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martes, 27 de octubre de 2020

Prólogos de la saga Identidad | Varios autores

 



No voy a hacer un prólogo de prólogos, aunque no será por falta de ganas.
Aunque tampoco voy a dejar esta sección en un "de la mano de varios autores".
Señoras y señores, en este pequeño grupo que se puede contar con los dedos de una mano, hay grandes amistades que se han forjado de muy variadas maneras.
Unas partiendo de lazos familiares, otras de turbulentos pasados e incluso edificadas en el hostil suelo de la adversidad, todas ellas confluyen en la saga Identidad. Un poquito en cada libro, abordan mi fantasía bipolar con ojo analítico y toneladas de cariño.

A continuación podéis leer lo que considero pequeñas joyas literarias.


Prólogo de 'La cabaña: El oscuro laberinto de la psicosis':






Prólogo de 'La taberna: Una libreta para el recuerdo':






Prólogo de 'El símil: Día del lector':






Prólogo de 'El símil parte II: Días de Rebeldía y noches monstruosas':






Prólogo de 'La cala: Perdida en la gran ciudad':






Felices lecturas.

Prólogos de la saga Identidad | La cala: Perdida en la gran ciudad (por Litzy Martínez)

 



Es un alto honor que Víctor me otorga invitándome a escribir unas pocas líneas de introducción a ésta obra magistral, una de las mejores sagas que he leído hasta ahora.

Con el tiempo uno llega a entender que la vida se trata de cuanto luches contra los gigantes de tus problemas, no del problema, sino de ti mismo y de cuantos sean tus deseos por salir a flote. “Lanzar esperanza al abismo más oscuro” y seguir adelante sin miedo al pasado, a las circunstancias, a la gente o a uno mismo.

En esta obra, vemos la tenacidad humana a rechazar lo desconocido, a cerrarse en sí mismo, a pelear como gato panza arriba por mantener el control de las situaciones de la vida, de nuestra vida. La tendencia a deambular como alma en pena por un mundo casi sin sentido, con un bajo contenido de realidad.

Vemos el grito de hastío de un psicótico que está dispuesto a pelear hasta el último momento por dejar una huella en sus letras, en La Gran Ciudad. Por mostrar al mundo que sus pensamientos tienen un orden y son procedentes de un periplo a tierras solo conocidas por sus propios semejantes bipolares.

 

Este libro puede ser visto desde muchos ángulos y para cada quien significará algo distinto, eso es seguro. Habrá sonrisas al final de la lectura o, como en mi caso, lágrimas. Su impacto tiene una razón y la forma de la marca que nos deja tiene un mismo nombre, pero el trasfondo será siempre único.

 

“La inspiración desmedida nos acerca tanto a nuestros cielos que acabamos besando las brasas de infiernos que horrorizarían hasta al más pintado.”


 

Ante nosotros, la tierra se agrieta, se divide, se desquebraja y tiembla mientras los caminos terminan por perfilarse en el horizonte. Cada uno con diversas similitudes se abren ante el lector y un mismo universo de posibilidades que el escritor muestra desde el hueco de su mano. Cada cual más real que el anterior y por ello mismo, más chocante.
Víctor desnuda su corazón, mostrando la vida de un hombre con el alma de un verdadero guerrero espartano que ha estado en más batallas de las que podrá confesar, varias de esas pérdidas, pero que se alza ante el esplendor del alba de un nuevo combate.
De entre el fuego y la ira contenida que crea su renacimiento, se condensa la sonrisa y los ojos sensuales de la consecuencia de la opresión: Rebeldía.
Del humo exhalado de su perenne pitillo, Tylerskar y Joel se juegan la supremacía entre página y página enredándose en la batalla definitiva con lazos serpenteantes de tinta y sangre en contra del invencible Monstruo. Él extiende sus largas garras sobre todo y todos, diluyéndose en un mar de locura y psicosis para terminar enraizadas en la mente propia.


