jueves, 10 de noviembre de 2016

La saga Identidad en papel





Cuando acabas la escritura de un libro, la sensación de plenitud que se obtiene es inmensa.

Seguramente el proceso ha sido sujeto a innumerables revisiones, a familiares y amigos temblando cada vez que un notificación de correo aparece en su día a día.
Porque debería ser esencial para toda obra ser lanzada en el estado más óptimo que pueda concebir su autor o los críticos con quienes haya formado equipo.

La edición en papel del libro es algo que merece una mención aparte.

No reniego en absoluto de lo digital, más bien al contrario, y considero que los e-reader (yo conozco Kindle) son una auténtica maravilla. Asimismo las aplicaciones que suelo utilizar, Kindle e iBooks, han hecho del mimo de la edición digital algo también casi obligatorio en mí.

Pero la edición en papel es la edición en papel.
En el terreno de la autopublicación, del que probablemente hablaré en detalle en el futuro, mi experiencia a la hora de ofrecer físicamente los libros de la saga Identidad ha sido con CreateSpace de Amazon.
Debo decir que la experiencia está resultando inmejorable.





No obstante esta entrada la quiero dedicar a perfilar muy por encima los aspectos a tener en cuenta a la hora de ir forjando, meticulosamente, el archivo final que mandaremos a CreateSpace Publishing Platform para que los lectores puedan hacerse con él, impreso y encuadernado, desde Amazon.

La edición y maquetación de un libro es algo que puede hacerse, como todo en la vida, de un modo bien trabajado o por el contrario bastante dejado.

Con la práctica uno va ganando experiencia, y puedo decir que me siento realmente satisfecho con las ediciones en papel de la saga Identidad.
Tratar de erradicar toda errata de su contenido, escoger con mimo las fuentes y tamaños, estudiar la distribución de los capítulos, anexos y extractos, así como meditar la inclusión de ilustraciones; todo ello conforma la punta de un iceberg de trabajo e ilusión.




Cuando el resultado llega a tus manos y los primeros lectores se muestran contentos… Hablamos de una excelente sensación.

Estoy acompañando este pequeño artículo de una serie de montajes con la saga Identidad en su edición física.

Las dos obras que, por el momento, la integran, son ‘La cabaña’ y ‘La taberna: Una libreta para el recuerdo’.
Con unas dimensiones de 6x9 pulgadas y rondando ambas las 250 páginas.


Estando ambas a un precio inferior a 8 euros… ¿Vas a dar una oportunidad a este mundo interior sujeto a todo tipo de emociones, disfrutando del tacto de sus páginas y el olor de su interior?





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miércoles, 9 de noviembre de 2016

La luz en la saga Identidad





Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano. A veces habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, si bien tal idea la toma prestada del orfismo.

Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros; además, los dioses inferiores crearon dos almas mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que reside en el abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su lugar en la cabeza.
 Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional y el negro la parte de los apetitos (siempre rebelde).
La tarea del auriga es mantener el caballo negro al mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte; este diálogo ofrece diversos argumentos que buscan probar la inmortalidad del alma.

Aristóteles definió la Psyche como "forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida". También la entiende como "la esencia de tal tipo de cuerpo". La forma o esencia es lo que hace que un ente sea lo que es. Por esto entendemos que el alma es lo que define a un cuerpo natural.
 Por ejemplo, si el oído fuera un animal, su alma sería el escuchar y su materia el propio órgano del oído. Un oído que no tuviera la función de oír sería un oído solo de palabra. En este caso, el alma configura la materia en un cuerpo natural organizado.
Así se forma una unidad sustancial (compuesta de materia y forma).
Alma y cuerpo no son separables en el viviente.

Fuente: Wikipedia




Si fuésemos coches, el motor y la carretera serían dos elementos sumamente significativos en nuestras vidas.
Como máquinas, podríamos generalizar esos conceptos a energía propia y dirección de destino.

Sin embargo somos humanos, lo cual complica en ocasiones y enternece en otras, dotando de cierta alma al conjunto con el que nos identificamos y nos hace autodenominarnos persona.
La analogía, sin embargo, no carece de cierta validez.
Siendo nuestro combustible algo tan etéreo y mágico como sujeto a inspiración, tanto nuestro motor como nuestra carretera deberían estar asociados al concepto de luz.

