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domingo, 28 de junio de 2020

A un centímetro




Hoy mi gata me ha pegado un buen susto.
Chihiro, ducha en supervivencia, ha sufrido un fallo en su organismo. Una simple anomalía, que bien podía significar algo grave o un mero trámite vital.
Lejos de entrar en detalles, simplemente dejaré constancia del riego de lágrimas que me ha ido asaltando hasta este mismo momento en el que tecleo.

No se si resultará algo de conocimiento popular, pero en la negrura de un túnel que se afanaba en excavar, un símbolo se me ha aparecido en el horizonte.
No se trataba de algo demasiado excelso. No era en absoluto una escapatoria de garantías.
Pero en mi mente, se me antojó cálido y cercano. Sincero y humilde. Directo. Amable.
Y eso que al llegar no estaban el Capitán y su Sirena.
Sin embargo, la estela de estos dos jóvenes emprendedores deja su sello.
En poco tiempo las primeras de muchas risas se encadenaban.
Un rato agradable en el que las horas caen en un pozo de tiempo, en un agujero de relativo pesar, que poco a poco escala a cotas de franco júbilo.

Hace tiempo que invoco al Capitán.
Consciente de su valor humano, trato de contactar y establecer conexión.
Su Sirena inspira y castiga.
Me evoca ganas de escribir estas líneas y me castiga con algo que ignoro.

Quizá sea un simple centímetro.
Lo que separa la amistad de la lealtad.

Quizá ande triste por el susto felino.
No sé.
Suspiro… Esa cueva otrora antro me inspira ternura.
Su Capitán y la Sirena encabezan una tripulación en clara dirección norte. A esos inviernos fríos, aunque bien llevados, reales pero combatidos.
En los tiempos que nos toca vivir, tan lejanos a los jóvenes años de verano y playa, no albergo duda alguna de que quiero enrolarme en su tripulación.

Lealtad y cariño. Aprecio.
Apenas un centímetro nos separa.
En un mundo de distancias relativas puede ser un mundo.
En un mundo donde en un segundo se pierde tanto… Quizá no sea nada.