 

Hace poco más de un año que conozco a Víctor. Sus letras son siempre muy fuertes, muy crudas, pero no hay otra forma con la cual expresar la situación del día a día de una persona con su condición. Víctor es una persona admirable, ante mi punto de vista. Porque no se ha acobardado, no ha bajado la cabeza, nos hace sentir en carne propia lo que siente y lo transmite de la mejor forma, a través de sus ojos el mundo siempre es diferente. Este libro es la prueba.

 


—Litzy Martínez






Prólogos de la saga Identidad | El símil parte II: Días de Rebeldía y noches monstruosas (por Óscar Millán Vivancos)

 



Ha sido todo un honor para mí que Víctor me haya elegido para prologar este nuevo episodio de su saga Identidad. Y me está resultando un verdadero placer. Eso sí, os cuento: antes que nada, me puso a hacer los deberes. Me hacía ilusión, pero había que currárselo un poquillo. Como todo escritor que se precie, he tenido que documentarme para saber de qué iba a hablar. Ya había leído su primera entrega, La cabaña. Aquello me pareció casi un libro de relatos, diverso y muy bien escrito, novelizado y verdaderamente innovador. Así que para acometer la misión que se me había asignado, comencé a entrar en materia, leyendo, en principio, La taberna, libro muy interesante cuyo principal protagonista acaba siendo el mismo autor. Y he seguido acercándome más y más al corazón de la bestia… Por ello, recientemente me adentré en todo un resort narrativo y de acción como puede resultar El símil, ya el antecedente directo del actual Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas. Y ya vi en El símil una muy consistente construcción narrativa fantástica que se diversificaba en varias, según te adentrabas entre sus paredes de papel, combinándose con los ensayos sobre psicología y psiquiatría que remataban cada relato (casi novela corta cada uno de ellos). Aquello ya era una gran novela, muy maciza, o bien una serie de novelas cortas relacionadas unas con otras, un proyecto realmente ambicioso y bien acometido por Víctor Fernández García. No solo me pareció vanguardista esa hermandad de novelas de ambientación cinematográfica, sino que los intermedios separadores entre ellas, esos ensayos sobre enfermedades mentales, expresados desde el punto de vista de un paciente, enriquecían y refrescaban de modo realmente interesante aquel volumen (sin mencionar la calidad del diseño y las ilustraciones que suelen acompañar los libros de Víctor F. G.).

          

          El mundo de la literatura en muchas ocasiones es llevado al cine. Sin embargo, Víctor F. G., en las dos últimas entregas de su saga IdentidadEl símil y este Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas, más bien ha hecho lo contrario: ha engendrado cientos de páginas literarias usando como fuente de inspiración, por momentos, algunos materiales cinematográficos. Cierto es que a su vez esos materiales visuales provinieron en su tiempo de obras literarias de otros autores, así que esto tiene algo de "hacer justicia": deconstruir, descodificar lo que previamente había sido codificado en imágenes por otros. Lo que surgió del papel que vuelva al papel. Por cierto, he dudado, por un momento si mencionar las famosas películas a las que el autor ha hecho un homenaje en esta entrega, siguiendo el estilo de su anterior El símil, pero he llegado a la conclusión de que nos conviene a todos cada vez más que no nos lo den todo masticado, que ya nos basta con la inmediatez de Internet. Que ya comienzan a aparecer talleres para trabajar con nuestro intelecto y nuestras aptitudes memorísticas, para que dentro de algunos años quede algo digno de nosotros. Por tanto, lo bonito es el juego: que cada lector se las apañe para adivinar a qué hace referencia Víctor en cada ocasión. Por otra parte, en general es bastante obvio. Son historias modernas conocidísimas y que no han caducado. Sus elementos principales son fácilmente reconocibles.