Luz interior.
Las personas que brillan con luz propia destacan sobremanera en un mundo cuyo sistema y masas parecen encadenados a un reguero constante de miseria y sufrimiento.

Luz en el camino.
Siempre ante el emocionante pero incierto futuro aguardándonos a la vuelta de la esquina, el saber identificar y dejarse guiar por la luminosidad de una trayectoria sana, vital y cargada de buenas intenciones quizá nos ponga en sintonía con buenas vibraciones.


Unos asociarán éstos aspectos de la luz a la propia energía universal.
Otros hablarán de santos o personas tocadas por un Dios.
Habrá quién disponga de sus propias teorías, en comunión con las anteriores o sencillamente rompedoras.
El caso es que, independientemente del contenedor donde se quiera depositar esta idea, el hecho de ponerla en práctica y sentir la calidez de nuestra luz interior, colocándola en el punto del camino donde nos encontremos para que sirva de guía, es algo digno de admiración.

En el trastorno bipolar, la problemática maníacodepresiva deforma esa luz en las fases maníacas cargándola de un componente artificial a rebosar de ira y tensión contenidas. También la apaga por completo cuando la fase acaricia o abraza la depresión.
En posibles fases de psicosis, si representásemos con fuego esa luz de la que hablamos, la hoguera resultante sería sentida por el sujeto más bien como una pira de varios metros de longitud.

En el terreno de los tóxicos, más concretamente en el de el alcohol, la adicción provocará que las luces que creamos ver en el camino sean en realidad espejismos de una luz interior largo tiempo dejada atrás en beneficio de una lenta conducta autodestructiva.
Dicha conducta irá convirtiendo los focos en lámparas, las lámparas en bombillas y las bombillas en velas.

Para finalmente ahogar todo oxígeno matando toda fuente de luz.
No obstante, siempre permanece una puerta abierta a la desintoxicación.
De ser representada con una luz, la calidez de un farolillo en una oscura calle sería una adecuada manera de perfilar la invitación que lleva implícita.


En la saga Identidad la luz goza de un significativo papel.
Tanto la interior como la del camino.
Motor y carretera.
En ‘La cabaña’ una cambiante hoguera se presenta perenne en la misteriosa vivienda de Anciano.
En ‘La taberna’ es un farolillo el que parece guiar a Joel en su intensa y brutal guerra.

En ambos casos una pequeña fuente de calidez trata de hacer frente cual David contra Goliat a gigantescos Monstruos nacidos de los lugares más tenebrosos de lo psicótico y lo tóxico.

Saber si se apagarán o no, si prevalecerá la esperanza, es ya algo que os espera en las páginas de la saga.



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martes, 8 de noviembre de 2016

Saga Identidad: Introducción



INTRODUCCIÓN



Acompaña a un grupo de personas en diferentes momentos vitales a una cabaña donde un anciano y una niña tratarán de ejercer de guía en un laberinto mental bajo la sombra de la psicosis maníacodepresiva.


Navega en un océano en guerra contra un monstruo acompañando a Joel en su lucha contra un trastorno bipolar en patología dual con el alcohol.

Tanto da el orden que escojas.
Se trata de entregas independientes.
Por donde empieces la saga Identidad enriquecerá de modo diferente la experiencia.

Con un mundo interior en común, conocerás a Experiencia, Resolución, Rectitud, Esperanza, Ilusión y muchos otros personajes que, junto a un Monstruo, sacudirán tu Conciencia removiendo y desmenuzando todo tipo de aspectos de un mundo muy real. 
Plasmado en ocasiones con realismo y en otras con la ficción como muleta, dicho mundo te acercará a la mágica pero maldita visión característica del lado más complicado de la salud mental.


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lunes, 7 de noviembre de 2016

Saga Identidad: Los personajes de 'La cabaña'





Saga Identidad


PERSONAJES DE 'LA CABAÑA'



Entre el amplio elenco de personajes que aparecen en ‘La cabaña’, se encuentran los de Niño, Adolescente y Hombre.


El primero, Niño, resulta un individuo un tanto asustadizo e inseguro, dado que una misteriosa experiencia causa mella en él, al tiempo que una sensación inexplicable lo inquieta.





