La Taberna es un libro muy actual para mí.
Si cuando vio la luz, hace más de un lustro, resultaba todo un escalón evolutivo frente a su novela precedente en la Saga Identidad, hoy en día podríamos decir que la luz de su farolillo tan característico brilla con luz propia.
No nos engañemos, no se trata de un brillo cegador y apabullante.
‘La Taberna: Una libreta para el recuerdo’ tiene en el grito ahogado que representa la información necesaria para entender su discreta naturaleza.
Se trata de una novela que sabe emerger de los pozos existenciales con mayor éxito que ‘La Cabaña’. Pausada, con el aroma al café recién hecho de la madrugada o las primeras horas del día o de la tarde, propone un viaje que no va a necesitar de los vertiginosos raíles de las montañas rusas literarias.
Resulta diferente si la medida la hacemos de su componente emocional.
El viaje de Joel, así como su propio ejercicio de escritura, van a ser nuestra espada y escudo ante rivales muy difíciles, tanto como los que la Identidad fue forjando desde buen comienzo en sus páginas.
Ahora le toca el turno a la banda sonora.
Nuevamente con un teclado sintetizador Akai MPK mini y siendo, en esta ocasión, Garage Band el programa elegido, propongo peinar los grises más destacados del libro.
Así pues, ejecutando una regresión en el camino instrumental que abrimos no hace mucho, el primer paralelismo a tener en cuenta en esta musicalización literaria es, sin duda, la simplificación.
Creo que el piano, como instrumento principal e hilo conductor de cuanto se intenta transmitir, resulta una elección de lo más acertada.
El resto de los elementos, así como la misma trama de la novela, están y seguirán estando al alcance de cualquiera que desee adentrarse en sus compases y páginas. Del mismo modo que lo que supuso para mí, como autor y persona, anida en lo más hondo de mi corazón.
¿Qué hay de bonito en unos grises abruptos en contraste con el tono de apagado yermo mayoritario? Podría preguntarse alguien...
Lo bonito del origen de la primera luz siempre pasa por la pureza de una época bendecida con la juventud. Una suerte de rejuvenecimiento, en ocasiones contra natura, que no solo hace de sólido escalón en el proceso vital de los implicados. También actúa como un diamante en sí mismo. Una experiencia destinada a ser observada, escrita, leída y escuchada.
Feliz escucha.
Feliz lectura.