   

           Ya que acabo de referirme a Internet, voy a comentar una curiosidad: Víctor y yo, en el momento en que escribo este prólogo, todavía no nos hemos visto nunca en persona. No por ello diría yo que seamos amigos “virtuales”, ya podemos decir que nuestra amistad, nuestro colegueo, nuestro compañerismo, es algo real. Pero es cierto que nos conocimos, hará más de un año, a partir de que nos caímos bien en una página de Facebook de escritores de todo el mundo hispanoparlante en la que ambos coincidimos y nos vimos luchando, a diestro y siniestro, a capa y espada, contra enemigos virtuales insultantes. Hicimos frente juntos a bastantes mequetrefes que, revolcándose en su pedante mediocridad, creyéndose dioses, intentaban anular a los pocos artistas reales, creadores que realmente sí que aportaban algo nuevo y original a todo aquello. Entre nosotros surgió cierta camaradería, nos caímos bien, y juntos, y tal vez ayudados por algún aliado más, los pusimos a caldo, como Cyrano de Bergerac puso a caldo, él solito, a un centenar de petimetres, en una noche… y a otra cosa mariposa. 

            Así, nos separa el Mar Mediterráneo, pero ya hemos colaborado el uno con el otro en tareas literarias comunes, atacamos juntos al mundo desde la misma revista literaria, y nos comunicamos todo lo que queremos y más ayudados por las redes sociales y hasta algo tan extraño y anticuado como el teléfono, si hace falta. Ya nos veremos en alguna ocasión. Quedan días. Lo cierto es que en la actualidad no conviene viajar demasiado. Seguimos luchando contra una pandemia mundial digna de la atención narrativa de todo buen autor…

            La lectura de El símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas ha sido amena y agradable, ha sido un ejercicio realmente intenso. Es una novela potente, por momentos una rara avis bélica, de fantasía, de ciencia-ficción, de horror… que puede recordar, incluso, la desoladora oscuridad de los potentes bestsellers del berlinés Sebastian Fitzek, por ejemplo (aunque a otros se les haría más evidente, tal vez, un Stephen King).

            

            Pensaba hace no mucho que no suele aparecer el sexo, las cuestiones sexuales, en la narrativa de Víctor F. G. Se me ocurría tal vez comentar algo al respecto en este prólogo, si era algo mencionable que hacía la narrativa de Víctor un entretenimiento apto para todos los públicos… Pero he tenido que tragarme mis palabras, pues hay sexualidad de la buena en este Símil II: Días de Rebeldía y noches monstruosas. Un poco de todo: amor, sexo, humillación… La verdad es que es positivo y esperanzador encontrar referencias al Bullying, a la violencia de género, a las adicciones, y otros problemas individuales y sociales en un joven autor como el que nos ocupa. Hay crítica latente a la actualidad en todo ello. El autor no opina: toma partido describiendo lo que haga falta. A buen entendedor…

            Pero vayamos a lo nuestro. La entrada de El símil II: Días de Rebeldía, noches monstruosas, a mi juicio, es una entrada futurista, como de ciencia ficción. A veces nos parece caótica, poblada por algúnflashback sin aviso. Esto ayudará a poner más atención. Además, pronto aparece una metáfora filosófica que corta el aliento por su originalidad. Y, en fin, la narrativa es impecable, con cambio incluido de narrador en alguna ocasión.

            Quien lea este libro sin conocer los otros de la saga Identidad, va a disfrutar de una narración unitaria y bien construida, con aspecto de novela clásica juvenil. Quien haya ido leyendo ordenadamente los libros de la saga (La cabaña, La taberna, El símil y ahora El símil II) disfrutará según van apareciendo esos personajes especiales que Víctor ha producido y a los que sus lectores enseguida reconocemos. Alguien me dijo alguna vez que necesitamos algo de rutina en nuestra vida, eso nos da estabilidad. Es imposible vivir en condiciones en un entorno siempre cambiante. Los que hemos seguido la saga Identidad hasta ahora, ya reconocemos a sus personajes principales. Nos aportan cierta monotonía relajante, algo a lo que agarrarnos, aunque sea en un auténtico infierno ambiental en el que todo es posible. Y el bueno y experimentador de Víctor F. G. al menos respeta a sus personajes principales, seres humanos ideales que irán acompañando al escritor y a sus lectores en todas sus entregas. Así, cuando leamos una referencia a un ser encapuchado sabremos enseguida a quién se está refiriendo, igual que cuando aparezca un chico rubio con una rígida coleta que deja su cabello en tensa armonía.