En cuanto al segundo, Adolescente, se trata de alguien que derrocha energía, aunque bien es cierto que lo hace con una carga de prepotencia, soberbia, altanería y chulería que contrastan sobremanera con su condición de soñador inconformista.

Ambos, junto con Hombre, el tercer personaje, padecen de trastorno bipolar.

Hombre es una persona propensa a tener visiones de la locura, mientras avanza por su camino desarrollando una personalidad analítica que logre explicar los enigmas a los que se enfrenta.





Los fotomontajes que acompañan a este artículo ilustran la visión que el autor tiene de estos personajes.


En ningún caso pretendo que resulte algo que se imponga a la imaginación de los lectores, pues uno de los objetivos principales de ‘La cabaña’ es que se preste a ser rellenada por las propias visiones y experiencias de aquél que se zambulla en su universo, completando así la experiencia que trata de forjar.

A parte de estos tres ejemplos, la obra presenta muchos más personajes que con el tiempo trataré de ejemplificar en sus respectivos montajes.





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Ilustración de 'La cabaña': Hombre





Hombre:

Un protagonista principal de 'La cabaña'.
Asaltado por cíclicas visiones de la locura evolutivas. Analítico.







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Ilustración de 'La cabaña': Adolescente




Adolescente:

Protagonista de 'La cabaña'.
Chulesco, soberbio, prepotente e inmaduro. Aunque también enérgico y soñador.



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Ilustración de 'La cabaña': Niño





Niño:

Uno de los protagonistas de 'La cabaña'.

Inseguro y miedoso, marcado por una misteriosa experiencia y una extraña sensación.



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viernes, 4 de noviembre de 2016

Reseña de 'La cabaña' (Sandra Riverol)



RESEÑA DE 'LA CABAÑA'


Para leer esta reseña en Una vida entre páginas y letras sigue este enlace



¡Polluelos!
¿Qué tal va noviembre chicos? ¿Cómo va todo con su día?
El día de hoy les vengo a hablar un libro sobre la historia de un hombre con trastorno bipolar, un libro que no hace más que sorprenderte y que debes leerlo para comprender su profundidad.
Así que vamos con la ficha técnica:





Como han podido leer, el libro lo ha escrito un hombre que tiene este trastorno, lo cual es algo que me impactó mucho, ya que tiene un valor testimonial muy grande, y es una característica que no deberíamos perder de vista. Al tener esta característica podemos sentir lo mismo que el personaje principal, vivir con él todos esos momentos de desesperación, ir descubriendo con otros ojos el mundo; y esto es posible gracias a la buena pluma de Víctor.

Aparte de la osadía que tiene el autor al momento de crear personajes principales con trastorno bipolar, fue más allá de ello dando personalidad y un aspecto físico a elementos tan abstractos como el alma, la conciencia, la esperanza, la valentía; pero esto no acaba ahí porque se atreve a  crear espacios físicos que simbolizan momentos de la vida dónde estos personajes (que representan conceptos abstractos pero que todos conocemos), se mezclan creando pasajes sumamente interesante con diálogos profundos y que pueden identificarte sin dudar.

El libro está narrado de dos formas diferentes:
La primera es la historia, dónde vemos diferentes flashbacks y 3 historias mezcladas que asombrosamente logran una continuidad.
La segunda es la parte de los anexos que son textos escritos por los personajes, dónde te hablan desde el corazón, de formas diferentes según ellos lo consideren necesario y que permite hacer del libro una experiencia más intima; aquí encontramos desde textos que van dirigidos para una audiencia como textos personales.
El autor logra fundir estos dos apartados para crear un modo de lectura innovador y muy dinámico.

En lo que concierne a la profundidad de los personajes y la elaboración del espacio, me parece algo correctamente desarrollado. El escritor no exagera en detalles pero no se muestra tacaño al momento de adjetivar los escenarios y los personajes más importantes de la novela. No te mete la historia de sus personajes principales de golpe ya que el libro por su estilo te permite ir descubriéndolos poco a poco.

