la noche que me abraza
Con un último portal a las tierras que me esperan.
Un acceso de horripilante construcción,
A un infierno de llamas apagadas y cenizas ni humeantes.
La muerte en vida, la melancolía victoriosa,
Sonriente si sus labios secos y rajados supiesen lo que es.

He soñado toda mi vida con este momento,
Con la sensación de que el final baja el telón
Y entre bastidores me encuentro con el escenario eterno
En la que actúa la tortura de la eutimia.
Me lanzan flechas, que me aburre me dicen…
… Que me aburre el dolor.
Porque no es la estabilidad a lo que temo,
No es el aburrimiento lo que me quema,
Ni la rutina de una vida con días y noches, con sol, lluvia y luna.
Son las llamaradas de un sol que no calienta,
Sino que hace arder todas las buenas intenciones,
Convirtiéndolas en una fina lluvia ácida,
Que va minando tu fe y tu valor,
Dejándote inerte, suspendido en la nada de las emociones,
Listo para orbitar alrededor de personas que, sanas,
Verán brillo en todo ese dolor.

Estoy sobre el Muro, siento su hielo colándose por mis ropajes,
La soledad me abraza
La canción de su susurro aprendida de memoria
La promesa que vendrá con el tiempo
Del invierno que se acerca.
Ecos de tabernas del pasado se hunden en mi memoria
El rescate de un alcohol prohibido
Que nunca fue sino un dulce verdugo de amarga guadaña.
Ya casi lo has segado todo, le digo a esa imagen mental con forma de botella,
Y escucho mi propia risa, una carcajada ahogada.

Por vez primera miro abajo,
Más que a las tierras salvajes,
A la gran caída que apagaría la chispa en un océano.
Pero un juramento me une a este lugar.
El vapor que exhalo me saca de mi rumiación.
El temblor de mi cuerpo me hace sentir la realidad.
La negra noche hace que nieve pérdida sobre mí.
Y yo me agarro los brazos, desamparado,
Como si ya solo eso me quedase en el mundo.




Todas las imágenes están sacadas de Google
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