            La protagonista de esta historia, cuyo nombre no vamos a revelar, ni falta que hace, y que ya es conocida de antemano por algunos lectores, vivirá entre varias realidades distintas, una de ciencia-ficción, otra de película de fantasía... y otra interna, la más terrorífica, por cierto. Y es que aparece en este libro un tema muy interesante, como es la exploración o el análisis onírico. Precisamente llegamos en este terreno a una tensión muy aguda, muy lograda, unas páginas impresionantes, a mi juicio, que constituyen el clímax central de esta obra. Y que me dejan de pie aplaudiendo un buen rato una vez acabada la misma. Constituyen una piedra preciosa, un brillante de los caros, en cuanto a la materia trabajada y a su aspecto estético narrativo, su presentación final. El lector se encontrará como grata sorpresa esa tremenda sucesión de páginas centrales, potentes, realmente impactantes e intensas, de pesadilla, haciendo honor al título del libro. En ello Víctor F. G. demuestra que es un narrador consolidado con un ya nada despreciable recorrido. Y que la mejor inspiración te visita únicamente cuando estás trabajando. Solo entonces puede aumentar tu intensidad.
            Este libro, en mi opinión, es muy diferente a los anteriores de la saga, en cuanto a que su autor ha conseguido, por fin, distanciarse de sí mismo, hablarnos de otros seres literarios, ficticios, sin hacerlos del todo suyos,  dejando que fluya libremente, si esto es posible, su materia narrativa, presentándonos así un tipo de novela, de trabajo de ficción, con mucha acción, al que estamos más acostumbrados, más lineal, menos vanguardista, menos experimental, más mainstream, tal vez, pero muy logrado, totalmente digerible, un producto realmente entretenido. Hasta se podría imaginar siendo proyectado en una gran pantalla, si fuera llevada esta historia al mundo del cine. Realmente es muy visual, y, por tanto, imaginable.    

            Se agradece esta construcción lineal, la novela que hemos definido como “unitaria”, en este caso. Al final del libro nos encontraremos un artículo del autor, un ensayo acerca de aspectos determinados de algunas enfermedades psiquiátricas y su relación con sus propias obras narrativas. Esto también se agradece, pues el lector puede así, posiblemente, resolver algunas dudas que le podrían haber surgido al leer este libro. Estamos acostumbrados a la presencia del autor, a la descripción de sus vivencias traumáticas, de su principal problemática existencial que hacen de estos libros un género literario especial, en parte experimental, posiblemente sin quererlo. Los libros de Víctor F. G. hablan mucho de sí mismo. No le queda más remedio. En parte tiene algo de advertencia, de nota explicativa a pie de página, pero también es un camino que su propio autor ha abierto, simple y llanamente, por generosidad, porque escribir es un modo de comunicarse. Y a él le encanta hacerlo. No se esconde si puede evitarlo. 

            Este libro es el que más he disfrutado de los cuatro que conozco por ahora de la saga Identidad, precisamente porque es aquel en que más madurez he encontrado en su autor y menor dependencia. Víctor no va a repetir a sus seguidores lo que estos ya conocen, simplemente aporta a modo de ensayo un símil final en el que comenta algo muy importante que no todos los mortales saben: hay vivencias psíquicas que todos podemos experimentar alguna vez de modo casual, a las que otros, una minoría, pero muy numerosa, de seres humanos, no ha tenido más remedio que acostumbrarse. 

            Las cuestiones clínicas son siempre íntimas, personales e intransferibles. Lo curioso es que alguien, para no sentirse acorralado o marginado, se haya decidido invenciblemente a no dejarse callar y sea capaz de producir tanta belleza a partir de todo ello. Y que dure.