La narración tiene un lenguaje sencillo de entender, aunque por su complejidad yo tuve que hacer varias pausas (a veces muy largas porque las tareas se acumulaban, pero esa es otra historia), y considero que es una correcta elección al tener ese tópico (no es como que queramos enterarnos en tecnicismo ¿O sí?).

En el área de la psicología y la tolerancia me parece un libro muy recomendable, creo que tira el tabú de la bipolaridad y nos permite comprender a estas personas desde un ángulo que sólo la literatura nos puede facilitar. Lo recomendaría a partir de los 15 o 14 años porque es un libro profundo que requiere de cierta madurez.

Desde aquí sólo me queda invitarlos a tomar esta oportunidad de acercarse a este problema (vaya, este blog tiene por título "Una Vida Entre Páginas Y Letras", libros como éstos son los más acertados), a abrirse sus mentes y a seguir de cerca a este autor que tiene un futuro brillante y prometedor.
Ya tengo otros dos libros de él en fila y espero traérselos lo más pronto posible, creo que para lograr un mundo más tolerante debemos dejar la puerta abierta a informarnos sobre trastornos, religiones, políticas, cosmovisiones...

Esto ha sido todo por hoy polluelos, la pregunta semanal (o mensual según pinte el periodo) sería:
¿Qué libros con temática psicológica han leído? Aquí en el blog es la segunda vez que tocamos este punto, la primera fue con la reseña de "Dr. Jellkyn & Mr. Hyde" , que es un clásico muy interesante.

No olviden que no hay vida más perfecta que una vida entre páginas y letras y nos veremos la siguiente semana con la entrada sobre Día de muertos.
  

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jueves, 3 de noviembre de 2016

Un ritual en la taberna (Capítulo cuarto)
















Si la iluminación que puede llegar a irradiar un corazón sumido en un sentimiento intenso tuviese forma física, el súbito e inesperado apagón de la luz en la taberna no solo no hubiese tenido consecuencia alguna, sino que algo cercano a un sol cegaría a los presentes esa noche.

Las miradas de Olivia y Joel parecían estar fijadas la una en la otra con algún tipo de magnetismo que no cesaba en su empeño de alcanzar nuevas cotas a cada tímido intento por pronunciar algo por parte de ambos.
Lo que fuese con tal de evadir la sensación de riesgo y vértigo que se había instaurado.

Joel, sin embargo, barajaba en una pugna interior la posibilidad de mantener ese pulso con un tiempo que parecía haberse detenido.
Lo que hiciese falta con tal de sentir que se hallaba conduciendo a toda velocidad hacia el mismísimo paraíso.
Los latidos de su corazón así lo atestiguaban.
Fuertes y decididos. Acelerados y ansiosos.

De pronto a Joel le relampagueó algo en la mente, proveniente de una memoria tan neblinosa como la noche en la que se encontraban.
No pudo reconocer la imagen, que esquiva, surcó de forma vertiginosa su visión sin dejar más rastro que algo semejante a un rostro muy familiar.

Olivia pareció darse cuenta de ello, dando con las palabras que se le habían estado resistiendo.
– ¿Ocurre algo? – La dulzura con la que lo dijo hizo que Joel formase una mueca de media sonrisa en la comisura de sus labios, entrecerrando unos ojos que desplazaron su mirada a las manos unidas de ambos, cuyos pulgares jugueteaban persiguiéndose y encontrándose.
Joel recuperó la compostura.
– Eso deberíamos preguntarle al camarero, ¿No crees? – En ese mismo instante el sonido de cristal rechinando provocó que tanto la pareja como el resto de clientes se girasen hacia la barra, donde el camarero, luciendo la mejor de sus sonrisas, sostenía en una mano y en alto una copa, que golpeaba con una cuchara a intervalos regulares.
– Es para mí un placer anunciaros que la fiesta de Halloween… – Una pausa premeditada dio paso a algo que iluminó de nuevo la taberna. Provenía de unas calabazas cuya mirada y sonrisa macabra emanaban una anaranjada y viva luz, rojiza por momentos, que habían sido repartidas por el local sin que nadie hubiese reparado en ello. El camarero entonces puso fin a su pausa. – … ¡Va a comenzar!

Un griterío se apoderó del ambiente, mientras la mayoría de los presentes se abalanzó a la barra para pedir otra ronda de bebida.

– Joel… Te noto algo afligido. – Olivia parecía haberse alejado de esas dudas tormentosas que supuestamente la perseguían desde que Joel la vio entrar por la puerta. Se había inclinado sobre sí misma para buscar su mirada con una sonrisa bondadosa, quizá incluso pícara, tatuada en su rostro. Mientras pronunciaba esas palabras mecía como invitando a reaccionar las manos de su acompañante.
– Ahora me tomaría una cerveza. – Joel hizo una mueca como lamentándose, aunque resultó también cierto que Olivia había logrado animarle, venciendo el pequeño bache que había atravesado cuando el camarero anunció el comienzo de la celebración. Fue su turno para devolver cargar de picardía tanto su mirada como su voz: – O tres, o diez…
– Si hombre, y cuarenta. – Olivia bufó y mientras Joel soltaba una carcajada ésta liberó sus manos para empujarle cariñosamente a modo de regañina.

Transcurrió el tiempo y todo el mundo lo estaba pasando en grande con las actividades y juegos que el camarero había planificado para la ocasión.
Olivia y Joel, sin embargo, parecían estar en su propia taberna dentro de la taberna.
Saltaba a la vista, de modo que aunque en un principio el resto de presentes hablaron con ellos y les invitaron a participar en sus actividades, poco a poco, fueron dándose cuenta de como algo que parecía puramente mágico se estaba gestando con férrea delicadeza esa noche. Algo que había que respetar.
De pronto la luz de las calabazas se tornó tenue.
– A ver qué pasa ahora. – Comentó Joel divertido.
Y fue en cuanto se escuchó la primera nota de una canción que inundó de música la taberna que Olivia dejó escapar un grito de emoción, llevándose una mano a la boca y, dando unos brincos, sacudiendo un brazo de Joel con la otra.
Al parecer era una de sus baladas favoritas.

Joel no se lo pensó dos veces.
– ¿Bailamos? – Lo preguntó ya con sus manos apoyadas en la cintura de Olivia, que parecía estar tan contenta como animada.
Cuando ella se abrazó a él, Joel pudo respirar el aroma que desprendía su sedoso cabello. Dejó que sus labios se deslizasen, en una especie de beso de largo recorrido, por un lateral de esa cabeza que contenía una mente que se le antojaba maravillosa.

Cuando sonaba el estribillo de la balada, Olivia intensificaba su agarre, hasta que de pronto separaron a cierta distancia sus cabezas, fijando como tiempo antes sus miradas el uno en el otro.

Solo que ahora no había nada de vertiginoso en ello.
Era el corazón de Joel el que, sin embargo, parecía querer salirse de su interior de lo fuerte que palpitaba.
Su mirada, rebelde a sus esfuerzos, descendía cada vez que se descuidaba a unos labios carnosos que Olivia humedecía con su lengua.  







El camarero nos sorprendió con una fiesta que en absoluto esperaba y acabé aceptando la propuesta de Joel para bailar. Mi cuerpo estaba un poco tenso quizá por el recuerdo del último baile que realicé.

Pero en ese momento me encontraba ante otra persona completamente diferente y en un contexto extraño. Sus ojos me hipnotizaban hasta el punto de no poder retirar mi mirada de la suya. Estar con él me hacía sentir muy cómoda y, a pesar de mis recuerdos, provocaba en mí sensaciones que se contradecían unas con otras. Me ponía nerviosa, pero no hacía nada por calmarlo. Me gustaba sentirme así, era como recordar sensaciones anteriores que en realidad deseaba olvidar.

No supe en qué momento exacto empecé a pensar en una posibilidad que consideraba remota en un principio. Sin embargo, aunque el clavo que saca a otro bien enroscado estaba bien, no me gustaba la idea de aplicarlo a lo que estaba viviendo en ese instante.
Lo que tuviera que pasar, que surgiera sin más.