 

Óscar David Millán Vivancos




Prólogos de la saga Identidad | El símil: Día del lector (por Beatriz Peñas)

 



Según mi propio criterio es una verdad universal que, a lo largo de los siglos, la influencia del arte en el ser humano ha permitido nuestra evolución casi con la misma intensidad que lo han hecho la explotación de los recursos, las guerras entre clanes o la revolución tecnológica.

Hay muchos escépticos que por desgracia siguen creyendo que el arte no es más que un divertimento, la parada técnica que hemos creado para poder sobrellevar nuestra existencia cargada de retos, frustraciones  e incertidumbre.

Se equivocan.

 

Lo cierto es que existen millones de ejemplos, tantos como personas habitan este planeta, que demuestran que el arte nos ha ayudado a crecer, a mejorar como especie y a asegurarnos un futuro como sociedad.

 

Cada vez son más los estudios que demuestran que el arte tiene fines terapéuticos mucho más allá de lo que nos imaginamos: clases de escritura para personas con enfermedades terminales, talleres de pintura para niños hiperactivos, escuelas de danza creadas para mejorar la comunicación con personas autistas, y un sin fin de proyectos más destinados a mejorar la comunicación y la inteligencia emocional que tanta falta hacen en las instituciones y en los centros educativos de nuestros país.


Cuando Víctor me pidió que escribiera este prólogo yo ya conocía parte de su obra e incluso había participado en algún proyecto que había llevado a cabo con otros escritores.

Sabía de la existencia de Tylerskar y de sus eternos acompañantes que, de una forma más o menos fiel, habían seguido al protagonista hasta las mismísimas fauces del Monstruo.

Al conocer personalmente a Víctor era consciente de que él mismo, como individuo, había acabado en más de una ocasión en ése paraje indómito al que no todos accedemos y me hizo mucha ilusión que, precisamente, me escogiera a mí para el prólogo de este libro tan especial y diferente.

 

Porque sí, este no es un libro como los demás.

En este libro el propio autor es el claro ejemplo de que el arte redime, el arte cura y nos enseña a canalizar nuestros deseos y miserias más profundos y convertirlos en algo que podamos compartir con nuestros semejantes.

En este libro descubrimos que en ocasiones la mente humana puede dejar de ser ella misma por un instante y aprovechar lo que otros han creado para sanar, para expresarse y para fluir.

En este libro, plagado de homenajes sinceros a grandes obras del mundo cinematográfico, el lector descubre conforme avanza en los relatos que no está solo, que existen otras personas que han utilizado todas esas referencias para subir de los infiernos en momentos clave de su vida.

Víctor ha creado pequeños universos inspirado por las películas que nos han rodeado desde niños buscando respuestas, adentrándose una vez más en ésa mente suya plagada de un conocimiento al que no todos podemos acceder, y nos ha dejado entrar en ellos para entender un poco mejor el origen y las fatalidades de las enfermedades como la suya.

 

No importa si eres bipolar, depresivo o simplemente tienes un mal día.

No importa cuán identificado te sientas con Tylerskar y sus amigos que tanto bien (o mal) le quieren.

No importa si has llegado a este libro por casualidad, porque leíste el argumento y creíste que podía ser bueno para ti o porque alguien te lo regaló para ofrecerte una experiencia distinta y emocionante.

 

Lo importante es Rebeldía, ese nuevo personaje que aparece y que no está dispuesta a dejarse vencer.

Lo importante es la maduración de Tylerskar y, por consiguiente, del autor en su relato.

Lo importante es entender, al final, que el arte no sólo tiene el poder de curar al individuo si no que también nos ofrece la posibilidad a nosotros, los hombres y mujeres de a pie, de curar a los demás.


Le auguro muchos éxitos a Víctor con este nuevo hijo que es, a mi entender, el más maduro, fantástico y sanador de todos.

 

  

Por Beatriz Peñas.