Suspiré y apoyé mi cabeza en el hombro de Joel, abrazándole con más intensidad. Su aroma embriagó mis sentidos sustituyendo, por un momento, aquel que tenía guardado en algún rincón de mi mente. Me separé un poco para poder mirarle de nuevo con una sonrisa tímida que duró poco tiempo.
— ¿Hay algo que desees hacer en este momento? —dije en voz baja para otorgarle más intimidad, si cabía, a lo que estábamos viviendo.
Aunque quien parecía desear algo era yo.
Deseaba sentir de nuevo algo diferente al dolor que había estado experimentando, pero no sabía si era la forma adecuada de propiciarlo.
Mis dudas siempre acechándome a cada paso que daba.

Humedecí mis labios, tras haberlo hecho ya algunas veces, y acerqué mi rostro al de Joel con lentitud. Quería sentir el palpitar de mi corazón acelerado y verme en el precipicio antes de saltar. Ansiaba sentir el vértigo y ese cosquilleo producido por la caída libre experimentada.
Me detuve a escasos centímetros de sus labios para observar sus ojos desde la corta distancia que nos separaba.
—A mí me gustaría hacer algo, pero... —No pude evitar volver a pasar mi lengua por los labios. Sentía que se me secaba la boca y apenas había hablado—. ¿Crees que vale la pena?
Oí cómo tragaba saliva ante lo dicho.

Hacía tiempo que nos habíamos detenido y permanecíamos el uno frente al otro, aún con mis brazos rodeando su cuello y con sus manos sobre mi cintura. Me atrajo con un leve empujón hacia él, provocando que mi corazón reaccionara aumentando las pulsaciones de cada zona de mi cuerpo. Su aliento cálido chocaba con el mío en el reducido espacio que nos separaba y que él mismo salvó tomándome por la nuca y acercando sus labios a los míos. Cerré los ojos y me dejé llevar enredando mis dedos en algunos mechones de su pelo.
Llevaba tiempo necesitando algo así de intenso.
Suspiré en sus labios dejando escapar un jadeo involuntario que me impulsó a darle más intensidad al beso. Pegué mi cuerpo más al suyo, buscando que cada parte de mi cuerpo estuviera en contacto con el de Joel. Sus manos seguían manteniendo su agarre firme sobre mi cintura y mi nuca, incluso cuando nos separamos con la respiración entrecortada.

Algo había cambiado en la expresión de Joel. Su sonrisa alcanzaba a sus ojos, ya no parecía tan afligido como antes.
—Ha sido increíble. —Fue lo único que pude decir.




LA CANCIÓN QUE BAILAN OLIVIA Y JOEL




Podéis leer tanto este como el resto de capítulos en 
Ficción Romántica, el blog de R.



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martes, 1 de noviembre de 2016

RIP (Descansad en paz)





Suelo aprovechar las fechas señaladas para volcarme de algún modo con la tesitura que ande en cocción durante ese lapso de tiempo.

Pienso, no obstante, que la moda de ir saltando despreocupadamente entre ellas no resulta para nada algo sano o coherente. Pues siempre hay que tratar de arrastrar cierto peso, el adecuado para el momento en el que nos encontremos, donde la mochila nos permita hacer justicia a los numerosos aspectos sobre los que hayamos edificado nuestro concepto del significado de la vida.

Ayer se dice que los espíritus de los fallecidos estuvieron revueltos.

Lejos de entrar ahí, hoy me encuentro más sintiendo que pensando a esa generación de mi familia que por desgracia ya no se encuentra entre nosotros.
Rondando una fatídica década me fueron dejando a mí y a los míos.

Si de algo estoy seguro es de que estoy viviendo en un lugar muy querido y respetado por todos ellos.
La casa donde me encuentro, así como la tierra que la rodea, está enriquecida en cada pequeño rincón con una carga de anécdotas y momentos que hacen que la tristeza y la felicidad se alíen con la nostalgia y la melancolía.
Sin dejar de dibujar esperanza en el horizonte.

Pues se puede sentir el pasado sin por ello mirar atrás.
Sentir su impulso, sonriendo a los que ya no están.
Pues todos vivimos nuestro ciclo y hay que tratar de estar a la altura.

Todos los días del año trabajar en una dirección global concreta, como a mis ojos todas esas personas, que ahora pueblan mi percepción, hicieron.

Para ellos va esta entrada, aprovechando el plus de intensidad que este día me sugiere y, qué demonios, quiero aprovechar.

Estoy seguro de que todos ellos descansan en paz.

<3








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