Prólogos de la saga Identidad | La taberna: Una libreta para el recuerdo (por José Antonio Marchán)

 



— ¿Podrías hacerme una introducción para La Taberna? —me escribió Víctor….

 

Sí, claro. Cómo no, pensé para mí.

 

Aunque instantes después un pensamiento maligno y algo irónico asaltó la parte racional de mi cerebro: ¿Qué mejor que dedicar parte de mi caótico tiempo a pensar y desarrollar un texto, lo suficientemente interesante y válido como para que el autor del libro quede contento, sabiendo que no todo el mundo se lo va a leer y si lo hace será deseando que acabe lo antes posible?

 

Porque seamos sinceros, muchos lectores no necesitan este prefacio.

 

Normalmente cuando eliges un libro para sumergirte en sus páginas (digitales o no) hasta las últimas consecuencias y dejar que te susurren todas las historias que contengan, es con una idea preconcebida. Conociendo el argumento, la sinopsis o al autor. Y con eso es suficiente. No te interesa el prólogo porque no es lo que quieres. Es un ofrecimiento, sí. Un extra agradecido, un añadido posterior, un matiz aclaratorio. Pero no vas a leerlo por eso. 

 

Así que no voy a hacer un análisis sesudo de la obra en sí dado que ni considero que sea el lugar ni tampoco la persona adecuada para tales menesteres. Otros y mejores lo harán en su momento.

 

Pero sí voy a dejar por escrito y para la posteridad que no estamos ante un autor cualquiera, más bien al contrario. Sus connotaciones son especiales y es necesario señalarlo antes de empezar esta obra, cuanto menos… compleja e intrincada. Sí. No porque la trama lo sea en exceso sino porque La Taberna, como todo lo que escribe el autor, es un texto poderoso y sobretodo intenso nacido del sufrimiento y la experiencia. Un libro de prosa algo farragosa y recargado en ocasiones pero oníricamente poético en otras. Una experiencia vital de la que aprender y una ventana desinteresada y valiente al alma de un soñador de universos maniatado en el barro. 

 

 

 

La Taberna es la historia de Joel, un treintañero tan perdido en sí mismo y en sus defectos que tras llegar a una sensación de tope debe decidir si realmente quiere levantarse y luchar por algo que valga la pena. Por él mismo. Con un trastorno ya de por sí complicado un enemigo como el alcohol se convertirá en la némesis cambiante y serpenteante de la historia y obligará al protagonista a elegir ser un Ícaro moderno y acercarse al sol o bien ser Dédalo y sobrevolar la angustia y el dolor con el mar de fondo como simbología de todas las cosas. 

 

La obra comienza con una visita al Centro de Salud Mental, con la amenaza intrínseca que ello conlleva y finaliza con el final, claro. Ese es un lugar al que no puedo acompañaros pero puedo prometer que no es un camino de rosas.

 

Porque La Taberna no deja de ser ese remanso de paz irreductible que todos necesitamos en algún momento de nuestra existencia, ese lugar del que echar mano cuando la vida de forma indefectible nos envía las tormentas. Es un lugar que de no existir tienes que empezar a edificar ya. Porque es esa lucha primaria, diaria, cíclica por encontrar un lugar de tranquilidad y un hogar donde reposar el alma la que da validez al mundo. Por ello hay que saber leer aquellos renglones no escritos en los que tenemos que entender que en esta vida tan injusta podemos ahogarnos, literalmente, con la experiencia o podemos ver los abismos desde una altura adecuada y no caer en ellos.

 

 

 

Antes de finalizar comentaré un par de cosas que considero interesantes: Por un lado que es recomendable leer su obra “La Cabaña” con la que comparte diversos puntos y personajes, y por otro destacaré la inclusión de la serie “Experiencia bipolar sin alcohol” como unos anexos realmente personales que resultan un compendio de sabiduría existencial de lujo y que considero de obligada lectura para todos aquellos que quieran escuchar y aprender de primera mano sobre una temática desconocida para la mayoría de nosotros como es el trastorno bipolar.

 

 

 

Ya para acabar citaré a Paulo Coelho: “La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños…”. Esta obra que tenéis entre las manos es el vivo ejemplo de que el esfuerzo vale la pena y la lucha no es nunca en balde.

 

Como he dicho al principio quizá no interese a nadie este prólogo, pero es parte del libro. Y hablando con Víctor se ve rápidamente que La Taberna es un hijo que está esperando con anhelo y al que va a querer tanto como le sea posible y más. Así que mi aportación al puzle está hecha. 

 

 

 

Ahora sí, me despido por fin.

 

Basta de humos, basta de espejos. Que se alce el telón y empiece el espectáculo.

 

Bienvenidos a su mundo. Sumergíos en su universo propio y disfrutadlo.

 

Here we go…

 

 

 

 

 

 Por José Antonio Marchán.









Prólogos de la saga Identidad | La cabaña: El oscuro laberinto de la psicosis (por J. Carlos Fernández)

 



A lo largo de los siglos la Humanidad ha experimentado una constante evolución, de forma lenta pero inexorable nuestro organismo ha ido adaptándose para sobrevivir en el ambiente de nuestro planeta.

 

En cambio podemos constatar que en determinados momentos de la historia se han producido saltos evolutivos claves en el intelecto humano. Casi siempre han sido llevados a cabo por seres humanos que han revolucionado los parámetros y condicionantes de su época con descubrimientos claves en los diversos campos del saber, ya sean físicos o espirituales, creando movimientos imparables que conseguían hacer avanzar a la Humanidad.

 

Después de los últimos grandes movimientos del siglo XIX la Humanidad ha conocido un increíble y espectacular desarrollo sobre todo en el campo de la Ciencia, en todas sus facetas, la Cultura, el Arte y la Política. A todo esto la Religión en todas sus variantes y facetas ha intentado adaptarse a las nuevas corrientes.

 

A tal grado ha llegado la evolución en estos campos que hoy en dia está prácticamente prohibido saltarse las reglas de las que estos grandes campos se han dotado para, dicen, asegurar su correcta evolución.

 

Sin embargo la Historia nos ha enseñado que es inevitable la aparición de seres humanos con visiones amplias del entorno que nos rodea que pueden empezar a constatar que la Humanidad se prepara para un nuevo salto evolutivo, en este caso, espiritual o mental. Como siempre se iniciaría con una o varias personas que de forma abrupta obtienen una brutal e inesperada conciencia de que estamos prácticamente sojuzgados por los diversos campos antes expuestos sin permitir éstos ninguna desviación importante de sus normas y leyes inexorables.

 

 

A partir de vivencias personales el Autor se rodea de una serie de entrañables personajes y nos transporta a una cabaña solitaria donde nuestros miedos, complejos, ataduras y por ende nuestra propia existencia son desmenuzados y analizados sin piedad. Se nos muestran caminos y senderos por donde transcurrir con salidas alternativas pero con un único fin. Nuestro salto evolutivo ya está ahí, sólo hay que intuirlo, sentirlo, entenderlo y por fin aplicarlo.

 

A veces con profundidad, otras en tono jocoso el Autor nos desvela una serie de conocimientos que sólo esperan a que alguien los recoja y empiece a evolucionarlos.

 

Una obra, en mi humilde opinión, de obligada lectura y relectura.

 

Que ustedes lo disfruten.

 

 

Por J. Carlos Fernández







lunes, 19 de octubre de 2020

Reseña de 'El Símil: Día del lector' (Óscar Millán Vivancos)

 



NOTA DEL AUTOR



Los principios de aquello que realmente vale la pena suelen ser duros.

Focalizando en la práctica de la escritura, no se muy bien si generalizar es pertinente. Tras una década al pie del teclado, encañonando mis escritos y novelas en múltiples direcciones, hay algo que me queda claro.

Se trata de algo común a la blogosfera y a la publicación de una obra. Incluso al tímido papel escrito a mano que se entrega a su destinatario.

Hablo de la magia que se genera cuando un lector lee con tanto mimo que sientes que todo el proceso ha merecido la pena.

 

Así me ha dejado Óscar tras la lectura de su reseña.

Sufrir en vida puede hacerte sangrar literatura. Pero tranquilos, hay veces que alguien acude para secar muchas de las lágrimas.





RESEÑA DE EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR


por Óscar Millán Vivancos




"El símil" de Víctor Fernández García es una obra compuesta tanto por una novela de fantasía (o varias...) como por una serie de ensayos (presentados en negativo: letra blanca sobre fondo negro) que se van combinando habilidosamente después de cada capítulo, a modo de símil complementario. Aporta en ellos valiosísima información en el terreno de la psicología psiquiátrica.

Cabe mencionar, por otra parte que, como suele ocurrir en sus libros, su texto va combinado con un diseño, maquetación e ilustraciones de su compañera, Vlad Strange, que hacen más amena aún su lectura, alto diseño, como los poemarios comerciales que tanto éxito están teniendo entre las más jóvenes.
Como en la canción aquella de Sabina del pirata cojo, parece que Víctor, echando mano del cine actual, se ha decidido a vivir muchas vidas, o generosamente, proporcionar ese placer a sus personajes. Así, de un capítulo a otro cambia la ambientación, pero el hilo argumental profundo y los personajes los conocemos.

Acudió a mi conciencia hace un par de  días el término "narrativa experimental", recordé las extrañas e impresionantes novelas de J. M. Guelbenzu que devoraba en mi adolescencia, aunque lejos de lo rebuscado y el rococó vanguardista, no hay surrealismo aquí, sino lectura muy accesible, que recuerda, aparte del cine, al mundo de los cómics y hasta de los videojuegos. 
En eso se percibe la generación aproximada del autor, milenial y hasta casi generación Z. 
Ahora bien, se adivina su culto a la escritura, y su afán de comunicar. 
Víctor F. G. es como un libro abierto dentro de otro libro abierto. Ese es mi símil.



lunes, 5 de octubre de 2020

Reseña de 'La Taberna: Una libreta para el recuerdo' (Óscar Millán Vivancos)




 

RESEÑA DE 'LA TABERNA: UNA LIBRETA PARA EL RECUERDO'

por Óscar Millán Vivancos


NOTA DEL AUTOR


Óscar Millán, a parte de ser lo que considero todo un maestro en hacer que un texto resulte cálido y cercano, es también un buen amigo y sabio compañero. Por ello, todas y cada una de las palabras con las que ha enarbolado su reseña de mi Taberna adquieren mucho valor y fuerza. 

Desde lo destacado hasta lo aconsejado.

Gracias Óscar.

 





 

"La taberna", de Víctor Fernández García, es un libro muy bello. 

Se trata de la segunda entrega de la saga "Identidad", del mencionado autor, y es un libro que va intercalando escenas novelizadas posiblemente de su propia vida cotidiana, con los escritos de un cuaderno en el que más que un diario se leen reflexiones positivas, de superación personal, acerca de unos caminos que el escritor va recorriendo una y otra vez. Así, nos va describiendo sus conclusiones acerca de sus espacios más transitados: la enfermedad mental y la resistencia al consumo de alcohol. 

Ahora bien: curiosamente, su escritura engancha, y ayudado por el diseño ameno del volumen, por momentos vas avanzando rápidamente por sus páginas. 

La parte novelizada puede hace pensar en el mundo de las ideas, del viejo Platón. La parte íntima, de las reflexiones del autor sobre sus propias experiencias de conciencia, parecen escritas para sí mismo, por lo que, como lector, le deseo que no las olvide una vez publicadas, que vuelva a ellas de vez en cuando, por todo lo que ahí expresa, para abrazarse a sí mismo, aunque como escritor se proyecte algo más lejos, gracias a sus sanas ambiciones.




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